miércoles, julio 05, 2006


El Paso


El Paso es fiel heredero de la temática vivencial con la que Ildefonso ha construido una carrera poética marcada por la constancia. Lo lúdico, lo onírico, el desamor, el sexo, el trago y el amor se juntan en una fiesta que tiene al estilo como el gran abanderado de estos relatos. Este poeta y narrador sabe muy bien cómo entretener al lector, prácticamente, se vuela leyendo las peripecias del protagonista que nos insufla su conmovedor desarraigo existencial

En un aburridísimo texto sobre este libro, el académico Nelson Ricardo Ramírez, comete el flagrante error de calificarlo como una muestra de la alternancia que va de lo metaliterario a lo vitalista. Si bien es cierto que hay muchas referencias a escritores y libros, estas solo están enmarcadas en el terreno de la enunciación. Si el protagonista de una historia X es un escritor que nos ofrece un catálogo de libros, esto no la convierte en una obra metaliteria, y declararlo así no es más que una muestra de ignorancia no-intencionada marcada por el apuro y una falta de acuciosidad elemental. Las reflexiones e inquietudes que aparecen en estas páginas están pautadas por la búsqueda, encuentro y desencuentro de una vida marcada por la aventura y el exceso.

Lo metaliterario tiene larga data, y una de las características de esta vertiente es la indagación que apunta al oficio creativo como tal, a las influencias que se mueven y alimentan una obra literaria dentro de otra, teniendo al proceso imaginativo y a la persona del escritor como motor de las ficciones pergeñadas. Ejemplitos: La novela de una novela, de Thomas Mann; la figura de Cide Hamete Benengeli en El Quijote, de Cervantes; La noche del oráculo, de Paul Auster; o Casa de Islandia, de Luis Hernán Castañeda, por citar una muestra local.

Como dije, lo metaliterario tiene varias características. Si el apreciado Nelson Ricardo Ramírez tiene alguna duda al respecto, con mucho gusto y desinteresadamente podría sugerirle algunas obras más. Lo peor que se le puede dar a este libro es una calificación tan jalada de los cabellos que no le hace ningún favor a Ildefonso, y sobre todo, a El Paso.

Si a este libro se le quiere ubicar en vertiente alguna, esta sería la vitalista. Y para rendir justicia, buen vitalismo.

Esta es una colección de microrrelatos que en muchos casos arriban al feudo del olvido por el abuso de la anécdota. En gran parte sentimos estar leyendo el mismo cuento. ¿Quién se acuerda de lo que se hizo en una intensa noche de juerga con olor a sexo y alcohol ni bien nos cae la resaca? Digamos también que Yoknapatawpha y La luz del mundo son de lo mejor de este conjunto, siendo para mí, el segundo relato mencionado, el que indiscutiblemente quedará en la memoria del lector por muy buen tiempo. Sin embargo, los libros como este te ofrecen una distinta manera de ser abordado. El carácter orgánico nos lleva a leerlo también como si fuera una novela, pero esta es una opción anclada más en el defecto que en la virtud. Y con muy buena vibra señalo que fue un craso error, imperdonable para el editor y el autor, cambiar el título original, Por partida doble, por uno comercial que traería supuestas suculentas ganancias. A lo mejor por el auge editorial que hoy en día tienen los libros que tratan de los inmigrantes. El título con el que fue entregado a los lectores termina traicionando la auténtica esencia de este conjunto. Declaremos desde ya que los mejores relatos que lo conforman están en la segunda parte, Del otro lado de la frontera.

Si nos atrevemos a rastrear algunas fuentes estilísticas y temáticas, estas apuntan a dos poemarios del autor: Canciones de un bar en la frontera y MDIH. Al leer este libro lloramos, nos reímos, creemos que vale la pena vivir sin importarnos lo que pueda venir, sin arrepentimientos de por medio.

El Paso sirve también como punto de quiebre en la obra de Ildefonso. Abusar de los referentes que le han traído buenos réditos en su trayectoria literaria abarca riesgos, y estos se hacen aún más patentes cuando se escribe narrativa. Y como bien sabemos, la inspiración no es una aliada idónea en esta parcela creativa.

El gran compositor argentino, Astor Piazzolla, declaró meses antes de morir que “el oficio creativo es como el agua, que se tiene que cambiar, porque se corre el riesgo de que se pudra”. Todo cambio artístico es un parricidio que llega a cuajar si se conoce bien la tradición de la veta creativa en la que uno decide moverse. Este legado de Piazzola no solo lo dio para los amantes de la música, lo es también para todo aquel que está dispuesto a arriesgarse.

El talento de Ildefonso es innegable y reconocido, pero este autor no es un intocable. Y lo mejor de todo, es que aún no ha dado lo mejor de sí.

El Paso, un buen libro para desaforados amantes de la vida.




3 Comentarios:

Blogger Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Bueno, Astrid. El Paso es un muy buen libro. Y en lo personal, no te conozco, así es que no entiendo de dónde me has escuchado sobre la supuestas inconsistencia del libro. Así es que paso por alto lo que dices de mi persona. Cada quien es libre de interpretar un texto.
Saludos.
G.

7:17 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

¡Dios! Reafirmo lo anterior: esquemas rígidos, supuestos anquilosados (vitalista, minimalista, metaliterario, realismo sucio, etcétera); una lógica simple que explica la ligereza, la "falta de acuciosidad elemental" de quien las utiliza con pretensiones didácticas, "cultas".
¿Qué representa lo vitalista? ¿Qué significa la metaliteratura?
Un inexpresivo nada.
Es lamentable que el autor de la reseña, haga del contenido del libro un difuso (¿obtuso?) monólogo, del cual no se desprenden rayos diáfanos que lo diluciden. Colegimos que la reseña del señor Gabriel Ruiz –Ortega es una reelaboración pretenciosa, retórica, eufemística, de las sombras que anegan el criterio de nuestros reseñistas locales: el lugar común.
Espero que publique mi mensaje, sería una actitud plausible de su parte.

Edward Calvo

6:58 p.m.  
Blogger Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Estimado Edward, tus sabias y positivas palabras ayudan a que pueda mejorar de ahora en adelante. Pero te pido que tengas en cuenta que no esperes recibir ningún premio.
Como recuerdo haber dicho, cada quien tiene una visión distinta de texto alguno.
Gabriel.

7:41 p.m.  

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