Los inicios de Buko
Este post me resulta
especial. Acabo de pasar poco más de ocho horas seguidas con un libro de Charles
Bukowski, Ausencia del héroe
(Anagrama, 2012). No leía a este hijo de puta desde el 2002. Absolutamente nada
de nada. Ni siquiera cosas sueltas. Y alguna que otra vez he tenido no gratas
experiencias con sus seguidores, o hinchas en todo caso, quienes hacen una
defensa cerrada de su gurú. Yo la tengo clara: su mejor libro es Hollywood y, luego de este, como para
calmar a la barra brava, La senda del
perdedor.
Dejé de leerlo porque
creía que su propuesta era un asfixiante círculo vicioso. Sabemos que Buko fue
un grafómano contumaz, pero no todo lo que escribía y, por ende, publicaba,
guardaba relación con eso que llamamos calidad. Se leía a Bukowski por tratarse
de él y no por lo que su poética nos podía transmitir. Me hartaba ver a tanto
Bukowski Kid que hacía suyo lo más fácil del escritor: la actitud iconoclasta.
Quizá mi inmadurez me llevó a ponerle una tregua, tal y como también lo he
hecho, aunque bajo otros motivos, con Vargas Llosa, García Márquez y Cortázar,
que en principio pensé momentánea. Pues bien, luego de leer esta recopilación
de relatos y ensayos inéditos en castellano, publicados entre 1946 y 1992, me
pregunto si fue o no un error esa decisión.
Me gusta rastrear la
biografía (entiéndase la definición de Nabokov) de los escritores que me interesaron.
En los textos del presente volumen tenemos la radiografía de cómo Bukowski fue
perfilando su estilo, la semilla de su prosa cortante e incómoda, del por qué a
través de esta, temas como el sexo, el desarraigo y el alcohol, adquirían un
vuelo que taladraba la piel. Son también una proyección de la formación de su
sensibilidad creativa, llena de contradicciones (¿Cómo contar?) y convicciones
(De esto voy a escribir), siendo así testigos de la génesis de sus títulos más
conocidos. Y un punto central, lo biográfico, en los cuentos “La historia del
violador” y “Ah, Liberación, libertad, lirios en la luna”, nos relata,
canibaliza, los abusos que sufrió de niño por cuenta de su progenitor. Y llaman
la atención sus impresiones literarias de escritores y poetas, sea Ginsberg,
Creeley, Zufosky…, a los que trata con respeto, pero sin caer en la absurda
zalamería, que refrendan su condición de gran lector, un gran lector que
sobrevivía en la marginalidad pero que persistía a pesar de los óbices, como
bien señala David Stephen Calonne en el prólogo.
Ahora, en el libro
encontramos un detalle que pocas veces le hemos leído: un respiro de esperanza,
que en contados pasajes se eleva a una cursilería ruborizante y que nos acerca
a un lado humano que bien podría tirar por los suelos su leyenda de maldito.
Ausencia
del héroe es una lectura obligada, no solo para los Bukowski
Kids, sino para los interesados en saber qué hubo en la trastienda, en los
inicios, de este gran escritor.
4 Comentarios:
Casi todos los que defendemos y proclamamos la manera de ver la vida desde el punto de vista "chinaski" no es que solo leímos a Bukowski, o se pasan la vida leyendo a referentes de este; como Miller... es solo que hay una conexión magnifica que escapa de toda mierda académica...
Eso es cierto.
Saludos
G
¿ y el precio Ruiz?¿ Lo venden en selecta?
Lo vendíamos. Ya no lo tenemos. Ss
G
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