Kalashnikov
Semanas atrás terminé de leer el libro de no ficción más promocionado en las últimas décadas: GOMORRA, de Roberto Saviano.
Como es de conocimiento público, el autor ha sido amenazado de muerte por la Camorra. La publicación es una despiadada disección de este conglomerado mafioso asentado en el puerto de Nápoles.
Como es de conocimiento público, el autor ha sido amenazado de muerte por la Camorra. La publicación es una despiadada disección de este conglomerado mafioso asentado en el puerto de Nápoles.
Sin embargo, y lo digo en muy buena onda, solo el tiempo dictaminará si GOMORRA es lo que la endiablada publicidad dice que es…
No es que no me haya gustado. A su favor, pues el texto se lee con suma facilidad… después de superar las primeras treinta páginas, en las que encontramos un capitulazo -por decirlo de alguna manera- del que haré por cuestión de tiempo un mezquino paneo.
En Kalashnikov Saviano nos ofrece dos planos narrativos: por un lado, relata su difícil relación con su progenitor, a quien de casualidad encuentra en Roma, después de mucho tiempo, en el Día del Funeral del Papa Juan Pablo II; y por el otro, la predilección enfermiza de los miembros de la Camorra por las Kalashnikovs.
El lazo entre los dos puntos es Mariano, un contador arribista del clan napolitano. Este le confiesa al periodista infiltrado su sueño de conocer personalmente al inventor de la AK-47 (AK, Avtomat Kalashnikova; 47, año en que fue seleccionada oficialmente por el ejército soviético).
Para cumplir su cometido, Mariano debe quedar bien con sus jefes. Por ello, le saca provecho al último adiós que millones de personas le darán al Papa en Roma, en donde la Camorra también tiene negocios, como hoteles, restaurantes y supermercados, los que, como es de esperarse, les depararán en cuestión de días altísimas ganancias. El contador cumple y es premiado con un mes de vacaciones. En lugar de irse a una paradisíaca isla tropical, se lanza a la caza de su ídolo Mijaíl Kalashnikov.
Este sujeto llega a conocer al anciano militar, que vive al pie de los Urales, Ízhevsk-Ustínov, lugar en el que Kalashnikov es toda una celebridad, al punto que por él se construyó una carretera que conectara con Moscú.
Si Kalashnikov hubiera patentizado su invento, pues en estos momentos sería uno de los hombres más ricos del mundo. Aunque tan mal no le va, de todo el orbe le llueven regalos, sean de presidentes, jefes guerrilleros, reyes, políticos, militares, etc. El más sorprendente provino del gobierno Chino, que le envío un tren, con su locomotora y sus vagones, detallito de Deng Xiaoping.
El AK-47 ha causado más muertes que las bombas atómicas, que el sida, que los ataques fundamentalistas, que la malaria y que la peste bubónica. Los traficantes de armas se valen de ciertas cartas de presentación para promocionar la metralleta, en especial de figuras históricas abatidas por esta, como la de Salvador Allende.
Y poniéndole cierto sabor local al asunto, Saviano nos detalla los nexos entre La Camorra y el Perú, al que consideran su segunda patria… Por ejemplo, en 1994 un tribunal de Nápoles pidió a nuestras autoridades que iniciaran una exhaustiva investigación sobre la posible relación entre el grupo terrorista MRTA y la Camorra. Los primeros necesitaban Kalashnikovs, los segundos coca. Cada grupo cumplió su parte.
Mijaíl Kalashnikov es conciente de su invento. No lo creó por afán de lucro, sino por defender a la URSS de un posible enfrentamiento con Estados Unidos. Los soviéticos tenían que estar preparados, cada uno debía poseer un arma que sea fácil de usar, que soporte las inclemencias del clima y que no se malogre ni en tierra ni en agua.
Ante la pregunta de si volvería a inventar algo así. El ex general soviético la tiene clara. Sí, por defender los ideales de su patria.
Imagen, Mijaíl Kalashnikov
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal