miércoles, septiembre 25, 2013

Influencia


Me encuentro en la librería leyendo, fumando y tomando café, harto café. Leo Memorias de Albert Speer y escucho a bajo volumen el maravilloso Talking Book de Stevie Wonder. Parece una tarde tranquila, aunque me dicen que hubo un temblor, más o menos fuerte, el cual no sentí para nada. No transcurre mucho tiempo y recibo la visita de Artaud, que me entrega un poemario de quien, para él, es una de las mayores promesas de la nueva poesía peruana, Todavía ladran afuera (Tajo, 2013) de Omar Livano. Debido a su entusiasmo, leeré este poemario en las próximas horas y dejaré de lado a Speer.
Pese a que Artaud y yo hemos conversado detenidamente sobre poesía peruana contemporánea, nunca le he preguntado por los nuevos grupos poéticos que han aparecido, es decir, a qué obedecen, qué referentes siguen. Él pertenece a uno llamado Tajo. Pues bien, el día de ayer vinieron a buscarme dos integrantes del grupo Mutantres, uno de ellos El traductor, quienes me invitaron a participar de un lance, al que no accedí porque no era mi día de vuelo.
Por lo que me relata Artaud, Tajo y Mutantres mantienen una guerra declarada debido a diferencias estéticas (aunque ideológicamente tienen más de un punto en común) y una que otra vez se han agarrado a puñete limpio por allí. Sea por las redes sociales o por los volantes que llegan a mí, se deduce que son contestatarios, capaces de irrumpir en cuanto acto cultural consideren una ofensa al buen gusto. Ambas agrupaciones son también hacedoras de homónimas revistas literarias, en las que dan a conocer sus poemas y manifiestos. Sus campos de batalla son las universidades Villarreal y San Marcos, respectivamente. Es que estos malos muchachos no aguantan el maniqueo discurso oficialista de los celadores de la academia, ni a los profesores favorecidos por la inclinación partidaria, mucho menos a los que pretenden entronizarse.
Al respecto, el Departamento de Actividades de Mutantres ha tenido la mala/generosa idea de invitarme, para noviembre, a La Antisemana de la Literatura a realizarse en San Marcos, en donde ofreceré una charla sobre narrativa peruana última. Se suponía que también iba a participar en una actividad organizada por la oficialidad académica, una semana antes de la Antisemana, en la llamada La Semana de la Literatura. Al parecer, los organizadores se enteraron que andaba en conversaciones con El traductor y su equipo y desistieron de la invitación que me hicieron, cosa que me frustra porque sí tenías ganas de romperla con mi ponencia sobre Bolaño y el Post Boom.
¿Censura?
Ni hablar.
En fin, será para otra oportunidad, para cuando los enfrentamientos se calmen y se chupe y lance un poco más.
Sigo conversando con Artaud y me es imposible no preguntarle por la influencia directa para Tajo. Una pregunta parecida se la hice al Traductor la noche anterior. Aquí viene lo interesante: tanto Artaud y El Traductor fueron enfáticos sobre su influencia poética nacional. Por un momento pensé que se referirían al grupo ochentero Kloaka, pero no, Kloaka, más allá de un par de buenos poetas y algunos poemas que rozan la perdurabilidad, aún no cala como conjunto epifánico en las nuevas camadas de poetas peruanos. Y eso que cada día se escribe, ya sea desde la academia o fuera de ella, de la agrupación que lideró Santiváñez. Haciendo memoria, y diciéndolo en buena onda, en todos estos años nunca me he topado con agrupaciones de poetas que vean a Kloaka como un modelo a seguir. ¿Qué pasa? ¿Por qué los nuevos poetas peruanos siguen bebiendo de Hora Zero? ¿Por qué prefieren a los setenteros que a los ochenteros?
Podríamos ensayar más de una respuesta, perdernos en los vericuetos del contexto histórico y demás tópicos. En lo que a mí respecta, yo la tengo muy clara: Hora Zero sigue influenciando porque albergó a grandes poetas que publicaron grandes poemarios. Este detalle resulta capital. Poéticamente Kloaka sufre una goleada ante Hora Zero, algo así como un enfrentamiento entre el UTC y el Chelsea. Y de ello se da cuenta más de un nuevo novísimo, que en determinado momento de su vida busca reunirse, juntarse, proyectar una sensibilidad grupal, en una especie de previa al camino propio.

4 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Dile a Artaud que si no lo conoce, puede ver a su homónimo Antonin en el filme “La pasión de Juana de Arco” de C. T. Dreyer, donde él interpreta al monje pirómano que desea con furor eclesiástico ver achicharrada a Juana (la cosa no es precisamente en vivo y en directo pero a falta de pan…….). Ah, y espero que la chapa se la hayan puesto sus patas del alma y no él mismo…..

11:37 a.m.  
Blogger Revista Mutantres dijo...

Hola Gabriel. Probablemente yo sea "El traductor". Ja. En lo importante que mencionas, con respecto a las influencias horazerianas, estoy de acuerdo. Saludos. Ah, de paso invito a nuestros colegas villarrealinos a asistir a la presentación de la revista mañana viernes 27 de setiembre en el Facultad de Ciencias Sociales. Abrazos. Jorge

8:28 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Yo creo que con excepción de verastegui, pimentel y juan ramirez ruiz (porque tulio mora, oscar malaga y otros poetas, si bien es cierto fueron cercanos no fueron del mismo nucleo fundador o esencial) hora zero no me parece un grupo notoriamente superior al Kloaka de Santivañez y Domingo de ramos (no cuento a manuel liendo, jose antonio mazzoti, raúl mendizabal cercanos,ni a julio heredia, mariella dreyfus y otros poetas no menos interesantes) que influenciaron a la cultura más allá de la poesía misma sino que llegó a ámbitos como el rock, con grupos como voz propia, un poco leuzemia, el grupo kola rock de kilowatt entre otros grupos y a una serie de poetas que han estado muy cercanos a ellos como victoria guerrero, lucho chueca y muchos muchos más. Kloaka no es un grupito.

4:32 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

¿Y es recomendable el poemario mencionado: Todavía ladran afuera (Tajo, 2013) de Omar Livano?

7:12 p.m.  

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