metáfora de lo peor
Así es, un potencial asesino podría ser el
próximo alcalde de Lima. No sorprende, no es la primera vez que la decencia y
el sentido común son dejados de lado. Ya ocurrió con Humala, apoyado por toda
la izquierda peruana, que sabía de las serias sospechas de asesinato mientras
se desempeñó en las zonas de emergencia durante los años del terror. No les
importó, los principios se los pasaron por los huevos.
Un indignante desenlace: el Poder
Judicial absuelve a Urresti y declara culpables a todos sus subalternos en el
caso del periodista Hugo Bustíos. Se libra del encierro por falta de pruebas,
no porque fuera inocente, pequeña diferencia que en una sociedad normal
marcaría una tajante diferencia, un filtro, para todos aquellos que postulen a
un cargo público. Como este es el país de los pendejos, todo sucede: un
violador puede ser una autoridad política, un asesino tiene chances de llegar a
la presidencia, un empresario ducho en lavanderías solidifica posibilidades de
convertirse en referente de la educación y así esta seguidilla de atrocidades
no conoce fin porque estamos en un país en donde lo imposible es posible
siempre y cuando tengas los medios y los contactos a la mano.
A esta maravilla sumamos la criollada y
la insensibilidad. Por ejemplo, ayer las huestes de Urresti se burlaron del
dolor de la hija de Bustíos. Hay algo torcido/podrido en las almas que
conforman esa portátil del hoy candidato a la Alcaldía de Lima, pero uno
quisiera que solo sea en ese minúsculo grupo, pero no, es solo la metáfora de
una podredumbre mayor. Hasta las huevas.
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