lunes, diciembre 07, 2009

Dos recomendaciones: Artículo de Rosa Montero (Babelia) - Entrevista a Miguel Gutiérrez (La República)


Recorriendo algunos suplementos culturales, encontré un artículo de Rosa Montero en Babelia de El País y una entrevista de Federico de Cárdenas a Miguel Gutiérrez en Domingo de La República. Ambas notas tremendamente recomendables.
En Literatura borracha, Montero aborda la influencia del alcohol en no pocos narradores a lo largo del tiempo. La verdad es que es imposible soslayar su impronta en verdaderos novelones como BAJO EL VOLCÁN, EN EL CAMINO, EL HALCÓN MALTÉS, etc.
Para reforzar aún más su idea, la escritora describe las huellas etílicas en dos libros de reciente lectura: la autobiografía EN EL DIQUE SECO, de Augusten Burroughs; y la novela EL MUNDO SE ACABA TODOS LOS DÍAS, de Fernando Marías.
No he leído ese par de títulos, pero iré tras ellos luegos de las fiestas de fin de año.
A continuación el primer párrafo del texto:
Entre los muchos lugares comunes que se cuentan sobre los artistas en general y los escritores en particular está el de la conveniencia de la infelicidad para producir obras sublimes. Esto es, se supone que cuanto más sufra el creador, mejor será su obra. Y dentro de ese perfil del desgraciado marginal y bohemio, la literatura siempre ha estado especialmente unida al alcohol. Hubo antecesores ilustres perseguidos por las temblorosas cucarachas del delírium trémens, como Edgard Allan Poe o Rubén Darío, pero fue a mediados del siglo XX cuando los escritores se entregaron en masa y con suicida alegría a beberse todas las reservas de alcohol que había a su alcance, porque por aquel entonces desplomarte sobre el suelo rebozado en tu propio vómito tenía una especie de aura sofisticada, admirable y artística, vaya usted a saber por qué extraña perversión del gusto y de la moda.
La entrevista de Federico de Cárdenas a Miguel Gutiérrez calza con mi acabada (y tardía) lectura de la novela CONFESIONES DE TAMARA FIOL (Alfaguara, 2009), que es sin lugar a dudas, al menos para mí, LA NOVELA del año (entre las de largo aliento).
Sé que esta entrega de Gutiérrez no ha colmado las expectativas de ciertos babosos de izquierda que esperaban una ficción ultra roja de los años de la violencia política en Perú. Hay que ser baboso, retardado, gaznápiro e imbécil para socavar esta deliciosa novela, condimentada con agradecido erotismo, por su falta de dizque aliento marxista y cojudeces semejantes.
CDTF no es para izquierdistas recalcitrantes, ni para derechistas poseros; es, sencillamente, para los amantes de la buena literatura, en especial para los que gustan del buen colesterol decimonónico.

De Cárdenas hilvana su entrevista por tópicos literarios y políticos. Por ejemplo, sobre el APRA, Gutiérrez dice:
– ¿Qué se puede rescatar del Apra?
–Ante todo no creo que, como se viene sosteniendo en los últimos tiempos –con la lamentable participación de sectores de la izquierda– que Mariátegui y Haya de la Torre sean figuras equiparables. No, son personajes profundamente diferentes en lo ideológico, político, moral y humano. El objetivo estratégico por el que Haya fundó el Apra, esto es, oponerse al cambio revolucionario socialista, se ha mantenido en su ya larga historia. Por supuesto ha habido cambios de piel de carácter contingente, coyuntural y oportunista. Por lo demás, el sectarismo, la violencia bufalesca, los dobles discursos, el maquiavelismo, la demagogia, el cinismo, que practican sus actuales dirigentes, empezando por García, constituyen el legado pedagógico de Haya. En mi novela rescato a los militantes de base que sacrificaron sus vidas por una doctrina cuyo verdadero sentido ocultaban la retórica y la demagogia populista. Un caso radical, casi trágico, fue el acto de aquel perturbado joven que cumpliendo directivas acaso subliminales asesinó a los esposos Miró Quesada, quien después en la cárcel, como un apestado, fue abandonado a su suerte. También destaco la figura de Antenor Orrego por el papel que desempeñó en los años formativos de Vallejo y después del adolescente Ciro Alegría, aunque con los años el primero se hizo comunista y Ciro terminó renunciando al Apra. Los últimos intelectuales de valía que estuvieron ligados al Apra, como partidarios y simpatizantes (Valcárcel, Rose, Bendezú, Scorza), pertenecieron a la Generación del 50 y todos rompieron con el Apra, o bien fundaron el Apra Rebelde y luego el MIR. Desde entonces el Apra es un páramo desolado en el campo de la intelectualidad, el arte y la literatura.
Imagen, Miguel Gutiérrez

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