Un partidazo de México 86
No recuerdo el mes, ni el día, del partido disputado entre franceses y brasileños en el marco de Los Cuartos de Final del Mundial de México 86. Pero lo que sí tengo presente es que se trata del primer partido de mundial que observé, de principio a fin, con detenimiento
Tenía 8 años y seguía con mucha intermitencia el desarrollo del certamen, que es, para casi todos, uno de los mejores jugados (infinitamente superior a los de Italia 90 y USA 94). Imposible olvidar las goleadas de Dinamarca, capitaneada por un gran jugador subvalorado como Brian Laudrup, a Uruguay y España. Imposible olvidar la constancia de Maradona Soccer Club, equipo que, como es sabido, ganó el mundial. Imposible no tener en cuenta el encuentro entre mexicanos y alemanes por Cuartos de Final, los anfitriones terminaron llorando por la eliminación. Imposible pasar por alto el empate entre paraguayos y los dueños de casa por la primera fase de grupos, el penal atajado, en el último minuto, de Roberto “El Gato” Fernández al no menos impetuoso (y panudazo) Hugo Sánchez fue un solapado presagio de que este no alzaría la copa.
Pero ninguno de estos encuentros tiene la fuerza, dolor, alegría y tristeza como el disputado entre cariocas y galos. No hubo término medio para las emociones. Ambas escuadras tenían jugadorazos. A veces me pregunto qué hubiera ocurrido si los auriverdes ganaban ese partido. Si eso hubiera acaecido, pues pasaban por alto a los alemanes en la Semifinal y de hecho le ganaban a Maradona Soccer Club. Ese equipo brasileño, después del de México 70, es el más completo que he podido ver. Zico, Sócrates, Julio César, Jozimar, Careca, Alemao, Branco (el mejor lateral izquierdo de la historia), etc., etc. De todos ellos, solo Branco llegó a ganar una copa mundial, en USA 94 (el peor de los mundiales).
Sin embargo, en ese encuentro, los franceses tuvieron un par de factores a favor: 1) no eran los favoritos y 2) tenían arquero.
Los brasileños se adelantan en el marcador por medio de un golazo de Careca. Le cruza la pelota al golero Joel Bats luego de una endiablada triangulación. Revienta el estadio Azteca al compás de samba y sudor. Era el minuto 15. Empero, los capitaneados por Michel Platini no se quedan atrás, a punta de fuerza y ganas avanzan en supuestas triangulaciones en M, hasta que en uno de los intentos cruzan la pelota en el área chica brasileña, era una pelota fácil, pero los auriverdes no tienen arquero. Gol de Francia, gol del capitán, muy buena manera de celebrar su cumpleaños 31.
Para el segundo tiempo, el entrenador brasileño, el gran Telé Santana (muy recordado por su campaña con el Sao Paolo en los 90), era fastidiado por la fanaticada, que a punta de gritos le exigía que ponga a Zico, y así se asegure la victoria. Para ese mundial, el popular Pelé Blanco arrastraba una lesión en la rodilla, por lo tanto, su inclusión en un partido tan disputado era prácticamente una moneda al aire.
Un ataque de los favoritos. Con triangulación endiablada para variar. Branco recibe un pase de Zico, corre con toda velocidad. Joel Bats sale a cortar, le achica el ángulo, listo para tirarse y abrazar el balón, pero como Branco es vivazo, puntea la pelota antes de que el arquero la coja. Un paso adelante, contacto entre jugadores, y la inevitable finta de dolor. Penal. Indignación francesa. Alegría brasileña.
¿Quién es el encargado de ejecutar el penal?
Cantadazo. El ídolo de la fanaticada. Zico.
Zico coge la pelota. La ubica en el punto de penal. No mira al arquero. Sus ojos están clavados en un incierto punto de los ángulos del arco. ¿Derecha o izquierda? ¿Izquierda o derecha? Corre y dispara. Bats intuye, impide el gol. La fanaticada auriverde no lo puede creer. “Mejor hubiera pateado Branco”, “No, mejor Sócrates”. ¿Quién entiende a los hinchas?
Un partido arduo. Ambos equipos están cansados. La temperatura llega a los 40 grados. El segundo tiempo del suplementario es de mero trámite. Termina el encuentro.
Radiografía de los penales:
Por Francia: Stopira, Amoros, Belone, Platini y Fernández. Por Brasil: Sócrates, Alemao, Zico, Branco y Julio César.
Sócrates falla el primer penal. Al regresar a su país fue muy criticado por la manera tan displicente de ejecutar su disparo.
Los franceses Stopira y Amoros cumplen. Alemao hace lo propio, de lejos el de mayor calidad técnica de todos los ejecutantes.
Zico, pensando en que sería una locura regresar a Río de Janeiro si vuelve a fallar un penal, anota.
El disparo de Belone choca en el parante izquierdo. Toda la hinchada, toda Sudamérica y todo el banco auriverde grita, celebra… Pero la alegría dura un segundo, la pelota caprichosa rebota en la cabeza del arquero brasileño Carlos. El árbitro aprueba el gol. Los jugadores brasileños le reclaman, Sócrates se lo quiere comer.
Branco no se hace problemas. Arquero a la izquierda, la caprichosa a la derecha.
Platini, sintiéndose más ídolo que nunca, pensando en la juerga que se meterá con sus compañeros por la victoria y su cumpleaños, besa a la caprichosa. “Te amo, gordita”. “Muaaaack”. Pero lo que no se imagina es que a miles de kilómetros del estadio Azteca, en una favela de Florianopolis, están reunidos los patriarcas de la curandería invocando la fuerza de Oxalá, bebiendo la sangre de gallos degollados.
El disparo se va a la tribuna. “¿Qué hago?”, se pregunta Platini. “Llévate las manos a la cabeza, pon cara de circunstancias”, le dice una vocecita. El jugador obedece.
“La suerte del campeón”, dice un hincha brasileño. Las mujeres de la torcida mueven más que nunca las caderas.
El defensa Julio César tiene fama de ser un buen penalero. Sus disparos son fuertes y esquinados. Pero se pasa de revoluciones, su tiro choca en el poste derecho. Bats intuye la dirección y celebra el no-gol como si fuera mérito suyo.
La torcida no lo puede creer. Las mujeres dejan de cimbrear las caderas. En Florianopolis, más de un curandero se ahoga con la sangre de los gallos.
Luis Fernández sabe que en sus pies está la clasificación a la Semifinal. Camina despacio al punto de penal, acomoda bien y con delicadeza a la caprichosa. No la besa. Dispara. Pelota a la izquierda y Carlos a la derecha.
Alegría. Tristeza.
Un partidazo.
Aquí tienen un resumen, entre los muchos que hay en Youtube:
Tenía 8 años y seguía con mucha intermitencia el desarrollo del certamen, que es, para casi todos, uno de los mejores jugados (infinitamente superior a los de Italia 90 y USA 94). Imposible olvidar las goleadas de Dinamarca, capitaneada por un gran jugador subvalorado como Brian Laudrup, a Uruguay y España. Imposible olvidar la constancia de Maradona Soccer Club, equipo que, como es sabido, ganó el mundial. Imposible no tener en cuenta el encuentro entre mexicanos y alemanes por Cuartos de Final, los anfitriones terminaron llorando por la eliminación. Imposible pasar por alto el empate entre paraguayos y los dueños de casa por la primera fase de grupos, el penal atajado, en el último minuto, de Roberto “El Gato” Fernández al no menos impetuoso (y panudazo) Hugo Sánchez fue un solapado presagio de que este no alzaría la copa.
Pero ninguno de estos encuentros tiene la fuerza, dolor, alegría y tristeza como el disputado entre cariocas y galos. No hubo término medio para las emociones. Ambas escuadras tenían jugadorazos. A veces me pregunto qué hubiera ocurrido si los auriverdes ganaban ese partido. Si eso hubiera acaecido, pues pasaban por alto a los alemanes en la Semifinal y de hecho le ganaban a Maradona Soccer Club. Ese equipo brasileño, después del de México 70, es el más completo que he podido ver. Zico, Sócrates, Julio César, Jozimar, Careca, Alemao, Branco (el mejor lateral izquierdo de la historia), etc., etc. De todos ellos, solo Branco llegó a ganar una copa mundial, en USA 94 (el peor de los mundiales).
Sin embargo, en ese encuentro, los franceses tuvieron un par de factores a favor: 1) no eran los favoritos y 2) tenían arquero.
Los brasileños se adelantan en el marcador por medio de un golazo de Careca. Le cruza la pelota al golero Joel Bats luego de una endiablada triangulación. Revienta el estadio Azteca al compás de samba y sudor. Era el minuto 15. Empero, los capitaneados por Michel Platini no se quedan atrás, a punta de fuerza y ganas avanzan en supuestas triangulaciones en M, hasta que en uno de los intentos cruzan la pelota en el área chica brasileña, era una pelota fácil, pero los auriverdes no tienen arquero. Gol de Francia, gol del capitán, muy buena manera de celebrar su cumpleaños 31.
Para el segundo tiempo, el entrenador brasileño, el gran Telé Santana (muy recordado por su campaña con el Sao Paolo en los 90), era fastidiado por la fanaticada, que a punta de gritos le exigía que ponga a Zico, y así se asegure la victoria. Para ese mundial, el popular Pelé Blanco arrastraba una lesión en la rodilla, por lo tanto, su inclusión en un partido tan disputado era prácticamente una moneda al aire.
Un ataque de los favoritos. Con triangulación endiablada para variar. Branco recibe un pase de Zico, corre con toda velocidad. Joel Bats sale a cortar, le achica el ángulo, listo para tirarse y abrazar el balón, pero como Branco es vivazo, puntea la pelota antes de que el arquero la coja. Un paso adelante, contacto entre jugadores, y la inevitable finta de dolor. Penal. Indignación francesa. Alegría brasileña.
¿Quién es el encargado de ejecutar el penal?
Cantadazo. El ídolo de la fanaticada. Zico.
Zico coge la pelota. La ubica en el punto de penal. No mira al arquero. Sus ojos están clavados en un incierto punto de los ángulos del arco. ¿Derecha o izquierda? ¿Izquierda o derecha? Corre y dispara. Bats intuye, impide el gol. La fanaticada auriverde no lo puede creer. “Mejor hubiera pateado Branco”, “No, mejor Sócrates”. ¿Quién entiende a los hinchas?
Un partido arduo. Ambos equipos están cansados. La temperatura llega a los 40 grados. El segundo tiempo del suplementario es de mero trámite. Termina el encuentro.
Radiografía de los penales:
Por Francia: Stopira, Amoros, Belone, Platini y Fernández. Por Brasil: Sócrates, Alemao, Zico, Branco y Julio César.
Sócrates falla el primer penal. Al regresar a su país fue muy criticado por la manera tan displicente de ejecutar su disparo.
Los franceses Stopira y Amoros cumplen. Alemao hace lo propio, de lejos el de mayor calidad técnica de todos los ejecutantes.
Zico, pensando en que sería una locura regresar a Río de Janeiro si vuelve a fallar un penal, anota.
El disparo de Belone choca en el parante izquierdo. Toda la hinchada, toda Sudamérica y todo el banco auriverde grita, celebra… Pero la alegría dura un segundo, la pelota caprichosa rebota en la cabeza del arquero brasileño Carlos. El árbitro aprueba el gol. Los jugadores brasileños le reclaman, Sócrates se lo quiere comer.
Branco no se hace problemas. Arquero a la izquierda, la caprichosa a la derecha.
Platini, sintiéndose más ídolo que nunca, pensando en la juerga que se meterá con sus compañeros por la victoria y su cumpleaños, besa a la caprichosa. “Te amo, gordita”. “Muaaaack”. Pero lo que no se imagina es que a miles de kilómetros del estadio Azteca, en una favela de Florianopolis, están reunidos los patriarcas de la curandería invocando la fuerza de Oxalá, bebiendo la sangre de gallos degollados.
El disparo se va a la tribuna. “¿Qué hago?”, se pregunta Platini. “Llévate las manos a la cabeza, pon cara de circunstancias”, le dice una vocecita. El jugador obedece.
“La suerte del campeón”, dice un hincha brasileño. Las mujeres de la torcida mueven más que nunca las caderas.
El defensa Julio César tiene fama de ser un buen penalero. Sus disparos son fuertes y esquinados. Pero se pasa de revoluciones, su tiro choca en el poste derecho. Bats intuye la dirección y celebra el no-gol como si fuera mérito suyo.
La torcida no lo puede creer. Las mujeres dejan de cimbrear las caderas. En Florianopolis, más de un curandero se ahoga con la sangre de los gallos.
Luis Fernández sabe que en sus pies está la clasificación a la Semifinal. Camina despacio al punto de penal, acomoda bien y con delicadeza a la caprichosa. No la besa. Dispara. Pelota a la izquierda y Carlos a la derecha.
Alegría. Tristeza.
Un partidazo.
Aquí tienen un resumen, entre los muchos que hay en Youtube:
Imagen, el penal que Bats le ataja a Zico. Tomada de aquí.
7 Comentarios:
Buen post y de acuerdo con que el Francia-Brasil es un partidazo. Pero una corrección: Brian Laudrup recién debutó en la selección danesa en 1987, y brilló en selecciones (y mundiales) posteriores. Los ídolos daneses de esa época, si mi memoria no me falla, fueron los hermanos Olsen. Suerte,
A.
Tienes razón, me refería a su hermano mayor, Michael. Averiguaré si fue él el capitán danés en México 86.
G.
Sí, se trata de Michel Laudrup, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Y como si el virus fuera hereditario, Brian, su hermano, fue la pesadilla de Brasil y Nigeria en Francia 98. Hay un pequeño error en tu post: Dinamarca no goleó a España, fue al revés. Lo cual prueba que España puede lograr la hazaña más grande en una etapa eliminatoria y perder luego contra un equipo inferior ya cerca de las finales. En esa oportunidad, creo que el verdugo fue Bélgica. Ahora, la selección de Brasil pertenece a una era en que todavía existía el número 10 y por eso habían grandes selecciones con hombres representativos. Brasil no era grande al azar; le obligaban a la grandeza los rivales: la Rusia de Belanoff, la Francia de Platini, la Alemania de Rumenigge, la Argentina enana de un gigante Maradona. El gran jugador de ese Brasil fue Sócrates: inigualable en elegancia, precisión y sobre todo "ritmo". Sócrates hacía de los partidos piezas musicales. La historia es cruel e ingrata muchas veces: el Brasil de Telé Santana, el equipo más maravilloso de la historia del fútbol, junto a la Holanda de Cruyff, no levantó la copa ni una vez en aquella fabulosa década; pero sí lo hizo el Brasil mediocre de Parreira en los Estados Unidos y el Brasil tacaño del "Quino el Sucio" en Corea. No importa. Han habido grandes escritores que no han ganado el Nóbel, y escritores mediocres que sí lo han hecho.
Así es. España goleó a Dinamarca. Los daneses se adelantan en el marcador, pero pocos pensaban que los españoles les darían una "paliza".
El partido estuvo genial. En realidad los jugadores de uno y otro equipo representaban dos posturas de la naturaleza, por una parte la alegría y el arte, y por el otro la alegría y la elegancia...
Fué el 21 de Junio de 1986 me acuerdo muy bién ya tenia 14 años, fué uno de los mejores partidos de ese mundial, Zico falla 2 penaltis y Joel Bats un gran cancerbero.
Pero también Francia tenia al incisivo Janik Stopira quien debutaba en ese mundial, luego las estrella Platini, alan Girese, Tigana, Manuel Amoros, Luis Fernández, etc. Y Brasil, Zico, Falcao Sócrates, Toniño Cerezo, Junior, el zurdo eder
fue el ultimo gran partido de loa mundiales cuando se jugaba por amor a la camiseta y no al billete. Pero Tele Santana cometionerrores mortales dejo en la banca a Falcao un crack y puso a Silas sin experiencia, saco a Junior y dejo a Socrates cuando debio ser al reves y el oenal lo debio patear Careca y no Zico al reves del de Polonia en octavos que debio patear Zico y no Careca.
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