Texto de presentación - '(Ella)' de Jennifer Thorndike
A continuación, el
texto de presentación que leí sobre la muy buena novela (Ella) de Jennifer Thorndike, en la pasada edición de la Feria
Internacional del Libro de Lima.
…
Estamos ante un libro
medular del proyecto literario de Jennifer Thorndike. Y me disculparán la
digresión, pero me es imposible no recordar los buenos comentarios que recibí
sobre su cuento “Día de salida”, que incluí en Disidentes 1. Antología de nuevas narradoras peruanas. Como en todo
florilegio, hay relatos que gustan más que otros y los lectores son fieras al
momento de marcar sus preferencias. Pues bien, solo con Thorndike hubo consenso:
la contundencia de su poética patentizada en el citado cuento, lo que a todas
luces era un salto más que cualitativo en lo que venía escribiendo.
Ahora, como lector
compruebo que ese salto cualitativo se redefine y repotencia en esta novela
breve (Ella), editada por el mejor
sello peruano independiente, el más decente y pulcro, Borrador Editores. (Ella) es la versión recargada del ya
citado título incluido en Disidentes 1,
que ubica a su autora en un lugar de privilegio en el imaginario de la nueva
narrativa peruana, es decir: entre las referencias ineludibles, las que no
aceptan la categoría de “interesantes”. Jennifer Thorndike, a secas, ha
demostrado que es una escritora seria y con oficio. Talento tiene y la pudo
hacer fácil, apelar al efectismo haciendo uso de un lenguaje sumamente
funcional. Pero no, no ha sido así. Y es en este aspecto en lo que sí quiero
hacer hincapié.
Le pido al lector que
no se deje engañar por la brevedad de la publicación. En lo poco, Thorndike
transmite mucho, nos hace sentir y pensar sobre su protagonista, una mujer que
bordea los sesenta años que está segura de haberse liberado del yugo de una
madre posesiva, a la que ha cuidado en el curso de su larga enfermedad.
Podríamos en teoría ubicarnos ante una cura externa. Y no es así, nuestra
antiheroína, porque eso es ella, una antiheroína, sucumbe ante el ajuste de
cuentas en la experiencia de la palabra, dejando de lado los recursos
descriptivos en pos de la más pura intención testimonial, la más de las veces
cruda y confrontacional.
Ahora, ¿acaso es la
primera vez que se hace algo así? Obviamente, no. Más de una voz narrativa
peruana ha hecho uso de las facilidades del registro testimonial, y ni hablar
de lo que se publica al respecto más allá de nuestras fronteras. Para mi buena
suerte, me gusta este tipo de literatura, y en el gusto uno termina forjándose
una cierta experiencia, capaz de detectar las mentiras y facilidades que esta
clase de registros proporciona. Es por eso que estar hablando de (Ella) me causa una tremenda alegría y
satisfacción, ya que la misma escapa de las patrañas aplicadas por los que han
recorrido interesadamente estos senderos. Bien lo sabe el lector entrenado:
escribir bien no es mérito literario. Lo que interesa en literatura es, ya lo dije
líneas arriba, transmitir, violentar al lector, incomodar. Y esto Thorndike lo
consigue, porque conoce bien a su antiheroína y se ha nutrido bien de la
atmósfera (tradición, que recoge no poco de Carta
al padre de Kafka y Patrimonio de
Roth) en la que guía esta novela del desarraigo emocional. No solo la
antiheroína nos zarandea, también, pues, la presencia en ausencia de la madre
muerta y el hermano gemelo, aliado al principio, enemigo al final. En otras
palabras, nuestra autora ha partido de la configuración de cada uno de sus
personajes. Los perfiles no se pierden, ni son dependientes, cada uno es una
galaxia distinta en la que yace el curso narrativo de esta empresa. Aquí los
personajes parecen malos, despiadados con la progenitora, pero en realidad son
ellos mismos, nosotros mismos. Con ellos Thorndike es la que ha calado más en
la psicología humana de entre sus colegas de generación.
(Ella)
es una novela de total madurez. Y se trata de un mérito mayor en Thorndike
cuando en narrativa es casi imposible encontrar madurez, puesto que los que
escribimos nos topamos con esta luego de muchas aguas/años de recorrido. Con esto
no quiero decir que Thorndike sea nuestra Alice Munro, menos aún la versión
juvenil de Lorrie Moore. Sencillamente, Thorndike supo bien qué era lo que
anhelaba escribir, sabía del mundo a radiografiar, y en ese espectro puso toda
la ambición de su específico imaginario. En lugar de un jardín, prefirió
entregarnos una bellísima maceta. Para escribir se necesita dinamitar el ego,
creérsela en justa medida de que se puede hacer algo más que importante. (Ella) no solo es una muy buena novela,
que indefectiblemente le traerá justo réditos a su hacedora, también le brinda
aires de frescura y vitalidad a la narrativa peruana actual enfocada. La
literatura es la verdad camuflada de mentira, y en esta línea ubicamos a (Ella), que estoy seguro se abrirá paso
por sí sola y crecerá más en los próximos años.
Muchas gracias.
2 Comentarios:
Para qué publicas en Altazor, pásate a Borrador.
Calma, exaltado Anónimo, tengo para rato en Altazor :)
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