Cuentos de Pujol
Escapo del trabajo. He quedado con Abelardo, mi amigo librero de Amazonas, para hablar de algunos asuntos. En el trayecto me animo, luego de no pensarlo mucho, y voy un toque a la librería El Virrey de Lima.
Me gusta el lugar. Solía frecuentarlo mucho en el 2006. Aún sigue el piano de cola, la disposición de los libros es no menos que muy agradable. Lo malo: ahora no se permite fumar.
Me encuentro con Jorge, quien me saluda y me pregunta por las cosas que estoy leyendo últimamente. Le respondo, mientras miro con atención el estante de novedades, que llevo varios días drogado con La caza sutil de Julio Ramón Ribeyro, también con la relectura de El viaje de Sergio Pitol y entusiasmado con el comienzo de El enigma Jim Morrison de Stephen Davis.
Pues bien, las mejores traducciones que conozco de las novelas de Balzac, Shakespeare, Stevenson, Proust, Hemingway y Verlaine y muchos más, vinieron por cuenta del catalán Carlos Pujol (1936 – 2012). Ahora, fue gracias a una escritora española que me enteré, hace ya buen tiempo, que Pujol no solo era traductor, sino también poeta, ensayista, crítico literario, editor, novelista y articulista. Con razón, cuando lo leí por primera vez como escritor de ficción, su estilo se me hacía conocido (las traducciones).
Y un dato: Pujol es considerado uno de los escritores españoles más secretos, motivo suficiente para los cazadores de rarezas.
Y una recomendación: Jardín inglés, novela por la que no dejó de hacer proselitismo. Todavía recuerdo, hace ya un par de años, cuando la encontré, en un huequito de la Av. Venezuela.
Volviendo al Virrey de Lima.
Compro el librito de cuentos de 133 páginas: Fortunas y adversidades de Sherlok Holmes (Menoscuarto, 2007).
Llamo a Abelardo y le digo que otro día iré a Amazonas.
Llamo al trabajo y miento: me encuentro atrapado en un tráfico de mierda. Fácil regreso en dos horas.
Y camino al Don Juan de Carabaya. Busco una mesa personal. Pido la especialidad de la casa: Cheese Cake de fresa.
Como me lo suponía… El maestro Pujol lleva a cabo un homenaje abierto al protagonista mayor de Arthur Conan Doyle, Sherlok Holmes. Para ello se vale del recurso de utilizar como narrador a John H. Watson. En tal sentido, lo que nos ofrece el clásico ayudante es una visión íntima, no pocas veces amable, del legendario detective Holmes.
La prosa de Pujol resulta para sus fines funcional, mas no carente de profundidad e inteligencia. Cada uno de los 16 textos son, a secas, fecundos pincelazos de su talento narrativo y, lo más importante, destilan en el lector el ánimo de ir luego de su lectura a recorrer las novelas de Conan Doyle, a volver a la estimulante complicidad de las bases del policial enigma. Relatos como “Ficción”, “John Watson y el arte de escribir”, “Sherlok Holmes y los fantasmas”, “Dolly”, “La aventura del anticuario sin orejas” y “La gran guerra” tranquilamente deberían gozar del rótulo de “joyitas literarias”, de ejemplos de arte narrativo.
Los demás cuentos carecen del toque mágico de lo imperecedero, de ese factor extraño, que no se entiende pero que sí lo sientes, de la incomodidad que alejan al lector de la indiferencia, lo que me lleva a especular sobre el carácter de ejercicio de los mismos y que fueron incluidos para dar mero “volumen” a una entrega de un autor del prestigio de Pujol.
1 Comentarios:
Carlos Pujol también publicó una novela cuyos personajes principales eran también Holmes y Watson y la acción transcurre en el barrio barcelonés de dónde toma su título. Es curioso como, progresivamente, la narración se va decantando hacia una suerte de atmósfera casi más abstracta que indefinida, contagiándose los detectives ingleses de la indolencia ambiental que les rodea...
Si no la has leído, creo que puede interesarte.
Gracias por la reseña. Saludos,
C.-
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