martes, febrero 27, 2007

Víctor Guarderas Lavalle

Por el centenario de Alianza Lima el Comercio tuvo a bien editar El Libro de Oro. En este bello libro –porque lo es- se da cuenta de la historia aliancista. Digamos que está documentado todo lo que, de alguna u otra manera, sabemos. Pero hay una semblanza que se me había pasado totalmente cuando le di su primera revisada, esta pertenece a Víctor Guarderas Lavalle, y por lo que leo se trata de un fin trágico para un futbolista que lo tenía todo para triunfar, puesto que si las cosas le hubieran salido como él las pensaba, su nombre estaría junto a los clásicos Alejandro Villanueva, El Mago Valdivieso, Cornelio Heredia, Pitín Zegarra, Teófilo Cubillas y César Cueto.

(Bueno, ahora que lo pienso, en la urbanización Apolo, en La Victoria, donde vivo, no son pocas las calles que llevan nombres de legendarios futbolistas aliancistas: Villanueva, Neyra, Montellanos, Delgado, etc. Sumado al hecho de que en una de estas vive Luis La Fuente, el recordado back centro de Universitario de Deportes, a quien he visto compartiendo chelitas en más de una ocasión con Hugo Sotil)

Volvamos a Guarderas Lavalle. A la edad de 21 años recaló en el primer equipo de Alianza luego de haberse fogueado en clubes de Segunda y Tercera División. Y su debut, en 1932, lo hizo ante el Audax Italiano de Chile. No fueron pocos quienes hicieron notar sus dotes de defensa central, su porte y capacidad de anticipación daban aún más seguridad al ya seguro arquerazo Juan Valdivieso. Cuenta la historia que GL la rompió en la famosa gira por Chile en 1935, quien junto con Arturo Fernández fueron catalogados como la Pareja Tempestad, la cual la tronó también en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936.

Digamos que todo iba bien, todo el mundo lo conocía, las mujeres lo perseguían y no pocos niños anhelaban ser algún día como él. Pero como dice cierta canción: Todo tiene su final, nada dura para siempre. La Federación de ese entonces –supongo que conformada por payasos como los de ahora- había programado algunos partidos amistosos para seleccionar a los jugadores que irían al Sudamericano de Buenos Aires. Así es que se programó un partido entre Alianza Lima y el Combinado de la División de Honor –como se podrá colegir, el equipo íntimo es el que siempre ha dado los mejores jugadores a la selección-.

Se dio el pitazo inicial. Los jugadores del Combinado se rajaban en cada jugada, y en uno de esos famosos cruces que siempre se dan entre defensas y delanteros, GL intercepta con fuerza a Jorge Chávez Boza (delantero del Atlético Chalaco). El árbitro cobra falta a favor del Combinado. Chávez Boza yace inconsciente, con la mirada perdida en el ardiente sol y es trasladado a la clínica Dulanto. GL siguió jugando, los insultos le llovían, hasta de los mismos hinchas de Alianza. Pero lo que vendría después sería el inicio del fin. Chávez Boza tiene una lesión en la arteria femoral. El Tribunal de Penas de La Federación no duda en cancelarle definitivamente el carné de futbolista al defensa íntimo –quien pasa algunos días en la cárcel-. Días después, los médicos deciden amputarle la pierna al delantero, pero esto no es suficiente, Chávez Boza fallece.

Alianza Lima lo saca de su equipo y los dirigentes de aquel entonces borraron todo tipo de rastro documental dejado por este jugador. GL se retiró prematuramente del fútbol, por propio albedrío. Me cuentan, dicen, que GL jamás le guardó resentimiento alguno a los dirigentes aliancistas puesto que lo que ocurrió fue un accidente deportivo, como solía decir. Pasaron los años y el 10 de octubre de 1975 fallece en su humilde casa en El Porvenir, claro, meses antes tuvieron que extirparle un pulmón. Fumaba mucho el tío.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

ssss

8:07 a.m.  

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