Bryce
Para todo aquel que ha disfrutado de los libros de Alfredo Bryce Echenique nos causa una inmensa pena lo que está ocurriendo con él en estos días. En lo personal sí le estoy agradecido por haberme hecho pasar momentos inolvidables con tres novelas que guardo atesoradas en mi memoria: Tanta veces Pedro, Un mundo para Julius y No me esperen en abril (esta, al menos para mí, la mejor).
No quiero hacerme el desentendido, ni mucho menos tratar de encontrar algún tipo de barajo para justificar algo que cada día es más patente debido a las pruebas (o llámesele coincidencias) que están apareciendo en no pocos medios de información. El plagio es algo serio, e indudablemente este adquiere proporciones mayores cuando se habla de un escritor de su talla; motivo que sirve también como medio de ataque para aquellos que consideran que es un escritor que no escribe nada de valor en mucho tiempo, opiniones que respeto pero que ni loco comparto, aunque eso no me exime de reconocer que hay obras de Bryce que son muy que mediocres, El huerto de mi amada puede servir de ejemplo.
De comprobarse fehacientemente que hubo plagio por parte de Bryce, creo que no estaría nada mal que este entrañable autor pida disculpas a su legión de lectores. Es lamentable que el simple acto de pedir disculpas sea visto en nuestra sociedad como un símbolo de debilidad, la cual sirve de abono para la cada vez más creciente cultura del pendejito, del vivazo, etc. Yo jamás he visto que tenga algo de malo el pedir disculpas, el reconocer los errores es parte de la integridad y formación que se recibe en casa, el esquivarlo o hacerse el loco, para mí, es sinónimo de una axiomática debilidad personal y una evidente rúbrica de estrechez mental.
Por ello, si Alfredo Bryce Echenique pide disculpas –repito: si es que se comprueba que hubo plagio-, estoy seguro que este mal rato que lo tiene como protagonista pasará, y de hecho - aunque le duela a algunos imbéciles que ya están dictaminando su fin (tamaña ahuevonada, como le escuché decir a una colombiana)- su legión de agradecidos lectores se multiplicará.
No quiero hacerme el desentendido, ni mucho menos tratar de encontrar algún tipo de barajo para justificar algo que cada día es más patente debido a las pruebas (o llámesele coincidencias) que están apareciendo en no pocos medios de información. El plagio es algo serio, e indudablemente este adquiere proporciones mayores cuando se habla de un escritor de su talla; motivo que sirve también como medio de ataque para aquellos que consideran que es un escritor que no escribe nada de valor en mucho tiempo, opiniones que respeto pero que ni loco comparto, aunque eso no me exime de reconocer que hay obras de Bryce que son muy que mediocres, El huerto de mi amada puede servir de ejemplo.
De comprobarse fehacientemente que hubo plagio por parte de Bryce, creo que no estaría nada mal que este entrañable autor pida disculpas a su legión de lectores. Es lamentable que el simple acto de pedir disculpas sea visto en nuestra sociedad como un símbolo de debilidad, la cual sirve de abono para la cada vez más creciente cultura del pendejito, del vivazo, etc. Yo jamás he visto que tenga algo de malo el pedir disculpas, el reconocer los errores es parte de la integridad y formación que se recibe en casa, el esquivarlo o hacerse el loco, para mí, es sinónimo de una axiomática debilidad personal y una evidente rúbrica de estrechez mental.
Por ello, si Alfredo Bryce Echenique pide disculpas –repito: si es que se comprueba que hubo plagio-, estoy seguro que este mal rato que lo tiene como protagonista pasará, y de hecho - aunque le duela a algunos imbéciles que ya están dictaminando su fin (tamaña ahuevonada, como le escuché decir a una colombiana)- su legión de agradecidos lectores se multiplicará.
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