Maestro G
William Gaddis.
En lo personal, cuando me refiero a este
escritor, lo llamo El Maestro G.
Es que Gaddis es el Maestro.
Al menos esta es la idea que tengo cada
vez que lo releo, puesto que me deja con una sensación premunida de libertad y
de justificación ante la vida. Uno lo lee y piensa que lo ha entendido todo y
nada a la vez. Quedas con una “sensación Gaddis” durante un tiempo y cuando
menos te lo esperas, sabes que es imposible no aplaudir a toda la narrativa
gringa del siglo XX. Uno más para ese altar de casi 20 nombres.
Como bien sabemos, la excelente
editorial Sexto Piso viene rescatando de a pocos su obra. Y no debería
sorprender, basta ver su catálogo para deducir que estamos ante grandes
lectores que editan, quienes nos vienen (re)
descubriendo a uno de los más grandes, que en vida publicó poco, pero que en esa
brevedad supo imponer su letal mundo propio, partiendo de pequeños universos en
conflicto que alimentaron una poética que a la fecha podríamos catalogar de
profética.
Qué difícil es decidirse por algún libro de Gaddis. Podríamos pensar en Los
reconocimientos y Ágape se apaga,
pero haríamos bien en sumergirnos en las páginas de la novela Gótico carpintero, que después de una
tercera lectura en meses, podría calificarla de genuina obra maestra, que pese
a haber sido publicada a fines del siglo pasado, está llamada a gozar de
actualidad, actualidad que ya venía asegurada por la frescura de la prosa y
técnica (quizá una de las novelas en
donde se nos muestra lo que es la maestría literaria en narrativa). Sin
embargo, ahora nos debemos arrodillar ante su contenido temático.
Se trata pues de una novela sobre la
corrupción moral, en la que sus personajes vienen carcomidos por el más pueril
impulso de la avaricia, en una suerte de anhelo por resaltar sus
pequeños logros; personajes envidiosos del dinero que pudiera tener el “otro”,
pero a medida que los vamos conociendo, llegamos a la conclusión de que el
dinero y el afán de reconocimiento les es insuficiente. ¿Qué es lo más quieren,
entonces? Esta vendría a ser la pregunta que nos hacemos con McCandless, Ude, Liz
y Paul. Por eso hablan como hablan, desde el vacío, desde una locura falsa, o
sea, hablan impostados, como poseros que en realidad son dueños de
absolutamente nada pero que a la vez piensan que el mundo debe girar sobre
ellos.
Sobre esta novela se ha escrito, y
mucho. Merece todos los saludos que merece un clásico contemporáneo. Pero también
habría que señalarla como una de las más grandes novelas sobre el cinismo y la egolatría.
3 Comentarios:
hey gab seguimo esperando la resenia de jadson el redentor ¿o se te encojieron las boloñas?
Como admirador acérrimo del experimental Gaddis, esperamos tu reseña sin concesiones sobre "Contarlo Todo", de Jeremías Gamboa. Tu causa José Carlos Yrigoyen ya anunció que empezará a leer el libro. Tal vez sea una buena idea que te lo lleves, me refiero al libro, a tu aventura por la Selva Central.
Felicitaciones por este excelente blog.
el autor de ese libro se encuentra en una campaña de desinformación. El petizo de París cree que una mala reseña de un libro es hablar mal de una persona. Y en el peor de los colmos me llama amuleto de la buena suerte, tal y como se lo hizo saber a Novoa. Novoa me dice que hable más de su libro, y más de lo que dije de su libro no puedo decir. Solo quiero aclararle una cosa al petizo: el amuleto de la suerte de Novoa no soy yo, sino esa gorrita del Chómpiras que no deja de usar. Saludos.
G
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal