viernes, julio 19, 2019

interés por la novela histórica


Llego de la inauguración de la FIL, algo cansado por la impensada caminata que hice con un catedrático y crítico sanmarquino. El tiempo invertido valió la pena. Hablamos de muchas cosas, desde la desconexión de la academia y la intelectualidad con el sentir de la población hasta los últimos libros que estamos leyendo. Precisamente en este segundo punto disertamos de algunas novelas de corte histórico, sobre las olas temáticas que vienen “marcando” cierto interés editorial en base a él.
Imposible no pensar en El espía del Inca (Lluvia) de Rafael Dumett, La Perricholi (PRH) de Alonso Cueto y en estas últimas semanas Los Túpac Amaru 1572 – 1827 (Sinco) de Omar Aramayo. Si mal no recuerdo, lo nuevo de Raúl Tola sigue este corte.
Hay pues interés en el sendero histórico, el cual no solo se suscribe a las editoriales grandes, lo vemos también en los sellos independientes y proyectos estatales.
Mi amigo tiene su favorita, la de Dumett. De esa novela hice un artículo en Caretas y creo que es lo mejor que le pudo pasar, generar discusión literaria y no valorarla únicamente mediante discursos sociológicos, antropológicos y, cómo no, históricos. La de Cueto me gusta. Considero que fue muy inteligente al insuflar peso lírico a la prosa, el cual permite al lector navegar a placer. Quizá no haya tanta truculencia argumentativa (marca de la poética del autor), pero sí una atmósfera que coloca al lector en la época representada.
No puedo compartir el mismo entusiasmo por el proyecto de Aramayo, el cual ha sido beneficiado por el programa de Estímulos Económicos del Ministerio de Cultura. Seguramente el jurado calificador quedó extasiado con las dimensiones históricas, las cuales son complejas y atractivas, hay que decir. Pero hay un bache presente en estas páginas, la ausencia del ánimo que debe lucir toda novela más allá de su logro o fracaso: persuasión. Por “momentos”, tenemos la impresión de estar ante una suerte de tratado con pretensiones poéticas, un ánimo que impone y no seduce.
Impresiones de lado, con las que el lector puede o no sintonizar, me agrada que lo histórico venga suscitando interés en los autores peruanos. Como bien señaló Dumett en una entrevista, más o menos así: resultaba inquietante que no haya novelas históricas peruanas teniendo precisamente una historia inquietante que pueda contribuir a la ficción de la misma.





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