jueves, mayo 11, 2017

talleres del entusiasmo

Cada cierto tiempo varios aspirantes a escritores me piden que les recomiende talleres literarios. En este sentido, la franqueza se impone. Jamás iría contra la naturaleza de la escritura: una actividad marcada por la urgencia y la constancia, que solo en la confluencia de estas podemos hallar su estado de gracia: el trance de su ejercicio.
Por ello, sugiero a los aspirantes a inscribirse en talleres impartidos por escritores no solo con reconocida capacidad para transmitir conocimiento, sino que los mismos también sean dueños de una legitimidad literaria. Me vienen a la memoria los talleres de escritura de ficción y no ficción de Marco García Falcón, Juan Manuel Robles y Jeremías Gamboa.
Sin embargo, desde hace un tiempo el concepto de taller ha adquirido una dimensión plástica que aturde, dimensión que en toda la amplitud de su confusión arroja un mensaje atroz: cualquiera puede impartir un taller. No es la primera vez que nos topamos con estos talleres en los que se persigue el lucro haciendo uso del discurso entusiasta, pero los de ahora se presentan en la plenitud de su frivolidad: cualquiera puede ser escritor, solo hace falta ganas y repetir como papagayo, y con el pulgar a lo Terminator, que escribir es posible si es que te lo propones.
En el imprescindible Mientras escribo de Stephen King, el maestro hace hincapié en que no se necesita de un talento excluyente para escribir, que a diferencia de artes como la música y la pintura, el aspirante no necesita ser un escogido por los dioses, sino que debe adecuarse a una disciplina excluyente, por demás aterradora, cuya sola práctica sirve de filtro para separar del saque a los entusiastas de la escritura. Y no solo esto: este filtro no le asegura al sobreviviente un lugar en el parnaso literario. Se entiende que la escritura se conduce por senderos empedrados y lodosos. Sumemos también el no menos imprescindible Leer y escribir del genial V.S. Naipaul, que considera a la lectura como una inseparable acompañante del escritor en formación. Entonces, se deduce de este cruce la esencia que todo taller debe exhibir: los talleres de escritura enseñan a leer y definen la mirada del potencial escritor.
No conozco personalmente a Leslie Guevara, ni a César Bedón, aunque con este último mantuve hace años una breve conversa telefónica a razón de un artículo para Velaverde, como para que se piense que el presente post es un ataque personal. Pues no. El presente post es un claro y abierto señalamiento a la política tallerista de su proyecto Machucabotones
A las pruebas me remito: me basta ver cómo promocionan sus talleres (1, 2, 3, 4, 5 y 6) para saber que lo suyo no es la perfección de la escritura mediante la exigencia y el rigor generoso, sino bajo el fraude del entusiasmo. Este discurso los perjudica, los hace ver ante los entendidos en talleres y los lectores como implícitas secuelas metafóricas de las universidades que se fundaron bajo el amparo del fujimorismo. Aún están a tiempo. ¿A tiempo para qué? Fácil: para no ser considerados como esforzados vendedores de sebo de culebra.

6 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Qué buen post Gabriel. Cierto lo que dices de los talleres. Hay gente que quiere aprender y otros se inscriben para hacer lobby

11:25 a.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

He ido a algunos talleres (pucp, mali, udelima) por lo que puedo decir que no hay mejor maestro que un buen clásico entre las manos. Si se quiere aprender a escribir, pues hay que leer mucho, no existe truco; leer y escribir en base a la influencia recibida de esos libros.

3:26 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Leo todos tus post Gabriel, todos están buenos como tú.

3:40 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Ya era hora que alguien lo diga. Esto es una estafa ¿Qué vendrá ahora? ¿Machucabotones editorial?

4:07 p.m.  
Blogger Crítica Destructiva dijo...

Sí, en efecto, cualquiera puede dictar un taller; la mejor forma de actuar sería recomendarles personas calificadas a los interesados, pero tampoco eso le garantiza resultados a un asistente si éste no reúne las condiciones innatas que requiere el oficio.

3:44 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Tios, hazte una lista de libros que funcionarían como verdaderos talleres. Por ejemplo, tengo aquí al lado una compilación que sacó Caja Negra sobre el Oulipo.

11:18 p.m.  

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