miércoles, julio 17, 2019

recomendaciones



Faltan pocos días para la Feria Internacional del Libro de Lima, sin duda, el evento cultural más importante del año en Perú. Lo que sobrará en la FIL serán las novedades, cada cual con su cuota histriónica dependiendo del gusto o huachafada de los autores. Tengo el presentimiento que cosas muy curiosas ocurrirán en los días feriales.
Pero de esto no va el post, sino de un par de preguntas que aprovecho responder por aquí y no por mensajes en las redes, menos en mi cada vez más saturado mail. Las preguntas: ¿qué nuevo libro leer? y ¿qué libro recomendar? Aunque parezcan, no son preguntas que guarden relación.
En la primera, hasta el momento, no tengo dudas en esta recomendación: La comedia literaria (PUCP), las memorias de Julio Ortega. Sugiero que la busquen. Por más que la editorial pertenezca al fondo de una de las universidades más prestigiosas del país, esta no es ajena al mal de todas las editoriales universitarias del medio: la pésima distribución. Es cierto que por estos días la publicación ya está en las principales librerías limeñas, pero es casi un hecho que habrá demora en las respectivas reposiciones. Por eso, en el stand de la PUCP de la FIL la podrán encontrar sin problema alguno. Pasión, amistad, ajustes de cuenta, lecturas, autores favoritos y chisme del bueno, están más que garantizados en el que para mí es el libro peruano que me gusta más en lo que va del año. 
En cuanto a la segunda, la respuesta resulta más personal y por tanto caprichosa. En las ferias voy a la caza de algunos clásicos en ediciones preferentemente anotadas y con diseños atractivos (tapa dura, buena traducción, etc.). Pienso en El Conde de Montecristo de Dumas, que releí en el verano pasado tras cinco años de la última relectura. Quizá sea exagerado lo que vaya a decir, pero este nuevo acercamiento me dio la seguridad de avalar la sospecha íntima. No soy el único convencido de que es la mayor Novela de la Historia. (Imagino a los haters y lectores sin voz enarcando cejas en estos instantes, calma bestias.) Creo que si alguien pretende quedarse enganchado a la experiencia de la lectura (o proyectarlo en otra persona), ser parte de la misma por medio del goce argumental y estilístico, este libro puede significar un antes y un después, y en ello la edad no juega un rol, tal y como lo testimonió Miguel Gutiérrez en ese título cada vez más imprescindible: Celebración de la novela.

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