Orson Welles sigue en el centro de la escena
A razón de los 70 años de Ciudadano Kane, obra maestra de Orson Welles, encuentro un excelente y extenso artículo de Pablo De Vita en ADN.
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El ciudadano fue la epopeya personal de un joven de 26 años que, con su ópera prima, cambió la manera de comprender el cine. Sus magníficos segundos iniciales enmarcan la historia de un hombre que muere solo en una fabulosa mansión, rodeado de todo aquello que existe sobre la Tierra pero en la irremediable soledad. Con su último aliento, de sus labios escapa una palabra inexplicable y casi incomprensible "Rosebud". Sobre ese difícil vocablo y su significado gira la trama de la película que, según el Instituto de Cine Estadounidense, es la número uno de toda la historia del cine y de cuyo estreno se cumplieron 70 años el primero de mayo.
Aunque no tiene el café de Rick de Casablanca , el aura de los planes imposibles que rodearon la filmación de Lo que el viento se llevó , la modernidad implacable que proyecta Sin aliento , el efecto colosal de una cortina de baño en Psicosis ni la seductora Fontana di Trevi de La Dolce Vita , El ciudadano de Orson Welles sedujo, en sus decenios de existencia, entre muchos otros teóricos e investigadores, a André Bazin, Pauline Kael, Peter Bogdanovich y Robert L. Carriger.
Críticos, actores, directores y productores siguen admirando incondicionalmente El ciudadano . Los especialistas continúan indagando los misterios, los símbolos y la trastienda de una película que permanece, en opinión de éstos y muchos otros especialistas y cinéfilos, en el sitial dorado de la película perfecta.
En su libro Arcadia todas las noches, Guillermo Cabrera Infante cuenta que Welles consiguió su pasaporte a Hollywood "después de asustar a todos con su Guerra de los mundos , incluso al autor, H. G. Wells, que se apresuró a desmentir el creciente rumor de que él era el padre de Orson Welles, diciendo: 'Ese muchacho y yo no tenemos la menor relación; antes nos separaba el mutuo desconocimiento, ahora nos separa su falta de respeto, su audacia irreverente y los atrevimientos que se tomó con mi original Guerra de los mundos '."
En efecto, el 30 de octubre de 1938, la emisión por la cadena radial CBS de una adaptación de la novela de H. G. Wells en la que, bajo la forma de un noticiero, se anunciaba una invasión extraterrestre provocó reacciones de pánico entre los que no habían escuchado la introducción del programa. Antes de que comenzara la intervención de Welles se había aclarado la naturaleza ficticia de lo que se escucharía.
El impacto de ese radioteatro emitido por la CBS dio a Welles la posibilidad de filmar con todo a su disposición, tal la orden de George J. Schaefer, presidente de la productora RKO. En rigor, los dos primeros proyectos que presentó ( El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad y The Smiler with a Knife , de Nicholas Blake) fueron descartados rápidamente porque se decidió que el mejor testimonio de originalidad para la RKO, que necesitaba recobrar bríos y ganancias, era un guión original y por eso se optó por El ciudadano . Luego se supo que la historia era demasiado similar al romance entre el magnate de los medios William Randolph Hearst y su amante Marion Davies, pero ya era demasiado tarde.
El estreno de El ciudadano no deparó el éxito esperado, en buena medida porque los diarios de Hearst bloquearon los anuncios de la película, que tampoco obtuvo el reconocimiento de Hollywood: la Academia sólo le otorgó un Oscar al guión.
El ciudadano era un film tan maldito como olvidado y su importancia en la industria resultó tan ínfima que la siguiente película de Welles, Soberbia , fue totalmente modificada en su montaje por el estudio. Pero el director no se sintió afectado por el abrupto cambio de relación laboral porque trabajaba en un proyecto que lo trajo a América del Sur, a Brasil y también a la Argentina.
El 20 de abril de 1942 Orson Welles pisó suelo argentino. Lo hizo en el aeródromo de Morón, procedente de Río de Janeiro, donde estaba filmando un documental sobre Brasil con la cooperación del gobierno estadounidense. Llegó aquí para trabajar en la preedición en los estudios Alex, pero el film, que se iba a llamar It's All True ( Es todo cierto ) no sería terminado. Sólo se vio lo que Welles ya había filmado muchos años después, en 1986, en el Festival de Venecia. Lo que ocurrió fue que George J. Schaefer, que había puesto todo a su disposición para El ciudadano , fue sustituido por J. Koerner en la presidencia de la RKO. El telegrama de despido de Welles y el archivo del material filmado en Brasil se realizaron con una celeridad simultánea.
Pero el Welles que llegó a Buenos Aires estaba en el apogeo de su fama, sobre todo para los círculos intelectuales que fueron a aplaudirlo en el Teatro Nacional Cervantes. Allí habló, acompañado por el entonces presidente de la Comisión Nacional de Cultura, Carlos Ibarguren.
Su agenda porteña informa que el lunes asistió a un cóctel ofrecido por los periodistas que dos meses después fundarían la Asociación de Cronistas Cinematográficos; el martes, a un almuerzo con la junta directiva de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina y también a otro agasajo en los Estudios San Miguel.
Finalizando la jornada, se reunió a cenar con Luis Saslavsky y Alberto de Zavalía, los directores más sofisticados y elegantes del cine nacional de entonces. También estuvo en la entrega de premios de la Academia de Cine de la Argentina, en la que triunfó Los martes orquídeas y una juvenil Mirtha Legrand compartió con la cándida María Duval una mención especial.
Curiosidades del destino: Welles no pudo quedarse con el trofeo correspondiente a la mejor película extranjera porque, a juicio de los académicos porteños, ese galardón correspondía a Hombres del mar . La revista Cine Argentino informó que El ciudadano había quedado cuarta en cantidad de votos, detrás de Fantasía , que recibió una mención, y El ladrón de Bagdad .
Welles volvió a la Argentina de incógnito y por escasos días en el mes de agosto para, junto con Carlos Connio Santini y Chas de Cruz, visionar sus filmaciones en tierra carioca.
El ciudadano había tenido su estreno local el 9 de agosto de 1941 en el Cine Ideal, en la calle Suipacha, a pocos metros de la avenida Corrientes. El Ideal era en ese momento una sala de lujo. Languideció posteriormente hasta su cierre, después de haber caído hasta el punto de exhibir filmes pornográficos.
La opinión especializada respecto de la ópera prima de Welles fue favorable: "Se trata de un film revolucionario", escribió Ulyses Petit de Murat en el diario Crítica. "Los que buscan cosas nuevas en el cine y desean verlo erguirse como arte, deben ver El ciudadano ", señaló Calki desde las páginas del diario El Mundo. Pero ha quedado como una marca indeleble la crítica que Jorge Luis Borges escribió para la revista Sur , de Victoria Ocampo. "Me atrevo a sospechar, sin embargo, que Citizen Kane perdurará como ?perduran' ciertos films de Griffith o de Pudovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial, en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala palabra."
Menos conocido es el arrepentimiento que expresó un ya maduro Borges. Hizo público su cambio de evaluación sobre la película de Welles durante un reportaje realizado por el crítico Álvaro Sanjurjo Toucón para la revista Noticias de Uruguay, en 1981:
-Hace varias décadas usted escribió en la revista Sur una crítica acerca de El ciudadano , el film de Orson Welles?
[Atisbando la intención de su interlocutor, Borges no deja concretar la pregunta y responde exactamente aquello que se quería saber; a la vez revela una prodigiosa memoria sobre lo publicado en agosto de 1941.]
-Bueno, una crítica muy injusta. Es un excelente film. Estoy en pleno desacuerdo con lo que escribí entonces. No sé cómo pude ser tan injusto.
-¿A qué se debió ese juicio?
-No sé. A lo mejor alguna mujer me había dejado [ríe] o estaba enfermo del estómago, no sé qué cosas me habrán sucedido.
-Si hoy tuviera que dar un juicio enmendando aquella crítica, ¿qué nos diría?
-Es un excelente film, admirable. Su argumento es el mismo de un film anterior. Empezaba con el velorio y luego se veía toda la historia del personaje, con Spencer Tracy. Se llamaba El poder y la gloria [en otro formidable alarde de erudición Borges se refiere al film que en 1933 había dirigido William Howard], se veía el velorio y luego varias personas reconstruían la vida del muerto. El ciudadano es un excelente film. Gracias por esta ocasión de arrepentirme.
[Atisbando la intención de su interlocutor, Borges no deja concretar la pregunta y responde exactamente aquello que se quería saber; a la vez revela una prodigiosa memoria sobre lo publicado en agosto de 1941.]
-Bueno, una crítica muy injusta. Es un excelente film. Estoy en pleno desacuerdo con lo que escribí entonces. No sé cómo pude ser tan injusto.
-¿A qué se debió ese juicio?
-No sé. A lo mejor alguna mujer me había dejado [ríe] o estaba enfermo del estómago, no sé qué cosas me habrán sucedido.
-Si hoy tuviera que dar un juicio enmendando aquella crítica, ¿qué nos diría?
-Es un excelente film, admirable. Su argumento es el mismo de un film anterior. Empezaba con el velorio y luego se veía toda la historia del personaje, con Spencer Tracy. Se llamaba El poder y la gloria [en otro formidable alarde de erudición Borges se refiere al film que en 1933 había dirigido William Howard], se veía el velorio y luego varias personas reconstruían la vida del muerto. El ciudadano es un excelente film. Gracias por esta ocasión de arrepentirme.
El crítico uruguayo seguramente había leído el diálogo entre Borges y Richard Burgin publicado en 1969, donde el inolvidable escritor argentino revisaba su opinión sobre el film de Welles, aunque todavía su revaloración del film estaba condicionada. El poder y la gloria no describía el mundo de la comunicación de masas que Welles, Hearst y su álter ego Kane desmenuzaron a la perfección, aunque sí hablaba del ascenso a la cumbre de otro magnate de Estados Unidos. Fue la primera película que llevó a la pantalla un guión del gran Preston Sturges y muchos sitúan este film, inhallable durante años, como una de las fuentes de inspiración para el joven Welles.
El guión del El ciudadano fue responsabilidad del no menos extraordinario Herman Mankiewicz, personaje polémico y de características autodestructivas, como reconoce su hijo Frank en el documental The Battle Over Citizen Kane , donde relata cómo el verdadero Hearst se topa por primera vez con Kane:
Charlie Lederer era amigo de mi padre, pero también era, y mi padre lo sabía, sobrino de Marion Davies. Y mi padre le dio una copia del guión. Ya que hablamos de autodestrucción, éste es un buen ejemplo. Lederer dijo que no se lo había enseñado a Hearst, pero cuando lo devolvió estaba con apuntes, ciertamente de los abogados de Hearst. Creo que fue así como el "viejo" descubrió que Citizen Kane era sobre él.
El perspicaz crítico Homero Alsina Thevenet señaló que la figura del periodista conserva total vigencia porque todavía puede ser intermediario entre cada espectador y el mundo. Welles afirmaría en The New York Post, donde tenía una columna: "El cine es periodismo".
La librería virtual Amazon.com consigna casi medio centenar de libros escritos sobre Welles. Desde los prestigiosos, con las firmas de Simon Callow o Jonathan Rosenbaum, hasta otros que intentan dar otra versión o explotar su fama. Tal es el caso de Hearsts: Father and Son , de Jack Casserly y William Randolph Hearst Jr., hijo y heredero de Hearst, quien murió en 1951, que pretende despojarlo de la fama tiránica que le adjudicó la película; o el más sorprendente Childhood Shadows: The Hidden Story of the Black Dahlia Murder (Sombras de la infancia: la historia secreta del asesinato de la Dalia Negra), de Mary Pacios. Se asegura allí que fue Orson Welles, y no otro, quien asesinó a Elizabeth Short, una joven aspirante a estrella que frecuentaba Hollywood y era más conocida como la Dalia Negra.
En el libro de Laura Mulvey, simplemente llamado Ciudadano Kane , escrito en ocasión del 50º aniversario del film pero con una edición en español mucho más reciente, se sostiene que Kane muere rico y solitario, en análoga posición al aislacionismo estadounidense con respecto a la Segunda Guerra Mundial (cuando se estrenó la película faltaban seis meses para el ataque a Pearl Harbor). Cuatro años después del estreno del film, en la revista francesa L'Ecran , el filósofo Jean-Paul Sartre la había considerado claro exponente del antifascismo de su director.
La originalidad de Welles también descansa en la cuidada factura técnica de sus películas y en la inteligencia de haberse rodeado de los grandes técnicos de entonces: Gregg Toland en la fotografía, Bernard Herrmann en la música y Robert Wise en el montaje. "Rosebud" es el punto de partida para un viaje por el refinamiento con toda la maestría de la que pudo valerse el cine en la presentación de las múltiples facetas de la verdad. Quizá ninguna otra película se ajuste tan perfectamente a la definición de obra abierta propuesta por Umberto Eco. Un mosaico de opiniones, pluralidad de sentidos y puntos de vista que cumple siete décadas y aún ocupa el centro de la escena.
ORSON WELLES HABLA DE...Antonioni
"Según un joven crítico norteamericano, uno de los grandes descubrimientos de nuestra época es el valor del aburrimiento como tema del arte. De ser así, Antonioni debe ser considerado un pionero y padre fundador..."
Nicholas Ray
"No me interesa. Me fui de la sala después de la mitad de Rebelde sin causa . El sólo pensar en ese film me enfurece."
Rossellini
"He visto todos sus films: es un aficionado. Sus películas prueban simplemente que los italianos son actores natos y que en Italia basta tomar una cámara y poner gente delante de ella para hacer creer que uno es director."
De Sica
"Mi cineasta preferido es Vittorio De Sica. (Ya sé que les estoy causando un disgusto.) Y también John Ford. Pero el Ford de hace veinte años y el De Sica de hace doce. El lustrabotas es la mejor película que he visto" (a Cahiers du Cinéma en 1958).
Bergman
"No comparto sus intereses ni sus obsesiones. Me resulta mucho más extranjero que los japoneses."
Fellini
"Está tan bien dotado como cualquiera. Su limitación -que también es la causa de su encanto- es que, fundamentalmente, es muy provinciano. Sus películas son el sueño de un muchacho pueblerino acerca de la gran ciudad. Su sofisticación cae bien porque es creación de alguien que no la posee. Pero muestra peligrosas señales de ser un enorme artista con muy poco que decir."
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