El árbol de la vida - The Tree of Life
Recorro Cinencuentro y encuentro un artículo de la escritora y cineasta Rossana Díaz sobre la última película de Terrence Malick, The Tree of Life.
Tengo la esperanza de que esta película, tarde o temprano, estará en Lima. Ya les aviso.
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Malick es, por no decir el único, uno de los pocos directores norteamericanos que ha realizado una obra metafísica y filosófica, de una profundidad en la que se confunden las historias familiares con las historias bíblicas, lo personal y lo universal, dejándonos siempre la sensación de que hay algo más allá que ha querido decirnos a través de sus poderosas imágenes, que en una segunda visión siempre podremos comprender mejor. Casi como en la obra de Tarkovski, salvando las distancias culturales, en las películas de Malick la naturaleza se convierte siempre en fuente de explicación de vida, porque por sobre ella es que han pasado las generaciones, viviendo y muriendo, acertando y equivocándose, como testigo del origen y el fin de los tiempos. Y es como que todo se funde para explicar nuestra existencia, los amaneceres y los atardeceres, el paso del tiempo de las personas y el histórico, los árboles y los ríos, y nos sentimos de pronto en el universo, comprendemos que en nuestras épocas modernas hemos olvidado que estamos unidos a él y que una fuerza que no podemos explicar de manera racional nos une a través de los tiempos con todos los otros seres humanos que han pasado por sobre la faz de la tierra. El cine de Malick está en ese limbo donde se encuentran las obras de los visionarios y los poetas.
El árbol de la vida (The Tree of Life) es la última película de Malick, recientemente ganadora del Festival de Cannes. Interpretada por Brad Pitt y Sean Penn, éste último con una aparición brevísima, aunque el peso de la historia recae más sobre los niños protagonistas. Y es, tal como su título nos los sugiere, una película que explica la vida. Pero no sólo la vida de los personajes que aparecen en el filme, sino la vida de todos, desde el origen, cuando todo era espacio, cuando todo era magma, cuando sólo los peces vivían en el mundo, y todo esto, uniéndolo a la historia de una familia en los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX, que vive sobre esta tierra que ha sobrevivido a todas las catástrofes a través de las eras y que parece ahora encontrarse al borde del final, el final de esa vida o árbol de vida que nos ha sido dado como regalo y que sólo hemos sabido destruir a través de generaciones. Porque en esta obra maestra de Malick se dan el encuentro todas sus ideas que ha ido volcando de a pocos en cada una de sus películas, como si a través de cada una de ellas hubiese estado escribiendo el guión de esta última, en la cual al fin ha dicho claramente lo que realmente ha estado queriendo decir en cada una de sus historias: el ser humano ha venido al mundo para destruirlo y ese es su destino sin remedio. ¿Y cómo se van destruyendo los seres humanos a lo largo de sus vidas? Con la violencia de padres a hijos, que a su vez nos lleva a la violencia para con los otros –el momento clave en el que un niño aprende a torturar a un animalito inocente– violentando así el universo, la armonía, el orden primigenio del mundo, la naturaleza, hasta llegar al mundo moderno de los rascacielos, a las guerras, a las muertes inexplicables, a la gran soledad, alejándonos de nuestra verdadera esencia, pero sobre todo, y lo más importante, es que a través de todo este proceso de destrucción el ser humano aprende a vivir sin amor. Y he aquí la gran tragedia del universo.
Contar esta película es como contar el misterio, el secreto. No nos podemos quedar en el simple argumento de una familia a lo largo de los años, porque éste es el punto de partida de Malick para construir toda su visión del mundo. En ella también hay correspondencias con otras películas: la visión oscura de las consecuencias del exceso de autoridad de La cinta blanca (Michael Haneke), o la metáfora de Los desterrados (The Banishment, de Andrei Zviagintsev) y aquella poesía de algunas de las mejores películas de Tarkovski. En The Tree of Life, Terrence Malick nos ha dado su película más personal, en la que nos expone su visión apocalíptica de nuestra actual sociedad, a través de la belleza poética de las imágenes, a través del simbolismo de la naturaleza, a través de la metáfora de la familia. Es cine hecho para sacudirnos de nuestro letargo y comodidad, es cine hecho para recordar la religión que hemos perdido, es la metafísica del fin de los tiempos y la necesidad de dar y recibir amor para poder salvarnos. Sí, es cine religioso pero sin religión, es el mensaje de un Dios desconocido que está en el origen del universo hace miles de años, que nos recuerda que hemos mancillado la creación, que nos hemos alejado del paraíso y que estamos condenados a ello.
1 Comentarios:
Un comentario de lo más interesante. Para mí, Malick adopta una posición cercana a Spinoza, la naturaleza o Dios. Un saludo!!!
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