Poesía en subida
En la segunda mitad del 2005, en un mes que en estos momentos no recuerdo, se realizó el evento Memorias in Santas. En ese año me empapé de harta poesía, bueno, siempre he leído mucha poesía, pero en ese año lo hice como nunca antes, asistía hasta por gusto a cuanto recital había, lo que me permitió saber quién es quién, y también me di cuenta de que el ambiente poético, por su atmósfera plástica, puede llegar a ser tremendamente perjudicial, es por ello que trato de estar lo más lejos posible de los poetas, me basta solo con leerlos.
Pues bien, en los días que duró Memorias in Santas, pude conocer y escuchar al poeta chileno Germán Carrasco (en la imagen). Tengo la certeza de que para todos los que asistimos al evento, aún retumba en nuestra memoria la participación de Carrasco. Aparte de su gran talento natural para la poesía, quedé gratamente impresionado de su cultura libresca y literaria. No así con sus estrafalarias ideas políticas.
Si en caso me preguntaran -juguemos un toque a las posibilidades antojadizas- por los tres mejores poetas latinoamericanos nacidos a partir de 1970, Carrasco estaría de hecho en ese trío, los otros dos serían peruanos, a los que no mencionaré para no herir a nadie, ya que esa no es la intención del post, sino la de dar cuenta de un poeta que se ha sabido ganar un lugar de privilegio con poemarios de alta calidad, como CLAVADOS y MULTICANCHA, que recomiendo a los que aún no han tenido la suerte de leerlo.
A continuación, pegó la reseña Poesía en subida de Pedro Gandolfo sobre RUDA, la última entrega de Carrasco. Vía El Mercurio.
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Germán Carrasco (Santiago, 1971) no sólo confirma con Ruda virtudes de su poesía que ya habían sobresalido en poemarios como La insidia del sol sobre las cosas (1998), Calas (2001), Clavados (2003) o Multicancha (2005), sino que las despliega con mayor espontaneidad, seguridad y madurez.
Retoma aquí sus temas recurrentes, ante todo su propio poetizar, la manera en que su oficio y su vida se enredan y traman a cada paso. Nunca en los poemas de este libro la poesía deja de infiltrarse en la ilación de sus versos, y parece que siempre estuviere hablando de ella, aunque sean otras, en una primera mirada, las inquietudes e intenciones que lo mueven.
Uno de los puntos altos de este libro es el modo en que logra una distancia (no exenta de calidez) respecto del mundo en que interviene con sus palabras. Así, a través de la dosificación de los hablantes (no emplea siempre la usual primera persona), logra atemperar la subjetividad empalagosa sin caer tampoco en un impostado "objetivismo": "Una subjetividad/ que no moleste,/ una subjetividad/ sin alharaca,/ una subjetividad/ como sacrificio", señala. En otro poema notable ("Dr. Paterson"), en la misma dirección, añade: "soñé: estaba enfermo y el Dr. me operaba/ me hablaba en español/ y mientras esperaba que hiciera efecto la dulce anestesia,/ el doctor decía:/ todo anda bien,/reduce los excesos, no intentes descifrar/ esos alambicados poemas objetivistas/ mira que ni ellos mismos/ la tenían clara;/ conque el objeto del poema viva,/ basta y sobra;/ escribe lo tuyo, corta los versos/ donde te parezca/ (gesto con bisturí),/ donde te dicten/ el aire y los chincoles./ Todo anda bien: descansa,/ madruga, descansa,/ aprende a andar, ama, calla;/ a todo: sí. / Me operaba de todo, me sanaba".
El poema transcrito pone de manifiesto los rasgos formales más sobresalientes de Carrasco: sentido del ritmo, lenguaje llano (que adopta giros del habla coloquial -por ejemplo, "mira que ni ellos mismos/ la tenían clara"-, pero que no la imita ramplonamente), uso muy ajustado del encabalgamiento y de efectos sonoros, méritos que se repiten, por ejemplo, en el magnífico poema "Eventos".
El ritmo de Carrasco está ligado no sólo a cortes, acentos o sílabas, sino que a ciertas imágenes que son punto de partida y centro de su creación poética, imágenes que se deslizan a lo largo de los poemas y que incluso vienen de sus otras obras: cala, clavados, "azaleas blancas: poemas fallidos que alguien arrugó"; briznas o filamentos de pasto; "Somos nubes en pantalones, Juan Comprofierro", ruda, "las letras:/ ninjas que saltan armados en la niebla de la página", entre otras. En el hermoso e inteligente poema "Azaleas" (en el que otra vez, vuelve sobre su oficio poético) indica: "No atragantarse/ de mundo,/ no tramar/ a matacaballos:/ no habrá acuerdo/ casi en nada/ entonces partamos/ por un aspecto/ discreto/ una sola imagen:/ desde ahí./ Detener la cámara/ antes de empezar./ Lento./ El que quiera titanes/puede irse a casa;/ ni impostura de barítono/ ni apariencia sonora/ a la hora esa:/ sólo una partitura/ (y punto)".
Esas imágenes actúan como centro de una secuencia de operaciones estéticas ("la partitura") en que Carrasco hilvana de modo novedoso una gran riqueza de elementos verbales, visuales y críticos, elementos que recoge con perspicacia de su entorno y reagrupa de acuerdo a su lógica interna. No siendo una poesía en absoluto hermética, el orden que propone es fragmentario y discontinuo: "Porque cuando hay un poema/ dentro del cuerpo del que/ ha de escribirlo/ la glotis se tiende a cerrar/ para que el poema no salga" (...) "La glotis se tiende a cerrar/ porque el poema siempre es de amor/ todo poema es de amor/ y en estado amoroso las palabras apenas salen". El vínculo entre el erotismo (otro de los temas recurrentes de Carrasco) y la poesía es central: "La glotis se tiende a cerrar/ porque las palabras que escuchan/ son -ta claro- hermosas/ pero las que no se escuchan/ lo son aún más". El coloquial "ta claro" en medio de la estrofa, en vez del "está claro", le añade ligereza, ritmo y perplejidad al poema. Este orden a saltos, cortado, proviene también de que una parte importante de su poesía emana de la calle: el poeta es un caminante que va posando sus ojos y oídos aquí y allá mientras circula por la ciudad.
No faltan poemas en que prevalece un tono de crítica y sarcasmo, abarcando también el ámbito de la poesía. Por contraste, Carrasco parece establecer una complicidad, que es producto de una ironía "filuda como bayoneta", con la ruda, esa "planta sobria, esta hierba castrense", y se propone "dosificar la energía para no tener acceso o grumos/ de autoprotección y violencia que sólo dejan espacios/ en los que quedamos -excepto la ruda- desprotegidos/ expuestos al tiro al blanco como el albatros".
Sin duda, poesía de gran calidad.
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