'Cortos' de Alberto Fuguet
Publicado
en Lee por Gusto – Perú 21
…
En
alguna oportunidad, no muy lejana por cierto, escuché más o menos lo siguiente:
“Alberto Fuguet es un gran escritor que aprendió a escribir luego de publicar
varios libros, tuvo que ser famoso para que aprendiera a escribir muy bien”.
No
sé cuán cierta sea esa opinión. Hasta suena mezquina. Lo que sí muy bien es que
el autor chileno tuvo que recorrer un largo camino para que se le reconociera
como una de las voces capitales de la narrativa latinoamericana contemporánea. La
primera vez que escuché de él, en el primer lustro de los noventa, se hizo
referencia a que era el escritor de la derecha chilena, un producto de su
sistema económico. Obviamente, quien lo dijo era un literato que leía mucho,
pero era de esos que leían con el ojo izquierdo, y en base a ese ojo izquierdo
valoraban. Este dato nos sirve para darnos cuenta de cómo puede ser vista y
apreciada una poética desde sus inicios y de cómo esta se abre paso. Y por más
extraño que parezca, esta poética se abre paso entre los senderos de la fama,
nunca dentro de los difíciles senderos que recorren los desapercibidos. Por
demás, es el público el que ha legitimado su poética, siempre, pero siempre ha
estado con él. El público no se ha dejado influir ni atarantar por la férrea
resistencia valorativa de la crítica literaria, tanto la que se practica en la
academia y en los medios.
En
estos días he estado releyendo Mala onda
y mientras lo hacía me venía el recuerdo de Sobredosis.
Tanto la novela y el cuentario me gustaron cuando los leí, pese a ciertas
falencias y grietas en el andamiaje estructural de ambos, había pues una furia,
sea patente y latente, en el nervio narrativo, una furia que incomodaba, y
también una tristeza, una agobiante tristeza, casi tanática. A medida que
avanzaba la relectura, tenía la fugaz sensación de que no estaba ante un
escritor, es decir, no ante uno que transmitía escribiendo literatura, sino
ante uno que transmitía narrando. Porque Fuguet es una máquina de narrar y si
lo conocemos como escritor es porque la literatura era el medio que se adecuaba
más a su urgencia de narrar. De haber sido su deseo, especulo, y de haber
tenido las posibilidades, Fuguet sería primero director de películas y de
cuando en cuando escritor.
Uno
de sus títulos que entre nosotros pasó relativamente desapercibido, fue Cortos (Alfaguara, 2004). Lo leí en el
año 2008, inmediatamente después de una novela suya que me había gustado hasta
el exceso, Las películas de mi vida. Cortos podría ser visto como el
laboratorio de Fuguet, su cocina creativa en donde se condensa el nervio de su
poética, tanto literaria como visual, en donde nos preguntamos constantemente
qué es lo que estamos leyendo. Sin embargo, preguntarse qué es lo que se está
leyendo, no es más que una pérdida de tiempo, no tiene sentido alguno ubicar
los relatos dentro de alguna parcela, sea esta literaria o visual. Cortos no es más que narración, gran
narración que consigue lo que algunos libros y películas: ser otra persona,
tener otra visión de la vida, no feliz, obvio, luego de haber incursionado en
sus páginas.
Los
relatos que conforman la publicación, podrían ser catalogados como cuentos y
cortometrajes. Y más allá de las estructuras que emplea, Fuguet no descuida el
punto único, axial, que una narración debe exhibir: la configuración de los
personajes, que bien podrían ser la versión treintañera del adolescente y
bipolar Matías Vicuña, el recordado protagonista de Mala onda. El primer relato, ‘Prueba de aptitud’, cuentazo en todo
el sentido de la palabra, que a lo mejor, espero que sí, en el gran futuro
figurará como un texto medular de la cuentística latinoamericana, nos da las
suficientes luces del camino a seguir en los demás relatos: un viaje al pasado
ochentero a través de la tristeza, viaje motivado por el presente de la
indefinición existencial y los golpes sin avisar de la depresión, tan común en
quienes deben sobrevivir la fase de los treinta. En el mismo respiro del
relato, quedan también ‘Más estrellas que en el cielo’, ‘Road Story’ y ‘La hora
mágica (Matiné, Vermouth y Noche)’.
Creo
que no caería en la mera exageración: Fuguet es uno de los pocos escritores
latinoamericanos actuales que más ha afianzado su propuesta y el que más
transmite. Porque eso es lo que todo escritor tiene que cumplir: no escribir
bien, sino transmitir. Cortos no será
su título más representativo, pero sí el que más expone su envidiable acervo
creativo, acervo que no solo se nutre de la tradición literaria.
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