Revista Villa Literaria
Anoche me fumé un tronchito. Y con ese aroma leí, ya por trigésima vez, EN LOS EXTRAMUROS DEL MUNDO de Enrique Verástegui. Como nunca las gotas de lluvia se hicieron sentir. Quedé dormido mientras escuchaba al genial John Coltrane.
Al despertar me puse a revisar lo que había marcado de la lectura vesánica de ELEDM, escuchando ahora a Café Tacuba.
No recuerdo cuándo fue la última vez que lo releí, pero este nuevo acercamiento me dejó con la misma sensación: es un delicioso poemario que se niega a envejecer, es un testimonio del malditismo del submundo contado por un hombre a quien Dios le tocó el hombro mientras lo escribió. Por eso, y solo por este poemario, a Verástegui le aguanto todo, hasta sus más insondables “locuras”.
Me levanté y me puse a contestar algunos mails. Prendí la tv, sintonice CMD para ver la conferencia del eterno suplente de Fernando Redondo. En eso, vibra mi celular, el identificador me indicaba que me llamaban desde un teléfono público. Dudé en contestar pero lo hice.
- Hola. –Dije.
- Hola, G.
- ¿Quién eres?
- Soy yo, El Sobrino.
- Yo no tengo sobrinos, lo que sí tengo es una hermosa sobrina de seis años.
- Soy yo, El sobrino de Miguel Gutiérrez.
- Ah ya… ¿Qué deseas?
- Tengo un encargo que darte.
- ¿Qué es?
- Es una revista.
En realidad, este personaje tiene nombre y apellido, pero se hace llamar El sobrino de Miguel Gutiérrez, así se marketea en el mundillo literario. Y ojo: no es sobrino de Miguel Gutiérrez. A menos que sí. A ver: él es sobrino de la tía del cuñado del primo del nieto de la amiga del tío del primo político de la sobrina de la amiga de la prima del amigo de colegio del autor de BABEL, EL PARAÍSO. (Bajo esa lógica, hasta Haruki Murakami puede ser mi primo.)
- ¿Dónde estás? –Pregunté.
- A una cuadra de tu casa.
- Ok. Ven, te espero, me das la revista y te vas.
- Sí, G.
Lo esperé mientras daba cuenta de un riquísimo purito helado de canela, chocolate y vainilla. Recibí la revista y cerré la puerta. La doblé y regresé a mi habitación.
Lo primero que resalta de la publicación: en la portada tenemos el rostro de Kike Verástegui.
Villa Literaria es la revista de Humanidades de la universidad Villarreal, creada por los alumnos de la especialidad de Literatura de dicha casa de estudios. En su comité editorial hay varios nombres conocidos, como el escritor Dimas Arrieta, Crisóstomo Gamboa y Armando Alzamora, mandamás de Otras Voces.
En sus páginas puede leerse un perfil de Luchito Hernández, por Luis Mendoza Amez; un extenso ensayo de LAS INSULAS EXTRAÑAS de Westphalen, por Alejandro Cristóbal; reseñas sobre VIAJE HACIA UNA FLOR de C.E. Zavaleta, ALTAS VOCES DEL PENSAMIENTO Y EL ARTE PERUANOS de Maynor Freyre, RETABLO de Julián Pérez, MALAMBO de Lucía Charún-Illescas, CAMINO A LAS HUARINGAS de Dimas Arrieta.
La carne de Villa Literaria:
1) La crónica con sabor a chupeta de Armando Alzamora, VERÁSTEGUI O EL TESTIMONIO DE UN OFFSIDER. Entre las cosas que dice el entrañable poeta, consigno dos: “Yo no soy tan bohemio como la gente cree. Me tomo un vino tranquilo en mi casa pero sin molestar a nadie. Nunca probé droga alguna”, sobre Hora Zero: “Yo he sido un offsider, poéticamente me formé muy aparte de ellos, aunque los frecuenté siempre y fuimos grandes amigos, con ideales compartidos”.
2) La entrevista de Crisóstomo Gamboa al autor de GENERACIÓN COCHEBOMBA, Martín Roldán Ruiz (de quien supe una extraordinaria noticia ayer, la cual, imagino, se dará a conocer en los próximos meses). A la pregunta “¿Cuál es o ha sido tu relación con estos lugares que alimentan la verosimilitud en tu novela?”, RR responde “Yo, desde muy niño he sido un callejero. Desde los ocho años ya andaba por las calles de Breña y el centro de Lima, escenarios de Generación Cochebomba. Salí armado, únicamente, con los consejos de mi padre, los cuales me ayudaron mucho para sobrevivir entre esas veredas. Con esto no quiero decir que haya ido un pirañita. Pero, la calle fue parte importante en mi formación como hombre y ser humano. Como dije ante una pregunta sobre mi libro en el ciclo La Nueva Narrativa peruana, organizada por ustedes, que así como los jóvenes de otras clases sociales de mi generación o los de ahora cogen sus mochilas y se van hasta donde los lleve el camino, para encontrarse con sí mismos; nosotros, los subtes de quienes hablo en mi novela, nos encontramos con la vida entre las veredas, el asfalto y el smog, que se movían y aún se siguen moviendo a ritmo de música punk”.
El próximo número de Villa Literaria estará dedicada al grupo poético Hora Zero. Los interesados en mandar sus colaboraciones (críticas, ensayos, crónicas, análisis y entrevistas) escriban al mail revista.villaliteraria@gmail.com.
Imagen, Enrique Verástegui.
2 Comentarios:
jajaja y dale con eso de mandamás... pendejo...
qué tipo de TRONCHITO te fumas, tìo?
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