martes, julio 24, 2012

Vargas Llosa antes del fin




Leo mucho a Vargas Llosa, pero siempre lo hago a destiempo. La algarabía y fiebre que despierta nuestro Nobel de Literatura, en cada última publicación, suele ser descomunal y engañosa. Existe un consenso en quedar bien con él, a toda costa. Importa poco si el título ni siquiera llegue a la medianía de ¿Quién mató a Palomino Molero?, Lituma en los andes o Elogio de la madastra.
Se escribe de Marito con miedo, reverencia y en algunos casos con un patético espíritu lustrabotista. Yo prefiero hacerlo con respeto.
Es lo mínimo, pues.
No hay escritor peruano, y más de uno latinoamericano, que no haya bebido de él. Imagino a todas las sensibilidades que optaron por ser parte del oficio literario luego de leer sus libros. Pienso en El pez en el agua, La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral, El hablador, La fiesta del Chivo, La guerra del fin del mundo, Historia de un deicidio
Ahora, en La civilización del espectáculo (Alfaguara, 2012) tenemos un claro viaje a las parcelas del prejuicio y la desinformación. Durante la lectura cerraba el ejemplar y miraba la portada para cerciorarme si era Vargas Llosa el autor, albergando la esperanza de una equivocación. Varias veces me ha pasado. Por ejemplo, hace años quise leer a Eielson y cogí, seguro por la borrachera, el primer poemario que me había regalado un entonces joven crítico de San Marcos. Esa gracia me resintió un par de meses del verdadero hacedor de Habitación en Roma.
Vargas Llosa en su faceta de ensayista siempre se ha caracterizado por su responsabilidad en la investigación. En este sentido no ha sido menos que admirable. Sin embargo, el de la presente publicación practica el gamonalismo intelectual, y en base a ello pontifica, haciéndonos creer que estamos perdiendo los valores de la “alta cultura”, arrastrada por la banalización y frivolidad. Es decir, para nuestro admirado plumífero, atravesamos años en lo que no hay nada que destacar de la producción creativa y cultural. Diera la impresión, por decir lo menos, que le ha declarado la guerra abierta al divertimento, sin aplicar ningún tipo de filtro, siendo ajeno a la sensibilidad contemporánea, que por el hecho de ser rápida, no quiere decir que sea fugaz. De lo contrario cómo nos explicaríamos las nuevas propuestas artísticas que recogen mucho, y en demasía, de los valores y crisoles que tanto dice defender y que a la vez añora (¿no ha visto a los nuevos cineastas rusos, por ejemplo?, ¿no fue él quien nos recomendó 24 y a Stieg Larsson?).
Su estrategia en principio se pinta de inteligente. Apela a la comparación, tanto en cine, literatura, artes plásticas y demás. Por ejemplo, en cuanto a literatura, no hay mucho que discutir entre Edmund Wilson y Oprah Winfrey, pero ese tipo de parangón resulta zafio tratándose de una mente brillante como la suya, entonces lo hace motivado por cierto prejuicio en pos de un discurso que nutre su poética y visión del arte. Para una persona no muy informada podría resultar convincente, pero hay que manejar datos, ser dueño de cierta cultura para detectar las trampas de este magisterio ególatra. No sabía que Marito también podía convertirse en el rey de la omisión y fungir de paso de príncipe de la criollada intelectual.
Intentar explicar lo que ocurre en la sociedad de hoy es ante todo una empresa complicada. Se requiere de muchas fuentes y datos para sacarla adelante. Y no con el fin de prodigar certezas, sino ideas dignas de debate y polémica, algo en lo que el autor de La casa verde ha demostrado ser más de una vez una voz autorizada, que sabía de lo que escribía y por ende discutía.
Ya son varios años en los que Mario Vargas Llosa no nos entrega algo digno de su calibre, tanto en ficción como en ensayo. Lo último que leí de valor de su inalcanzable producción fue Travesuras de la niña mala. Y no soy el único que ha sido testigo de saludos desmedidos y trepadores hacia títulos sumamente menores y olvidables como El paraíso en la otra esquina, El sueño del celta y Diario de Irak.


0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal