martes, mayo 20, 2008

Fotografía de Eddie Adams

Me encuentro leyendo dos libros que por X razones había estado posponiendo. No son novelas, como podría pensarse. Uno de ellos es el casi inubicable EL CINEMATÓGRAFO de Azorín, conjunto de artículos sobre cine que el escritor español publicó en diarios y revistas. En todos ellos sobresale la sensación del deslumbramiento ante un fenómeno artístico que lo agarró a edad ya muy avanzada. Sin embargo, en lugar de que sean las nuevas generaciones las que disfruten de las películas, Azorín se entregó a ellas como ningún otro. Cuenta, por ejemplo, que entre 1952 y 1954 vio más de seiscientas películas. A ver, que mejor lo explique el mismo Azorín:
Frecuento cines populares. Los de lujo no los conozco. Cines de sesión doble. He visto en tres años más de seiscientas; algunas, deliberadamente o por las circunstancias, las he visto dos, tres o más veces.
El otro libro pertenece a la mujer de la que aún sigo enamorado. Su inteligencia no deja de seducirme. ANTE EL DOLOR DE LOS DEMÁS, de Susan Sontag (1933 - 2004), es un juicioso y penetrante ensayo sobre el espactáculo que generan las imágenes de guerra. Lo que siempre me ha vacilado de su pensamiento es que tiene una habilidad única para enhebrar conceptos, como si entre líneas estuviera aplicando estrategias o técnas del arte de novelar (ella, como saben, fue una gran novelista).
Mientras recorría las páginas de AEDDLD me topé con la descripción de la famosa foto de Eddie Adams (1933 - 2004; dato curioso: ambos nacieron y murieron en los mismos años). Conocía el backstage del cómo se gestó esa foto, pero qué mejor que la misma Sontag para compartirla. Aquí va:
No cabe duda sobre la autenticidad de lo mostrado en la foto que en febrero de 1968 Eddie Adams hizo del jefe de la policía nacional del Vietnam del Sur, general brigadier Nguyen Ngoc Loan, que dispara a un sospechoso del Vietcomg en una calle de Saigón. Sin embargo, fue montada por el general Loan, el cual había conducido al prisionero, con las manos atadas a la espalda, afuera, a la calle, donde estaban reunidos los periodistas; el general no habría llevado a cabo la sumaria ejecución allí si no hubiesen estado a su disposición para atestiguarla. Situado junto a su prisionero a fin de que su perfil y el rostro de la víctima fueran visibles para las cámaras situadas detrás de él, Loan apuntó a quemarropa. La foto de Adams muestra el instante en que se ha disparado la bala; el muestro, con una mueca, no ha empezado a caer. Para el espectador, para esta espectadora, incluso muchos años después de realizada la foto...,vaya, se pueden mirar estos rostros mucho tiempo y no llegar a agotar el misterio, y la indecencia, de semejante mirada compartida.
Son muchos aspectos que me atraen de Azorín y Sontag, pero en especial, siento un gran apego por su prosa. Cuando los leo me imagino presenciando un espectáculo de acrobacia. Nadie quedaría atento a los movimientos de los acróbatas si estos mostraran sudor e impotencia en su acto. Hacen que lo difícil parezca fácil, como sin esfuerzo. Esa es, imagino, la virtud de la prosa de estos dos grandes escritores: su constante tributo a la compleja sencillez de la escritura, ya que escribir de manera clara no es un recurso fácil, porque al igual que los acróbatas, hay detrás muchísimo esfuerzo y trabajo.
Imagen, fotografía de Eddie Adams.

4 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Qué comentario más superficial, sin criterio y además pésimamente escrito. Hablas de la prosa de Azorín, sin sobrecogerte por tamaña imagen! En fin, la banalidad intelectual de nuestros tiempos es tristísima.
Rubén

1:14 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Publica una foto de Susan Sontag...pero de joven. Esa mujer era un hembrón.

7:50 p.m.  
Blogger Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Las críticas son bienvenidas en este blog. Ahora, si eres el Rubén que pienso, no te me acomplejes cuando me veas. Mi sueño es poder hablar contigo, y a diferencia de los demás, te prometo que no voy a bostezar.
G.

8:32 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Te doy toda la razón, Gabriel. La claridad y precisión de los ensayos de la Sontag son lo que la hacen reconocida. Y de Azorín, ni hablar, es un grande.
Ana.

5:54 p.m.  

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