lunes, marzo 30, 2009

Leopoldo María Panero

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Probablemente la tierra se hundiría si yo hiciera esa pregunta. Resulta agradable, como oír un disco de THE PINK FLOYD, otros prefieren Berg, otros se van de putas, la casa de los 10.000 placeres. Sería capaz de destruir cualquier mente humana, robot, Batman:
¿Por qué no bailar, ahora, el Danubio Azul? No es ésa, claro, la pregunta, pero mientras tanto, mientras me atrevo y no me atrevo, mientras todo sigue girando pero sin caballitos y las luces rojas cierran el camino y los peregrinos mueren de sed antes de llegar a Roma, mientras tanto.
¿Por qué no bailar, ahora, el Danubio Azul?
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Se trataba del flautista de Hamelin. Se había llevado todos los niños con su flauta. Hubiera querido que me enseñara a cantar y a bailar, el Sermón de la Montaña, y los Diez Mandamientos. Pero la ciudad estaba llena de ratas, claro, mientras tanto, y ahora, claro, sin niños. Cuántos partieron en su busca. Visionarios, fanáticos, soñadores. Nosotros, mientras tanto esperábamos, limpiábamos los ceniceros, arreglábamos un poco la casa. Unos se quejaban de la gota, otros de la guerra. Otros la deseaban ardientemente, héroes, ya se sabe, con el corazón muerto, una noche de verano.
(De: POESÍA COMPLETA (1970 - 2000). Así se fundó Carnaby Street, "El hombre de Marrakesh". Visor Libros, 2006)

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