domingo, septiembre 11, 2011

Texto de presentación: "Desasosiegos menores" de Andrés Mauricio Muñoz


Desasosiegos menores (Casatomada) es el libro de cuentos del narrador colombiano Andrés Mauricio Muñoz. Voy a leerlo en los próximos días.
Mientras tanto, consigno las impresiones de Miguel Ruiz Effio sobre esta publicación.

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Quizá por una cuestión cronológica o por las estrategias utilizadas para construir las historias, debo confesar que me he sentido muy identificado con el trabajo narrativo que realiza Andrés Mauricio Muñoz en su libro Desasosiegos menores. Tal vez este tipo de afinidad (o complicidad) sea la mejor manera de abordar y descubrir a un nuevo autor. Es importante resaltar que este libro obtuvo en Colombia el premio del VI Concurso Nacional de Libro de Cuentos Premios de Literatura UIS 2010. Es justo felicitar a la editorial Casatomada por permitirnos conocer en Lima, y ojalá también en las provincias del Perú, lo que se está escribiendo en Colombia, pero además, por permitirnos conocer lo mejor de lo que se está produciendo en el país norteño.

Encontrar una cita de Julio Ramón Ribeyro en el segundo cuento del conjunto no es gratuito. “La vida no podía ser esa cosa que se nos imponía y que uno asumía como un arriendo, sin protestar. Pero ¿qué podía ser?... Debía haber una contraseña, algo que permitiera quebrar la barrera de la rutina y la indolencia y acceder al fin al conocimiento, a la verdadera realidad”, dice Ribeyro. Y conociendo que hay una lectura de Ribeyro antes de la articulación de este trabajo como un conjunto, podemos entender la concepción de los personajes del libro.

En Carolina ya no aguanta más, una oficinista hastiada de sus problemas sentimentales y profesionales concluye que origen de sus males es su trabajo. Pero no podrá cambiar su situación.

En La obsesión de Álvaro Güaque, un vendedor de seguros está obsesionado con sentir la proximidad de las mujeres y para ello diseña todo un método para rozarlas en los viajes del Transmilenio (el equivalente a nuestro reciente Metropolitano).

El hijo de Barack Obama es una divertida especulación acerca de un muchacho pobre que resulta ser hijo del entonces candidato a la presidencia norteamericana.

En Tibaduiza espera a Diógenes Almeida, un escritor que cree ciegamente en su propio talento y que envía trabajos a diferentes concursos, busca un éxito que parece esquivo. Él está convencido de que su último cuento por fin se lo proporcionará.

Pierna obstinada es una fantasía acerca de un hombre con problemas para controlar su pierna izquierda.

En Laura en la ventana, una mujer que intenta concebir su primer hijo mira un partido de fútbol, donde un joven juega pelota y sueña con una vivienda propia para su familia.

Estos son solo algunos ejemplos de los temas y personajes del libro.

Andrés Mauricio Muñoz elige para fabular a personajes solitarios, víctimas de una soledad física o existencial, personajes marginales, con una vida interior que los conduce a reflexionar y rebelarse a través de actos o de decisiones.

Carolina recuerda que tiene que buscar trabajo; una empresa donde de verdad valoren todo lo que ella puede aportar, donde le paguen más, al menos un salario acorde con sus años de experiencia. Necesita ahorrar y ahí no puede. Carolina se imagina trabajando en una multinacional, entrando a un edificio grande en el World Trade Center o en el Teleport Business Park; mucha gente en los pisos, compañeros de trabajo con quienes podría salir un jueves o un viernes, al final de la tarde, a tomar una cerveza. Lo que ella necesita es no depender tanto de Daniel; abrir un espacio en la relación, tal vez así acabe la monotonía y él empiece a sentir que ella le hace falta, que la necesita mucho más cerca, que la puede perder en cualquier momento porque ella se puede enamorar de uno de sus compañeros. Carolina trata de imaginar la cara de Daniel si ella un jueves, cualquiera de tantos, saliera hasta tarde a tomar cerveza con alguien de la oficina, de la gran empresa donde merece trabajar.

Son las rutinas más sencillas las que motivan las reflexiones de los personajes: sus desasosiegos. El título del libro alude a esto, precisamente. Son estos desasosiegos sencillos, “menores” si se les quiere llamar así, los que constituyen disconformidades universales que nos permiten reconocer problemas comunes, que nos hermanan a los países de la región latinoamericana. Esto no es un descubrimiento, pero Mauricio Muñoz nos lo recuerda a través de sus historias. Las peripecias de Álvaro Güaque en el Transmilenio, por ejemplo, serán fácilmente reconocidas e identificadas como propias por el lector peruano, y quizá también por el chileno o el argentino. Esta capacidad de contar temas particulares para aludir a problemas universales es lo que distingue a la buena literatura de los ejercicios del debut.

Otro elemento que se maneja con solvencia son las técnicas narrativas. Carolina ya no aguanta más y Laura en la ventana, por ejemplo, comparten estrategias de narración similares. Hay una superposición del pensamiento sobre la irrupción de la realidad. El pensamiento empieza a hilvanar hacia atrás para conocer el pasado de los personajes y sus puntos de vista. La realidad irrumpe a través de la espera de unas copias, de un partido de fulbito o de un correo electrónico al que hay que responder. Esta variedad de líneas se maneja con pulcritud a lo largo de los cuentos del libro, a pesar de que las técnicas varían, se acentúan o se atemperan, de acuerdo a la conveniencia del texto.

Y ya que hemos mencionado los correos electrónicos, hay en estos cuentos una asimilación de la vida moderna de un modo natural, nunca impostado. Las alusiones a la tecnología son funcionales, medios para contar las historias, siempre vehículos y no fin en sí mismos. César Vallejo desconfiaba de la poesía que incorporaba palabras alusivas a la tecnología solo para atribuirse la categoría de nueva. Decía el poeta:

En la poesía verdaderamente nueva pueden faltar imágenes o rapports nuevos —función ésta de ingenio y no de genio— pero el creador goza o padece allí una vida en que las nuevas relaciones y ritmos de las cosas se han hecho sangre, célula, algo, en fin, que ha sido incorporado vitalmente en la sensibilidad.

La poesía nueva a base de palabras o de metáforas nuevas, se distingue por su pedantería de novedad y, en consecuencia, por su compilación y barroquismo. La poesía nueva a base de sensibilidad nueva es, al contrario, simple y humana y a primera vista se la tomaría por antigua o no atrae la atención sobre si es o no moderna.

En la mejor senda de lo que podríamos llamar literatura nueva (parafraseando a Vallejo), un cuento como Búsqueda en Internet aborda el antiquísimo tema de la lucha contra el destino, por supuesto, actualizada a los tiempos de las redes de información. En Un mal viaje, el progreso de la ciencia permite la tele transportación de los individuos para recorrer distancias largas, con un pequeño efecto secundario: la posibilidad de perder porciones imperceptibles de nuestra humanidad. Mauricio Muñoz irrumpe en la vertiente futurista para, usando como telón de fondo el asombro que nos produce lo científico, reflexionar sobre la naturaleza de nuestra esencia (¿qué es lo que nos hace humanos? ¿nuestra peculiar anatomía o nuestra personalidad?). Así, volvemos a comprobar que los temas abordados son universales, mientras que los recursos para contar las historias son funcionales para que esta recoja los nuevos desasosiegos que vivimos hoy.

Hay distintos estilos en los cuentos de este libro. Hay cuentos de imágenes precisas, descritas con frases cortas y otros con frases largas. Hay cuentos de grandes y silenciosas derrotas del individuo, casi anécdotas observadas con la precisión de un miniaturista. Hay temas de tratamiento sobrio, desarrollados a través de una cadena de sucesos que no requieren atención por su naturaleza sino por la reflexión que se hace de ellos, frente a otros donde las historias nacen de una sucesión de peripecias (pienso por ejemplo, en El hijo de Barack Obama, que recuerda el antiguo género picaresco). Creo que la cantidad de cuentos incluidos en este volumen y la variedad de temas y estilos hablan de un autor diestro en el manejo de sus recursos, pero que busca aún, al plantear un abanico amplio de temas, una voz y un sendero por el cual desfilará su narrativa corta. Tal vez, esta multiplicidad de temas y estilos auguran una novela. Pero estoy especulando. De lo que estoy seguro es que a partir de Desasosiegos menores, tendremos que estar atentos a los futuros trabajos de Andrés Mauricio Muñoz.

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