jueves, diciembre 06, 2007

Antonio Orejudo y "Fabulosas narraciones por historias"

¿Quién no ha disfrutado con “Las máscaras del héroe"? Esta novela de Juan Manuel de Prada junto con el sui generis “Desgarrados y excéntricos” y “Las esquinas del aire” conforman la tan mentada trilogía del fracaso con la que este autor llevó a cabo la disección de los años más fecundos de la literatura española, tanto en lo vital como en lo literario, entre los primeros treinta años del siglo XX.

“Las máscaras del héroe” fue publicada en 1997 y no tardó en gozar el saludo casi unánime de la crítica y el fervor del agradecido lector que acompañó al antihéroe Pedro Luis de Gálvez en su largo y tortuoso camino en pos del reconocimiento. El éxito de la novela de De Prada opacó una de las novelas más impactantes que he leído: “Fabulosas narraciones por historias” de Antonio Orejudo, publicada por Lengua de Trapo también en 1997.

¿Por qué “Las máscaras del héroe” avasalló a la novela de Orejudo? Porque ambas retratan a ese grupo de escritores que terminaron dando forma y fuerza a la Generación del 27. Recrean toda una época de esplendor literario, teniendo como contexto la Residencia de Estudiantes. En ellas vemos desfilar a bisoños y consagrados creadores como Buñuel, García Lorca, Dalí, Borges, Huidobro, Unamuno, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Juan Ramón Jiménez, etc.

“Fabulosas narraciones por historias” sólo tuvo el pequeño gran consuelo de ser premiada como la mejor primera novela de 1997.

Como el tiempo es justo para poner las cosas en su lugar, se acaba de reeditar esta primera novela de Orejudo bajo la batuta de Tusquets. Y digámoslo sin miedo: es una novela que merece leerse, y, en lo personal, hasta puedo calificarla de superior a la gran novela de De Prada.

En “Fabulosas narraciones por historias” tenemos a tres protagonistas: Patricio, quien carga con el peso de ser sobrino directo de José María Pereda y anhela a como dé lugar ver publicada su primera novela realista, titulada peculiarmente “Los bítels”, y para que ésta tenga éxito hace lo inimaginable por conseguir el prólogo de un referente mayor como, por ejemplo, Juan Ramón Jiménez. También tenemos a Martiniano, sobrino de Azorín, muchacho atormentado con un gran resentimiento por la intelectualidad y la pedantería; y Santos, aficionado a la literatura pornográfica y con una debilidad en extremo por las mujeres mayores.

A través de estos tres protagonistas, Orejudo se vale de un arma peligrosa: el humor. Y es por medio de éste que “Fabulosas narraciones por historias” se sostiene. Tengamos en cuenta que el abuso del humor puede ser un óbice que termina por despistar la atención de lo que se está narrando, uno lo puede aceptar en una novela corta (y eso), pero es impensable que se encauce en una novela de largísimo aliento. Sin embargo, Orejudo se libra muy bien de esas caídas apelando a una serie de recursos que recuerdan mucho a la estructura de la novela “La verdad sobre el caso Savolta” de Eduardo Mendoza, en la que se hace uso de recortes periodísticos, entrevistas, crónicas, etc.

Más allá de la estima y admiración que tengo por Antonio, me es necesario decir que esta novela es una joya, ésta pertenece a ese rubro de libros que están presentes en nosotros con una cómplice sonrisa de lector agradecido, cosa que ocurre con muy pocos libros.

Transcribo un fragmento de la novela, en él tenemos un diálogo entre Patricio y el fantasma de su renombrado tío:

“Pronto te derrumbas, jovencito”, le reprochó con una severidad que Patricio no conocía. “Para llegar a lo sublime debemos atravesar las amargas tierras del trabajo, no hay otro camino. La genialidad es una consecuencia del esfuerzo, no existe como estado de gracia independiente en el que se encuentran ciertos seres privilegiados. El estado de gracia no tiene vías de acceso desde el exterior, sólo podemos acceder a él por el largo túnel del trabajo. Lo demás son espejismos de adolescencia. Nuestra vida es corta y no debemos malgastarla, óyelo bien, oh tú, que los trabajos abominas, vil chicharra, piensa en los frutos de tu canto y dime, odioso hemíptero, qué gloria esperas alcanzar, qué altas cumbres, qué inmemorial destino. Mírame, oh tú, regalado homóptero, y figúrate que cada grano que transporto es un vergel donde la fama germinará indómita y bestial como la verdura que nace orillita el Éufrates y el fiero Tigres”.
“¡Tú nunca me dijiste que fuera a necesitar un prólogo!”, le recriminó Patricio temiéndose que su tío, ¡plas!, desaparecería tras el discurso.
“¿Es eso lo que me echas en cara! ¿De esa insignificante justificación te vales para hacer el crápula! ¡Ah, no! Conmigo no te vale eso jovencito. Jamás te mencioné nada del prólogo porque en mis tiempos no se llevaba. Ahora parece que está de moda. Muy bien. Pues, venga, consigue un prólogo y publica la dichosa novela. Más fácil, imposible: pídeselo a Juan Ramón Jiménez, como te ha dicho Hernando. Dile que vas de mi parte. Y ahora levántate y sal de aquí antes de que me enfade de verdad”.
Y entonces sí, dicho eso, ¡plas!, el tío José María desapareció.

Antonio Orejudo es autor de dos novelas más: “Ventajas de viajar en tren” y “Reconstrucción”.

Si quieren saber más de él, entren a los siguientes enlaces:

- Artículo de Jack Martínez para El Hablador.
- Entrevista de Javier Arévalo, también para El Hablador.
- Entrevista de Herme Cerezo para Siglo XXI.
- Entrevista de G.R-O. para Literaturas.com
- Entrevista para el programa Página 2 de Radio Televisión Española. (Si el enlace no es directo, clic en RTVE, clic en Página 2, clic en Entrevistas.)

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