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Nos encontrábamos almorzando. Pese a la
ausencia del sol, sentía calor y me decía a mí mismo que había sido un error
llevar chompa. Felizmente, tenía un polo más si en caso empezara a sudar,
porque, si aún no lo sabes, soy un hombre que suda mucho, ni hablar de mi piel
grasosa a la que unto más grasa porque debo usar hasta el resto de mis días
bloqueador.
El sábado pasado salió el sol, hizo un
calor cuasi veraniego. Estuve expuesto al sol porque tuve que salir varias
veces de la librería. No me di cuenta hasta el domingo, cuando vi en mi frente
una pequeña herida, una rayita roja que empezó a sangrar ni bien me pasé el
jabón por la cara mientras me duchaba.
Busqué curita y me la puse en la frente.
Antes de salir de casa, le comenté a mi papá sobre la herida en la frente y él
empezó a hablarme sin detallar de los peligros del cáncer de piel, puesto que
debía estar atento a si esa herida cambiaba de color y textura.
Esa advertencia limitó mi día.
No estuve pues del todo concentrado en
las cosas que hacía, me sentía ido y las personas a mi lado también me
percibían así, como si mi concentración estuviera en otro lugar, mis ojos en un
punto fijo del aire, quizá siguiendo sin seguir el vuelo de una mosca. Cuando
me preguntaban qué me pasaba, respondía lo mismo, y de distintas maneras, que
estaba preocupado por los textos que he ido atrasando en estas semanas y no
pocos meses. Pero se trataba de una mentira. No hay nada más fácil y que me
guste más que escribir. Bueno, sí, hay algo que me gusta más que escribir, que
es leer. Pero a lo que voy: me gusta escribir, me gusta llegar al trance de la
escritura, a ese estado canábico en que no que te importa más que el tecleo y
aquel seseo que generas cuando escribes a mano. Pero de esto se sabe, al menos
en este blog, porque más de una vez he escrito de ello.
Estaba preocupado por el futuro
inmediato de esa herida. ¿Y si esta crecía y se apoderaba de mi cabeza
llenándola de puntos negros y lunares amorfos?
Preguntas inanes, quizá producto de una
mente paranoica, pero que en mi experiencia tenían una ligera legitimidad.
Recién el lunes supe que se trataba de
una herida común y corriente. No respiré tranquilo, tampoco me encontraba tan
preocupado como sí horas antes. De todas maneras, tomé una decisión en la
tarde, iré en los próximos días al dermatólogo para quitarme por las buenas
todas las dudas que tenga.
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