lunes, julio 14, 2008

Prólogo de la primera edición de LA GENERACIÓN DEL 50: UN MUNDO DIVIDIDO


LA GENERACIÓN DEL 50: UN MUNDO DIVIDIDO es el libro más polémico de Miguel Gutiérrez. En su columna de hoy, en La República, el crítico Javier Ágreda ofrece sobre la segunda edición de la publicación un juicio de valor con el que sintonizo, en especial a la postura ideológica de quien es uno de los narradores peruanos más importantes de hoy:

Por último, sobre la relación de los intelectuales de izquierda con el poder, Gutiérrez analiza las trayectorias del sociólogo Aníbal Quijano y el filósofo y líder senderista Abimael Guzmán. Hoy cuesta entender sus fuertes cuestionamientos a Quijano y su entusiasmo ante la inteligencia, voluntad y "coherencia" de Guzmán. A pesar de los problemas que estas páginas le han originado, Gutiérrez ha preferido mantenerlas en esta nueva edición (salvo un par de adjetivos, nos dice en el prólogo), lo que es una muestra de su honestidad intelectual y respeto a un texto que es, más que nada, testimonio del tipo de debates y posturas de nuestros intelectuales frente a una de las peores crisis vividas en la historia del Perú.

A lo largo de los años muchos antigutiérrez me habían hablado pestes de este libro, y como siempre he sido de aquellos que tienen la costumbre de leer las fuentes, pues recuerdo bien que lo leí en toda una tarde en la fría sala Estuardo Núñez de la BNP, cuando esta no se encontraba a cinco minutos de mi casa. Bastó esa lectura para darme cuenta de que muchos se colgaban de las páginas dedicadas al asesino Abimael Guzmán para descalificar de saque toda la obra de Gutiérrez, sumado al detalle que estos no habían leído ni una puta línea de esa primera edición, sino que repetían como loros y papagayos lo que terceros decían.

Obviamente, no estoy de acuerdo con las ideas vertidas sobre el desquiciado líder senderista. Sin embargo, no deja de ser saludable y hasta aleccionador encontrar consecuencia en un escritor que siempre ha mantenido una actitud crítica hasta con su postura ideológica, prueba de ello es el prólogo de la segunda edición de LGDCUMD.

Esta segunda edición es impecable. Mírala:

En el mes de febrero del 2005, Miguel Ildefonso, David Abanto, Carolina Fernández y yo le hicimos al autor de LA VIOLENCIA DEL TIEMPO una entrevista para el primer número de la revista Pelícano. La cita fue en El Domino´s de La Plaza San Martín. La entrevista duró casi cinco horas. En mi poder están esas cintas históricas. Una de las preguntas trató justo sobre su polémico libro. Aquí va:

Uno de sus libros del que se habla mucho, pero que se ha leído poco, es La Generación del Cincuenta: Un Mundo Dividido. Ahora que han pasado muchos años, ¿cómo ve ese libro?

Cuando apareció mi libro La Generación del 50 hubo un silencio absoluto en torno a él. Resintió a mucha gente, algunos amigos intelectuales me quitaron el habla para toda la vida, ejemplo que siguieron sus discípulos, quienes como profesores inculcaron el mismo rechazo a sus alumnos, quienes al convertirse a su vez en profesores continuaron con la cruzada. Según me han contado, se me puso como un ejemplo negativo. Esto coincidió con la debacle del mundo socialista, la derrota de la subversión en el país y la instauración del fujimorato en que se impuso el apolitismo que propició una cierta literatura del olvido. El libro lo escribí en la terrible década del 80 y la atmósfera que imperaba entonces influyó en el tono vehemente y por momentos inmoderado del lenguaje que empleé. Fui muy duro, por razones diferentes, con figuras como Ribeyro, Vargas Llosa, Macera, Quijano y otros. Sin embargo mi crítica nunca fue personal, critiqué sus ideas y las conductas asumidas frente al poder por algunos de ellos. Pero tuve mucho cuidado en separar sus opciones sus opciones políticas de la calidad de sus obras. Por cierto, el libro también disgustó a sectores de la intelectualidad izquierdista que no podía concebir que en sus páginas se alabara la poesía de Eielson o se destacara la calidad de las novelas de Vargas Llosa. Pasados muchos años puedo decir que me dolió mucho tener que criticar a escritores que admiraba como Julio Ramón Ribeyro. Pero dadas mis convicciones no me quedaba otro camino si quería ser coherente conmigo mismo. En fin, no reniego de ese libro que acaso tenga el valor de signo de la época que lo generó y cuya escritura apasionada me permitió descubrir la belleza y las potencialidades del ensayo como forma literaria.

Como no pocos antigutiérrez cogerán el ejemplar solo para leer el prólogo y juzgar a lo bestia, les hago el inmenso favor de copiar y pegar el prólogo de la primera edición, esto gracias a los mails informativos de mi amigo David Abanto (dabanto@norma.com.pe), cosa que así tienen las fuentes para que saquen sus "imparciales conclusiones". Aunque pensándolo bien, en buena onda como siempre, como que también puede servir de ejemplo para los senderistas de cantina, para quienes la "consecuencia" es una palabrita incómoda.

Bueno pues, vuelvo a repetir: no simpatizo con las ideas políticas de Miguel Gutiérrez. Y desde este blog que "nadie" lee, recomiendo la lectura de esta segunda edición, porque los libros de verdad son los que te abren la mente, no interesa si concuerdas o no con lo que en sus páginas está escrito.

A continuación el prólogo de la primera edición:

La publicación del presente estudio en forma de libro con el título de La Generación del 50: Un mundo dividido, Historia y balance requiere de algunas explicaciones. Empezaremos por dejar establecido que este volumen es parte y resultado de una investigación que fuera auspiciada por la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta.

En efecto; al iniciarse el año académico de 1981 el que suscribe presentó el Proyecto de Investigación “La Generación del 50 en la Literatura Peruana del siglo XX”. El Proyecto fue aprobado durante la gestión del Rector Roberto Velásquez, notable matemático y hombre de sólida formación humanística, cuyo entusiasta apoyo hizo posible la formación del equipo de investigación, que incluyó la contratación de especialistas; por la significación que tiene en la historia de la universidad peruana se impone resaltar que la amplitud de criterio del entonces rector Roberto Velásquez permitió incorporar al quipo de investigación en calidad de especialista al poeta y hombre de letras autodidacto Víctor Mazzi Trujilo. Es justo señalar que actitud semejante fue continuada por los rectores Héctor Vilca y Milcíades Hidalgo Cabrera; la labor de este último es remarcable, pues como ex titular de la Dirección Universitaria de Investigaciones siguió paso a paso los avances, no exento de dificultades, del Proyecto, reduciendo con inteligencia a lo estrictamente indispensable las tramitaciones de orden burocrático-administrativo.

Por desgracia, las dificultades, comprensibles en todo trabajo, tornáronse en cerrada oposición —de carácter pasional y manifestación de lo humano indecoroso— con el restablecimiento del régimen de Facultades. Una campaña de carácter irracional y sin principios no podía culminar sino en la despótica cancelación del Proyecto, de dimensión interdisciplinario, que debía finalizar con un documental fílmico (para cuya realización se habían dado ya pasos significativos) en torno a la Generación materia de trabajo y estudio. Con todo, lo principal es lo que se ha logrado a pesar de las dificultades y los obstáculos impuestos.

De la experiencia vivida en la realización de este Proyecto se pueden sacra algunas conclusiones. En primer lugar se ha demostrado que no obstante los magros presupuestos destinados a la investigación universitaria es posible llevar adelante, por lo menos parcialmente, proyectos de cierta envergadura, aunque para ello el coordinador y los integrantes del equipo de investigación tuvieran que apelar en más de una oportunidad a sus propios (y limitadísimos) recursos económicos en el cumplimiento de las tareas encomendadas, además de la inversión de tiempo extra e, incluso, de las vacaciones que le correspondían por ley; en segundo lugar, se ha demostrado que partiendo de la confianza y el respeto mutuo se pueden emprender estudios de conjunto, en quipo, superando el individualismo y el egoísmo que constituyen dos de los defectos más impugnables de buena parte de la intelectualidad peruana; por último, y en contra de la estigmatización de que es objeto permanentemente la Cantuta por parte de las fuerzas oscurantistas y retardatarias del Perú, nuestra investigación es una prueba deque la UNE es un centro de saber, de investigación científica, de producción intelectual y de creación literaria y artística; pero es apenas una pequeña muestra, porque la Cantuta cuanta con profesionales capaces, en especial en las áreas de ciencias sociales, ciencias de la naturaleza y ciencias formales, quienes en medio de limitaciones y en condiciones precarias persisten en la investigación científica y tecnológica haciendo aportes considerables para la ciencia y la cultura democrática del país.

El autor de estas líneas fue el coordinador del equipo de investigación hasta el mes de marzo de 1984; a partir de entonces continuó trabajando como integrante de base y fue en esta condición que recibió el encargo por parte del rector y del nuevo coordinador, profesor Félix Huamán Cabrera, de evaluar todo el material existente y preparar la publicación de los resultados obtenidos en la investigación. De este modo se estructuró el contenido del primer tomo como un conjunto orgánico, y según el mismo criterio se dejó organizadas en los aspectos fundamentales las publicaciones restantes. En suma, en los archivos existe material básico para la composición de nueve tomos más, tarea que debiera asumir otro grupo de trabajo con ideas nuevas y renovado ímpetu.

En el momento de escribir estas consideraciones se halla en su etapa final la edición del primer volumen del Tomo I de “La Generación del 50 en la Literatura del siglo XX”, cuyo tema central es la poesía producida por la mencionada generación. Por razones de orden presupuestal la autoridad pertinente decidió dividir el Tomo I en dos volúmenes, lo cual es lamentable porque el lector perderá de vista la organicidad con que fue concebida la primera entrega de los resultados de nuestras exploraciones de distintos órdenes y niveles, con el riesgo además, de que una nueva estrangulación económica o consideraciones de tipo extra-académico impidan la publicación del volumen complementario.

La edición del volumen 1 del Tomo I corre a cargo del escritor y periodista responsable de la Oficina de Relaciones Públicas de la UNE, Maynor Freire, y en el Prefacio el coordinador Félix Huamán Cabrera, destacado representante de la actual narrativa rural andina, ha dejado constancia de la totalidad de profesores de literatura y lengua que intervinieron en la realización de nuestro proyecto.
Por nuestra parte debemos destacar de manera especial a los amigos sin cuyo apoyo solidario, solvencia profesional, espíritu de iniciativa y disciplina no hubiera sido posible la investigación; el poeta Víctor Mazzi Trujillo y las profesoras Esther Ginocchio Reeves y Elsa Cajas Rojas —el primero cumplió además otras tareas— cubrieron con minuciosidad y rigor metodológico el área de las fuentes bibliográficas; la poeta y escritora Carmen Ollé Nava, aparte de los estudios sobre la poesía y narrativa del 50, realizó diversas entrevistas y no consideró indigno cumplir labores de secretaria y mecanógrafa; el novelista Oswaldo Reynoso y el autor teatral y escritor Víctor Zavala Cataño (ahora recluido en la prisión de Canto Grande en razón de sus ideas y por sus concepciones estético-teatrales) hicieron importantes aportes en sus respectivas especialidades; el profesor de lengua Emilio Rojas Sáenz, el profesor de literatura Guillermo Serpa y Félix Huamán Cabrera cumplieron con suficiencia los trabajos que le fueron asignados; el poeta Julio Carmona participó de manera decisiva en la estructuración original del Tomo I, y a la escultora y profesora de artes plásticas Sonia Arauco se debe la adquisición de los grabados del pintor (miembro de la generación del 50) Francisco Espinoza Dueñas que ilustran este tomo. Por otro lado el historiador Lorenzo Huertas nos ayudó en la elaboración del proyecto y nos brindó generoso asesoramiento cada vez que este le fue solicitado; el profesor y musicólogo Manuel Cabrera Guerra colaboró de diversas maneras, entre otras, nos asesoró en la elaboración de los gráficos y nos puso en contacto con músicos de los 50, como Francisco Pulgar Vidal, la partitura de una de cuyas composiciones (basada en un cuento de Valdelomar) fue incluida en el contendido del mencionado Tomo; asimismo el narrador y sociólogo Roberto Reyes siguió colaborando con el proyecto más allá del trabajo para el que fuera contratado, y el poeta y narrador Julio Nelson nos brindó su participación y sugerencias de manera absolutamente desinteresadas. Y, por cierto, compromete nuestra gratitud la colaboración que recibimos de poetas, narradores, artistas, críticos y estudiosos de la literatura, científicos sociales, escritores y periodistas y hombres de acción de la propia generación del 50, cuya generosidad y desprendimiento no solo hicieron menos ardua nuestra tarea, sino que permitieron enriquecer nuestra información y superar escollos de otra manera infranqueables.

Las siguientes páginas fueron escritas desde la perspectiva de un pensamiento situado; por pensamiento situado entendemos una teoría general del conocimiento, una visión del mundo y la concepción de la sociedad como un todo en permanente contienda entre los factores retardatarios y las fuerzas transformadoras que la conforman; pero también implica una determinada pasión, pasión fundada en la razón y en la adhesión y apuesta por la esperanza de una futura solidaridad humana; en las condiciones concretas que vive nuestro país este pensamiento supone estudiar las producciones espirituales y las formas de conducta de los miembros de la generación del 50 a la luz de los dos hechos esenciales y antagónicos de nuestro tiempo: por un lado, la crisis sin salida en que se debate el viejo orden, y por otro, la perspectiva de un cambio radical abierto por la forma más alta de la lucha popular y que desde hace siete años viene conmoviendo los cimientos de la sociedad peruana.

Si un estudio de esta naturaleza no puede ser imparcial (¿pero acaso es posible la imparcialidad en el campo de las relaciones humanas y sociales con sus formas de conciencia?), desde el punto de vista metodológico y del decoro intelectual hemos procurado alcanzar el mayor grado de objetividad entendida ésta como el examen de la realidad histórico-objetiva y la tradición cultural que determinaron el surgimiento de la generación materia de estudio, y el conocimiento directo de las obras y el examen entre el ser y el pensar de la generación como conjunto y de los autores más representativos, desterrando toda manipulación u omisión de datos y hechos significativos, así como el poner entre paréntesis cualquier exultación positiva o negativa que perteneciera al orden exclusivamente individual, es decir a lo subjetivo y demasiado humano. Todo lo anterior explica el carácter esencialmente crítico de nuestro estudio y los juicios a veces severos sobre algunos autores quienes no solo nos unen lazos de amistad sino que les somos deudores de tantas cosas. Creemos innecesario referirnos a los sentimientos contra los que tuvimos que luchar para llevar adelante esta tarea.

La segunda (y última) observación que debemos hacer se relaciona con la forma de exposición elegida. Desde hace algo más de veinte años en los estudios literarios se han impuesto dos formas de discurso, por un lado, el estudio académico, erudito, solemne y doctoral, y por otro —en particular desde principios de la década del 70— el estudio cientificista, hermético, de filiación neopositivista, aunque por el culto al texto y por el uso de categorías de manera deductiva amenaza convertirse (ya se está convirtiendo) en una suerte de nueva escolástica; contradictorios entre sí, academicistas y cientificistas coinciden en el ejercicio de dos desprecios: contra el llamado “ensayismo” y contra el público lector, pero difieren entre sí en el grado de esta pasión. Los lectores, por ejemplo, de La partida inconclusa de Alberto Escobar (uno de los más altos representantes del discurso doctoral) son los profesores de humanidades que entienden a medias (brumosamente) las tesis sostenidas por el autor entorno a la poética y la poesía; en cambio el lector de Enrique Ballón es el propio Escobar que (sospechamos) entiende a medias Vallejo como paradigma, pues de otra manera no propondría este estudio como paradigma de la nueva crítica peruana. Cuando leímos este libro exuberante en citas en diferentes idiomas, de terminología oracular y generoso en gráficos inquietantes pensamos que al final del suplicio seríamos gratificados con algunas conclusiones que nos iluminarían el texto “leído” y la poesía del último o penúltimo Vallejo; por desgracia no fue así, y entonces recordamos la película de Monicceli Los desconocidos de siempre en que unos pobres diablos (aunque simpáticos y en manera alguna pedantes) emplean los medios más sofisticados (plan minucioso, cartografía, instrumental, armas) para robar al fin... un plato de lentejas.

No ha sido por contradecir a estas dos corrientes que hemos elegido la forma del ensayo. En ensayo —discurso libre que navega entre la literatura, la filosofía y la ciencia— es una forma que conquistó desde hace siglos autonomía (Montaigne lo legitimó confiriéndole un nombre, pero ya lo encontramos en Platón o en San Agustín) y se caracteriza por exponer de manera viva y vívida reflexiones, perplejidades o algunas certezas pensando en el lector común, no especializado, aunque sí amante de las aventuras del pensamiento y la imaginación: Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana,“el discurso del método del proletariado”, según Lenin, puede ser leído por un obrero y los ensayos de nuestro Mariátegui (además del placer que produce su lectura) sirven de reflexión y arman ideológicamente para sus luchas al proletariado y a los intelectuales progresistas y democráticos del Perú y Latinoamérica. El ensayo, legítimo en sí mismo, es la forma que más convenía a un estudio que no oculta el yo, que incorpora a la subjetividad en el proceso de racionalización de una determinada problemática. Esta es la principal razón que nos ha llevado a la elección de esta forma; de manera secundaria hemos pretendido contribuir de alguna manera al renacimiento del ensayo utilizándolo sin conciencia vergonzante o, como pediría Spinoza, sin las pasiones tristes de la conciencia.
Pensamiento y pasión, más amor a la palabra: he aquí el ensayo; invención y pasión, más amor y contienda con la palabra: he aquí la literatura. Ahora bien; no creemos haber alcanzado a dominar aquella forma tan bella, tan libre, tan “informal”, en parte por la torpeza, en parte por las concesiones que hemos tenido que hacer ya que se trata de la introducción a una investigación universitaria; pero pensamos reincidir cuantas veces sea necesario por si alguna vez logremos acercarnos a la maravillosa frescura, audacia, saber, combate, irreverencia, ironía y humor que caracteriza a esta insólita y apasionante forma del espíritu.

Amigos y amigas que leyeron con paciencia y generosidad este ensayo me convencieron a intentar la aventura de su publicación como libro independiente; por razones del tiempo que vivimos prefiero omitir sus nombres; no puedo , en cambio, omitir mi reconocimiento y gratitud a los míos: a Vilma, compañera de toda la vida, quien además de su solidaridad controló mis irreverencias con la gramática; a Dimitri, mi hijo, lector benévolo aunque insobornable de mis escritos, y que colaboró en la preparación del Índice onomástico y me hizo reparar en ciertos olvidos; a Carlos Eduardo, mi otro hijo, presencia incesante, y que más allá del dolor por su desaparición me confirió mayor fe en la vida y el espíritu de la no conciliación frente a las ideas antidemocráticas y las formas de conducta antipopulares e indecorosas; y a mis excelentes padres y hermanos que me proporcionaron un ambiente adecuado para este y otros trabajos creativos.
Mi agradecimiento también a El Diario por haberme permitido que una selección de textos en torno a los escritores del 50 llegar a un público más vasto y clasistamente situado.

Lima, setiembre 1987

Imágenes, 1) portada de la primera edición de LA GENERACIÓN DEL CINCUENTA..., 2) ejemplar de la segunda edición.

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