jueves, marzo 22, 2018

chicote


Ayer miércoles, día histórico.
PPK renunció pechando al Congreso. Congreso aún más hundido que la imagen del presidente saliente.
Vimos las reacciones de los congresistas, entre estas, las de Becerril, Mulder, Salaverry, Arana y otras cosas peores. Y hoy en la mañana, las de los ex candidatos presidenciales Mendoza y Barnechea. Del primer grupo no espero mucho y del segundo solo desgracia pautada por la demagogia.
Más de uno sospecha que detrás de esta ingobernabilidad están los hermanos Fujimori. La emisión de los videos nos arroja la certeza de que estamos ante una práctica noventera de estilo montesinista y posiblemente ante un plan que busque apoderarse de la enclenque institucionalidad del país.
Estamos, pues, hasta el cuello de mierda.
Como siempre, de estas porquerías es posible sacar algunas conclusiones que van más allá del ámbito político, potenciales enseñanzas para el deshueve vital.
Veamos: el lobismo no conduce a ningún lado, tarde o temprano este te pasa la factura. Hace un tiempo, un inevitable conocido del circuito cultural dijo que en la vida hay que hacer lobby. El afán por el dinero era menor al que sentía por el poder y en esta práctica no llegó a creer en nadie. Ahora lo veo como PPK, en el desprestigio, deambulando por la vida hablando mal del trabajo de otros y a la espera de una nueva oportunidad. 
Pero hay una dimensión del relacionismo que considero la peor: el que se vale de intereses colectivos, llevado a cabo desde el Estado para el beneficio personal. Eso es lo que pasó con el conocido que deambula y ahora lo estamos viendo con el ex presidente. La vida, cuando chicotea, no tiene piedad.

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