Espejo a la deriva
Ocurre que muchos libros suelen pasar desapercibidos, y esto se deja sentir más cuando de libros de poesía se trata. Pues bien, en este caso me ocuparé haciendo un breve comentario de la primera entrega poética de Sara Cortez Pautrat, Espejo a la deriva.
Desde las primeras páginas vemos el diálogo que Cortez tiene con el oficio lírico, canalizado a través una voz cargada de ironía, pero esta ironía termina matando el sendero con los que muchos versos empiezan, lo cual es una lástima ya que muchos de estos comienzos son muy buenos.
La cualidad que se deja ver en Espejo... es la fusión que vemos entre el amor y el misticismo; misticismo entendido como una visión personal de la divinidad. Por ello, esta mezcla yace en varias dicotomías como el amor/despecho, sexo/purificación, lujuria/paz, etc.
Los mejores versos son los que abordan la temática sexual. En este tópico Cortez refleja un buen manejo del ritmo poético. En algunos casos sentimos que somos parte de la experiencia erótica de la poeta. Y seamos justos, las imágenes son precisas, diáfanas y lacerantes. Y este logro la poeta lo lleva por medio de la sugerencia, no cae en el burdo manejo del lenguaje, en ningún momento ronda lo pornográfico. Práctica esta que muy mal lo entienden y escriben ciertas poetas que por abusar tanto del tema terminan agotando a los lectores.
Y hablando de abuso, estos poemas llegarían a más y el conjunto del libro sería consistente si hubiera podado bien sus escritos. La intensidad es clave en todo libro de poesía. Otro de los puntos a destacar es el desenfado. Casi todos los poemas exhiben una agradecida cuota de desinhibición, como constantes guiños al lector, en los que salta una inusitada ternura difícil de conseguir.
Cortez refleja mucho talento, pero el talento se pule, se enriquece, cambia.
Espejo a la deriva, un libro egotistamente apasionado.
Desde las primeras páginas vemos el diálogo que Cortez tiene con el oficio lírico, canalizado a través una voz cargada de ironía, pero esta ironía termina matando el sendero con los que muchos versos empiezan, lo cual es una lástima ya que muchos de estos comienzos son muy buenos.
La cualidad que se deja ver en Espejo... es la fusión que vemos entre el amor y el misticismo; misticismo entendido como una visión personal de la divinidad. Por ello, esta mezcla yace en varias dicotomías como el amor/despecho, sexo/purificación, lujuria/paz, etc.
Los mejores versos son los que abordan la temática sexual. En este tópico Cortez refleja un buen manejo del ritmo poético. En algunos casos sentimos que somos parte de la experiencia erótica de la poeta. Y seamos justos, las imágenes son precisas, diáfanas y lacerantes. Y este logro la poeta lo lleva por medio de la sugerencia, no cae en el burdo manejo del lenguaje, en ningún momento ronda lo pornográfico. Práctica esta que muy mal lo entienden y escriben ciertas poetas que por abusar tanto del tema terminan agotando a los lectores.
Y hablando de abuso, estos poemas llegarían a más y el conjunto del libro sería consistente si hubiera podado bien sus escritos. La intensidad es clave en todo libro de poesía. Otro de los puntos a destacar es el desenfado. Casi todos los poemas exhiben una agradecida cuota de desinhibición, como constantes guiños al lector, en los que salta una inusitada ternura difícil de conseguir.
Cortez refleja mucho talento, pero el talento se pule, se enriquece, cambia.
Espejo a la deriva, un libro egotistamente apasionado.
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