Carlos Yushimito: "El cuento es perfecto para la esquizofrenia del día a día"
Laura Fernández en El Mundo nos ofrece una nota sobre el nuevo libro de Carlos Yushimito, Lecciones para un niño que llega tarde (Duomo Ediciones).
Adelante, Carlos.
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El Hombre de Hojalata es un experto ajedrecista y vive en una improbable Ciudad Esmeralda en la que sirve como cebo para apuestas. Un niño que jamás tocará demasiado bien el piano tiene una amiga sorda que maltrata insectos con cera de depilar piernas. Un dependiente de tienda de electrodomésticos realiza gestos obscenos que nadie ve. Y un cazador de monstruos está demasiado acostumbrado a los muñones. A ratos grotescos, a ratos terriblemente tiernos (y siniestros), los protagonistas de las historias de Carlos Yushimito (Lima, 1977) son raros. Como es raro que un peruano tenga un abuelo japonés (cuyo apellido lleva tatuado en japonés en el antebrazo derecho) y viva en Pensilvania (la Pensilvania estadounidense).
Elegido uno de los mejores jóvenes narradores en español por la revista 'Granta', Yushimito acaba de publicar 'Lecciones para un niño que llega tarde' (Duomo Ediciones), 11 relatos que forman en realidad parte de dos antologías. "Es una colección bicéfala y personal", admite el escritor, que trabaja ya en su primera novela, la historia de un cazador de mariposas que recala en el gran hotel Majestic, situado en mitad de la selva peruana, junto al extravagante Museo Caligari. "Un museo que tiene fotos de Vargas Llosa en la selva y cosas por el estilo", explica.
Dice Yushimito que literariamente tiene tantos padres literarios "que podría ser un hijo bastardo". Aunque si tuviera que quedarse con uno de ellos, no lo dudaría un segundo. Se quedaría con Juan Rulfo. ¿Y Borges? "Borges es como un fantasma, casi una esencia de la literatura latinoamericana, está en todas partes", contesta. "Debe ser muy difícil ser un escritor argentino o un escritor colombiano después de Borges y García Márquez. Son escritores saturninos que han devorado a sus hijos", dice.
De Vargas Llosa dice haber tomado la fragmentación. "Creo que es lo único que puede emparentarme con él", asegura. Sus cuentos tienden a la fatalidad porque, dice, "los peruanos somos muy pesimistas, muy fatalistas". "Tenemos un pasado colonial que no nos permite ser de otra manera", añade. En ese sentido menciona a Julio Ramón Ribeyro como el creador "de una comedia humana del perdedor". Actualmente, dice, en Perú, el ambiente literario "está muy activo". "El Nobel de Vargas Llosa nos ha ayudado mucho", admite.
Eso sí, la literatura realista está desapareciendo. "La ciencia ficción y la fantasía empiezan a desplazar al realismo y creo que el futuro pasará por un realismo híbrido", considera. Le fascinan los nombres braliseños. Le basta uno de ellos para inspirarle un cuento. La novela, dice, "es otra cosa". "Necesitas vivir alrededor de ella, te exige muchísimo más", añade. "El cuento es más fácil de adaptar a tu vida cotidiana, es perfecto para la esquizofrenia del día a día", asegura.
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