Pall Mall y Portnoy
Fumarse dos cajetillas diarias de Marlboro es un gran placer, pero de hecho que es dañino para la economía de cualquiera. Y como era mi deseo estabilizar mi economía, pues estuve un par de meses probando distintas marcas de cigarros. Probé con Hamilton (más o menos, tirando para menos), Winston (en algo pero se abusa del alquitrán), Camel (casi igual al Marlboro), Premier (horrible), Golden Beach (el más asqueroso), Lucky (le falta ese “toque” extra) y Montana.
En un principio me resistí a dejar el Marlboro. No tienen idea de cuánto sufrí por ya no fumarlo. Y estuve en un dilema: ¿o dejas el Marlboro o te forras de valor y así dejas de fumar? Y me aboque a una solución, por sobre todo, sentimental: el Montana rojo (además está barato y tiene muy buen sabor).
El Montana rojo me trae el recuerdo sentimental más intenso y desgarrador que he podido vivir, y digamos que ese detalle es la razón de fuerza que me lleva a desaparecer las dos cajetillas diarias de rigor. Sin embargo, desde hace unos meses me doy con la sorpresa de que ya no hay Montana en ninguna tienda, sino que ahora esta marca ha dado paso a Pall Mall (ahora, no sé si Pall Mall ha comprado a Montana, cosa que francamente no me interesa).
Por eso, ahora paro consumiendo Pall Mall en todo momento y lugar. Sin embargo, algo curioso pasó ayer con Pall Mall. Ocurre que después de que mi padre leyera Patrimonio de Philip Roth como que anda muy obsesionado con leer todo el ciclo de Nathan Zuckerman (Me casé con un comunista, Pastoral Americana y La mancha humana), y es así que me pidió que le preste La mancha humana. No sé qué se me dio, pero con mi mano izquierda cogí los lomos de cinco libros de mi biblioteca, separé la novela que mi padre quería leer, pero entre los otros lomos estaba El lamento de Portnoy (Grijalbo, 1969), otra celebradísima novela de Roth.
Me puse a hojear esta novela, y entre las páginas 82 –85, leo en el monólogo del joven abogado judío Alexander Portnoy una referencia a los cigarros Pall Mall, esta en relación al rabino Warshaw, quien no para de fumar, y de quien Portnoy no se expresa nada pero nada bien.
Caprichos que no tienen nada que ver con este post:
1. En la madrugada pude ver en La república una interesante nota entre Rocío Silva Santisteban y el inefable José María Memet. Pregunta para Memet: Causita, ¿qué pasó con los viáticos?
2. A través de Puente Aéreo puede leerse la carta de Alonso Cueto -publicada en Correo- aclarando a la dupla ES (versión esforzada de Carl Bernstein y Bob Woodward del periodismo cultural limeño) sobre el dizque plagio. Ahora, supongo que en aras de la objetividad, Paolo de Lima está llamado a postear en su integridad la carta de Cueto. Y ensaya esta explicación...
En un principio me resistí a dejar el Marlboro. No tienen idea de cuánto sufrí por ya no fumarlo. Y estuve en un dilema: ¿o dejas el Marlboro o te forras de valor y así dejas de fumar? Y me aboque a una solución, por sobre todo, sentimental: el Montana rojo (además está barato y tiene muy buen sabor).
El Montana rojo me trae el recuerdo sentimental más intenso y desgarrador que he podido vivir, y digamos que ese detalle es la razón de fuerza que me lleva a desaparecer las dos cajetillas diarias de rigor. Sin embargo, desde hace unos meses me doy con la sorpresa de que ya no hay Montana en ninguna tienda, sino que ahora esta marca ha dado paso a Pall Mall (ahora, no sé si Pall Mall ha comprado a Montana, cosa que francamente no me interesa).
Por eso, ahora paro consumiendo Pall Mall en todo momento y lugar. Sin embargo, algo curioso pasó ayer con Pall Mall. Ocurre que después de que mi padre leyera Patrimonio de Philip Roth como que anda muy obsesionado con leer todo el ciclo de Nathan Zuckerman (Me casé con un comunista, Pastoral Americana y La mancha humana), y es así que me pidió que le preste La mancha humana. No sé qué se me dio, pero con mi mano izquierda cogí los lomos de cinco libros de mi biblioteca, separé la novela que mi padre quería leer, pero entre los otros lomos estaba El lamento de Portnoy (Grijalbo, 1969), otra celebradísima novela de Roth.
Me puse a hojear esta novela, y entre las páginas 82 –85, leo en el monólogo del joven abogado judío Alexander Portnoy una referencia a los cigarros Pall Mall, esta en relación al rabino Warshaw, quien no para de fumar, y de quien Portnoy no se expresa nada pero nada bien.
Caprichos que no tienen nada que ver con este post:
1. En la madrugada pude ver en La república una interesante nota entre Rocío Silva Santisteban y el inefable José María Memet. Pregunta para Memet: Causita, ¿qué pasó con los viáticos?
2. A través de Puente Aéreo puede leerse la carta de Alonso Cueto -publicada en Correo- aclarando a la dupla ES (versión esforzada de Carl Bernstein y Bob Woodward del periodismo cultural limeño) sobre el dizque plagio. Ahora, supongo que en aras de la objetividad, Paolo de Lima está llamado a postear en su integridad la carta de Cueto. Y ensaya esta explicación...
4 Comentarios:
Oye Gabriel: por qué no dices que Correo también publicó una respuesta a la carta de Cueto. defiendes lo indefendible. Esos periodistas han hecho bien su chamba, con cojones.
¿Bien su chamba cuando en el facsímil editan sospechosamente -así de claro- una parte fundamental del artículo de Cueto que a todas luces tiraba por los suelos el dizque destape de la dupla ES? Hazme el favor, anónimo.
G.
Tal vez Ud, pueda opinar sobre este aparente plagio entre dos poetas, amigos de Paolo de Lima. Ahi van los links:
http://cecilia-bustamante.com/extramares/perfil/biografia/article_56.shtml
http://www.caretas.com.pe/1422/cultural/cultural.htm
Gracias
Hola, anónimo. Ya leí los links, pero en el fondo, digamos, no me interesa.
G.
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