Guillermo Chirinos Cúneo
Otoño
IV
En un amplio parque blanco de Lima
Yo mordía la boca de las rosas moribundas.
Mientras un flaco perro corredor, tronaba
mi humedad, mi roja humedad, palidecida.
Ese otoño, neblina...
Y las ramas parecían hierros vidriosos
sobre blancos malecones derruidos.
Y las hojas en otoño parecían
viejas flacas de papel antiguo.
Era un pálido ahogado
en turbias aguas verdes, desteñidas.
Era otoño como una biblia floja
en rosados cartones zozobrantes.
Era otoño en Lima.
Y yo, moría...
Ebrio caía entre las rosas caídas de semen, podridas.
Mientras un ciego hermoso corriendo
daba gritos cincelados, neblina.
Otoño, su limosna.
Y desnudo un hollín aullaba entre las sombras.
Era otoño a las seis de la mañana.
Llovía.
Y las rosas moribundas hacia el grito,
pudriéndose mataban.
Era otoño en el alba. Las seis, abril.
Era otoño en la muerte.
Era Lima aterrida de otoño bajo azules vómitos de nieve.
(De: LOS OTROS, Volumen 1, 2006. IDIOTA DEL APOCALIPSIS, 1967. Imagen tomada de aquí.)
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