miércoles, julio 30, 2008

Guillermo Chirinos Cúneo


Otoño



IV



En un amplio parque blanco de Lima

Yo mordía la boca de las rosas moribundas.

Mientras un flaco perro corredor, tronaba

mi humedad, mi roja humedad, palidecida.



Ese otoño, neblina...

Y las ramas parecían hierros vidriosos

sobre blancos malecones derruidos.

Y las hojas en otoño parecían

viejas flacas de papel antiguo.

Era un pálido ahogado

en turbias aguas verdes, desteñidas.

Era otoño como una biblia floja

en rosados cartones zozobrantes.



Era otoño en Lima.

Y yo, moría...

Ebrio caía entre las rosas caídas de semen, podridas.

Mientras un ciego hermoso corriendo

daba gritos cincelados, neblina.

Otoño, su limosna.

Y desnudo un hollín aullaba entre las sombras.



Era otoño a las seis de la mañana.

Llovía.

Y las rosas moribundas hacia el grito,

pudriéndose mataban.

Era otoño en el alba. Las seis, abril.

Era otoño en la muerte.

Era Lima aterrida de otoño bajo azules vómitos de nieve.



(De: LOS OTROS, Volumen 1, 2006. IDIOTA DEL APOCALIPSIS, 1967. Imagen tomada de aquí.)

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