martes, diciembre 23, 2014

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Ayer en la tarde caminaba por la Bolsa de Valores, el sol lo sentía en el rostro y me encontraba medio atontado, ido, distraído, desconectado, detalles que me hacen vulnerables. Solo debía comprar mi antídoto: una botella de agua mineral San Antonio, sin gas.
Compré mi botella. En lugar de regresar a la librería por el camino habitual, lo hice por Carabaya. A medida que avanzaba me topaba con un creciente número de policías, más sus respectivos juguetes: portatropas, patrulleros, camionetas y cientos de motos.
La presencia de los efectivos del orden no era gratuita. Miraba sus rostros y uno no podía pensar en otra cosa que no fuera el cuidado. Cómo no tenerlo, si horas antes el ministro Urresti había advertido a razón de la marcha juvenil contra la nueva ley laboral, la injerencia solapada de simpatizantes de Sendero.
No me sorprende. No debería sorprender estas clases de jugarretas de un sujeto, sospechoso de asesinato, colocado como ministro del Interior por otro sujeto, sospechoso también de asesinato y que se las da de presidente. Jugarretas de sucios, por decir algo. La jugada era cantada: meter toda la alerta de peligro posible para así reaccionar como esperaban reaccionar, llevar a toda costa otro gol de Urresti.
Uno no puede dejar de preguntarse lo tácito: ¿acaso no tenemos problemas de seguridad ciudadana mayores a los que estar alertas en una manifestación juvenil? Para perseguir a ambulantes, a jóvenes que en su derecho protestan, sobran los efectivos. Pero para cuidar las empresas de construcción chantajeadas por mafias, para resguardar a los ciudadanos de la delincuencia común, para detener a los personajes incómodos para el gobierno, para eso, que en realidad importa, el despliegue policial es nulo, de risa, de hueveo disfrazado de eficiencia.
Hasta los mismos policías se aburrían. Se sabían tontos útiles. Como son subalternos, no pueden cuestionar el mandato de Urresti, hay que obedecer nomás, seguir para adelante, cuidar a estos chibolos que se las quieren dar de rebeldes ahora que están de vacaciones.
En mucho tiempo no veía una manifestación como la de hace unas horas. Miles de jóvenes. Hay que protestar y ambas opciones para hacerlo ahora son válidas: o por tus convicciones o por tus bolsillos.

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