Silvio, Silvio
Sé que este post puede ser razón de peso como para que me gane no pocas cóleras, pero desde hace buen rato son varias las puntas quienes me preguntan si voy a ir al concierto de Silvio Rodríguez. Y yo les digo que no. Puta, si Silvio es paja, me dicen. Bueno, puede ser paja para ti, para mí no. Mi preocupación ahora está centrada en saber si estaré, sí o no, en el concierto, en el verdadero concierto, o sea el de Roger Waters.
Pero hay unas cuantas cosas que me gustaría decir de este cubano referencial, de este amante de la vida, de los valores como la libertad, etc., y lo primero que se me viene a la mente es la palabrita llamada inconsecuencia. Ahora, esto no tiene nada que ver con su postura política o ideológica. Yo estoy convencido de que las personas tienen todo el derecho de creer en lo que les de la gana, pero toda creencia que uno opte –por más descabellada que esta sea- tiene un plus incuestionable en lo que se piensa (pregona) con lo que se actúa.
Y ahora que lo pienso (así a la volada), no logro entender a ciertas personas de tendencia de izquierda que se la pasan puteando al sistema capitalista y neoliberal, cuando su realidad les indica que viven en vilo a la espera de una respuesta positiva a una beca que les pueda otorgar una universidad gringa; beca, claro está –muchas veces- subvencionada por el puto sistema del que tanto denostan. Como tampoco puedo dejar de pensar en esos amigos radicales que se la pasan hablando de la pobreza y del hambre mientras tragan una costilla de res en algún conocido y carísimo restorán de la capital. Como tampoco puedo olvidar a aquellos que nos advierten de los peligros que nuestra identidad corre debido a la alineación cultural, escuchando eso sí, alguna canción de Joy Division, Happy Mondays, Talking heads, etc. Y sobre todo, aquellos que por justificar una bequita se alzan con todo un discurso tan descabellado como el hecho de que en Perú se vivió una guerra civil (¿generación de la violencia?). O sea, se “lucra” con algo tan delicado, demostrando así que su inclinación ideológica obedece más a los intereses que les puede deparar el “soy de izquierda”, que a un verdadero espíritu que yace en la convicción. Yo me pregunto si “alguien” sería capaz de colgar a quien declare abiertamente su preferencia por Sendero Luminoso; no creo que exista ese “alguien”.
Pues es eso lo que me fastidia de Silvio Rodríguez: el manejo de un rollo político que lo canaliza a través de sus canciones. Sus canciones están premunidas de un espíritu romántico en los que se enarbola al amor y la libertad. Por ello, siempre me ha extrañado que defienda a capa y espada un régimen como el castrista, muy conocido este por restringir lo que Silvio alegremente expresa en sus letras. No creo que este patita desconozca de la gente injustamente encarcelada por el gran pecado de pensar diferente. ¿Acaso este patita no sabe la causa que lleva a muchos cubanos a huir de la isla a más mínima oportunidad? Recordemos que Silvio fue soldado de este régimen dictatorial, por lo tanto, me resulta no creer que él haya sido uno de esos tantos milicos que perseguían a quienes eran contrarios a la dizque revolución, y si no fue así, eso no lo salva de haber sido testigo de esos atropellos a las libertades esenciales. Chitón mi pana, me quedo callado, me dice Silvio por el messenger.
Ahora, con esto no quiero decir que Silvio sea un mal artista. Por el contrario, su talento y su formación son un par de elementos incuestionables en él. Además, yo no descalifico a nadie por su inclinación ideológica. Pero me fastidia mucho la pose, la asquerosidad sublimada, ergo, la irrefutable inconsecuencia.
Pero hay unas cuantas cosas que me gustaría decir de este cubano referencial, de este amante de la vida, de los valores como la libertad, etc., y lo primero que se me viene a la mente es la palabrita llamada inconsecuencia. Ahora, esto no tiene nada que ver con su postura política o ideológica. Yo estoy convencido de que las personas tienen todo el derecho de creer en lo que les de la gana, pero toda creencia que uno opte –por más descabellada que esta sea- tiene un plus incuestionable en lo que se piensa (pregona) con lo que se actúa.
Y ahora que lo pienso (así a la volada), no logro entender a ciertas personas de tendencia de izquierda que se la pasan puteando al sistema capitalista y neoliberal, cuando su realidad les indica que viven en vilo a la espera de una respuesta positiva a una beca que les pueda otorgar una universidad gringa; beca, claro está –muchas veces- subvencionada por el puto sistema del que tanto denostan. Como tampoco puedo dejar de pensar en esos amigos radicales que se la pasan hablando de la pobreza y del hambre mientras tragan una costilla de res en algún conocido y carísimo restorán de la capital. Como tampoco puedo olvidar a aquellos que nos advierten de los peligros que nuestra identidad corre debido a la alineación cultural, escuchando eso sí, alguna canción de Joy Division, Happy Mondays, Talking heads, etc. Y sobre todo, aquellos que por justificar una bequita se alzan con todo un discurso tan descabellado como el hecho de que en Perú se vivió una guerra civil (¿generación de la violencia?). O sea, se “lucra” con algo tan delicado, demostrando así que su inclinación ideológica obedece más a los intereses que les puede deparar el “soy de izquierda”, que a un verdadero espíritu que yace en la convicción. Yo me pregunto si “alguien” sería capaz de colgar a quien declare abiertamente su preferencia por Sendero Luminoso; no creo que exista ese “alguien”.
Pues es eso lo que me fastidia de Silvio Rodríguez: el manejo de un rollo político que lo canaliza a través de sus canciones. Sus canciones están premunidas de un espíritu romántico en los que se enarbola al amor y la libertad. Por ello, siempre me ha extrañado que defienda a capa y espada un régimen como el castrista, muy conocido este por restringir lo que Silvio alegremente expresa en sus letras. No creo que este patita desconozca de la gente injustamente encarcelada por el gran pecado de pensar diferente. ¿Acaso este patita no sabe la causa que lleva a muchos cubanos a huir de la isla a más mínima oportunidad? Recordemos que Silvio fue soldado de este régimen dictatorial, por lo tanto, me resulta no creer que él haya sido uno de esos tantos milicos que perseguían a quienes eran contrarios a la dizque revolución, y si no fue así, eso no lo salva de haber sido testigo de esos atropellos a las libertades esenciales. Chitón mi pana, me quedo callado, me dice Silvio por el messenger.
Ahora, con esto no quiero decir que Silvio sea un mal artista. Por el contrario, su talento y su formación son un par de elementos incuestionables en él. Además, yo no descalifico a nadie por su inclinación ideológica. Pero me fastidia mucho la pose, la asquerosidad sublimada, ergo, la irrefutable inconsecuencia.
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