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Desde hace muchos años tengo una
costumbre, la ideal, creo, para empezar un lunes: escuchar a alto volumen a The
Guess Who. Carajo, no hay mejor remedio contra la modorra de los lunes que
escuchando a estos geniales borrachos y drogadictos.
Abro la librería y lo primero que deseo
es desconectarme de todo lo malo del fin de semana. La limpieza emocional
comienza con un cd de temas seleccionados de esta banda. Coloco el cd en la
lectora y subo el volumen. Me conecto un toque al Face para chequear los Inboxs
que han llegado a la bandeja de la librería. Respondo todos los mensajes,
afirmativos en la mayoría. De paso, respondo algunos Inboxs de mi cuenta,
mensajes que no son muchos. Y eso me alegra, porque así podré cerrar cuanto
antes la librería y así ir al Don Lucho en donde me encontraré con unos patas
que me han invitado a almorzar.
Me dispongo a cerrar la librería, pero
me visita mi amigo Lucar, con quien siempre es un gusto hablar. Lucar me habla
de ciertos problemas que hay en los ministerios del estado, los que se hacen
los tercios al momento de pagar a los profesionales que les prestan sus
servicios. Lo escucho y no puedo dejar de indignarme. Algunos ministerios
tienen esa mala costumbre, que piden con apuro determinados trabajos y que se
hacen los tercios al momento de pagar los honorarios. No hay derecho, le digo a
Lucar, que lleva ya varios meses esperando que le paguen. Los ministerios son
campeones cuando de trámites burocráticos se trata y por un momento pienso en
la posibilidad de escribir un post asesino sobre este ministerio. Pero Lucar me
dice que no, que a lo mejor haya represalias (no contra mí, obvio), lo cual es
cierto. Y me calmo. Salgo a comprar un cigarrillo, de los que suelo fumar y no
del que tuve que fumar por emergencia al no encontrar en la mañana la marca que
suelo consumir.
Entonces, con el humo que reclama mi
cuerpo, le digo a Lucar que se calme y que siga haciendo las cosas que está
haciendo, y muy bien para variar, porque él es uno de los mayores difusores culturales
que tenemos en este país. Mi pata se retira calmado, sin el apuro con el que
vino a hablarme y a desfogarse. Le doy toda la razón. Algo hay que hacer contra
la burocracia en los organismos del estado.
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