reconocimiento inmediato
Después de un par de horas de siesta,
reviso el correo electrónico y comienzo a descargar algunos archivos. Los
domingos me desentiendo de estas cosas, por ello, imposible evitar la sensación
de extrañeza relacionada al trabajo.
Mientras hago las descargas, me pongo al
corriente con algunos sucesos de nuestra provincia literaria, la mayoría
incentivadas por la referencialidad inmediata, que seduce a muchos especímenes,
desde exacerbados chancateclas hasta lectores sin voz, entregados a la cacería
de la fama y, en especial, el Like como símbolo de legitimidad.
Aunque la queja no es novedad, la de hoy
exhibe sinvergüencería y estupidez del denunciante, ni hablar de los que cogen
el guante. El apuro conceptual, la vedette verbal de la función estelar que uno
observa con cierto gusto debido a la exposición de humor involuntario, nos
revela la certeza (no más buenagentismo): la desesperación en la construcción
de un nombre.
No estoy en contra de que narradores y
poetas se posicionen, es lo normal. Lo que sí me gustaría es ver lo que
sustenta el ánimo de los pequeños guerreros, es decir, la obra, su posible epifanía
textual. Felizmente, no todos caen en la trampa de la sobredimensión del ego. Así
como hay figurones con chispazos pendencieros que al final son enfrentados por
sus aliados de ocasión, existen voces que vienen trabajando/escribiendo/leyendo
en silencio, privilegiados espectadores del espectáculo virtual. No lo negaremos:
también nos divertimos.
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