reeditar (otra vez) "ruda"
De los poemarios que me gustarían ver
rescatados este 2019, tanto por su obvio valor poético y su posible impacto en
la lectoría, compuesta principalmente por poetas, aspirantes a poetas, gestores
que contrabandean su propia propuesta mediante la difusión de otros, sin duda Ruda (1998; 2001; 2011) de José Cerna.
Cerna es el poeta más esquivo de la
poesía peruana contemporánea. Algunos datos: perteneció al movimiento Hora Zero
y fue parte de la histórica antología Estos
13 de José Miguel Oviedo. En una edición de Caretas de 1973 podemos
apreciar una entrevista de César Lévano a los entonces horazerianos Enrique
Verástegui, Jorge Pimentel y Cerna, que discuten con el desaparecido periodista
sobre la influencia que les suscita César Vallejo. Es una entrevista con
interesantes cruces de opinión, en la que Cerna se muestra alejado del
protagonismo. Este detalle no es menor, nos permite entender la razón de su
relación con la poesía, el ensimismamiento.
Quien no lo haya leído creerá, por lo
expuesto al final del párrafo anterior, que nos ubicamos en un registro
insular, lejos de la voz social que marcaba la pauta de la poesía setentera,
pero no es así, en Ruda nuestro poeta
se muestra particularmente social, por medio de un viaje a pie por la ciudad, a
la caza de sus asombros y olores, haciendo uso de una voz conducente que anhela
el sosiego tras el largo recorrido. En esa actitud, a la búsqueda de paz,
hallamos la riqueza del voltaje lírico de este poema extenso, a la fecha
vigente y con luces a interpretar. Cerna registra todo lo que puede y sus
versos revelan una epifanía: la transformación de la mirada. Fácil: es el autor
que puede ser. Es un poeta secreto pero su poesía no debe ser así.
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