martes, junio 08, 2010

RETRATOS Y ENCUENTROS

Revisando el escaparate de novedades de El Boomerang, encuentro una publicación que no se debe pasar por alto: RETRATOS Y ENCUENTROS, de Gay Talese. Estamos ante una antología de los mejores textos de quien para todos es el padre del nuevo periodismo, cosa que a Talese debe importarle muy poco. ¿No ficción es literatura?, se preguntarán algunos. En mi caso, si un escrito es capaz de someterte y confrontarte, es literatura, no importa si es novela, cuento, crónica, perfil, en fin. Claro, el asunto da para una mayor discusión.
Algo me dice que esta publicación podría ser el libro del año. Así es que pido a los amigos de Santillana que traigan el libro. Talese tiene muchísimos lectores en Lima.


Desde que allá por los años sesenta Gay Talese irrumpiera en el mundo del periodismo para revolucionar sus formas y cambiar para siempre la manera de afrontar un reportaje, sus artículos han servido de modelo a generaciones de escritores. Ya se trate de historias cotidianas protagonizadas por gente desconocida que con frecuencia nos resulta curiosamente familiar, o de perfiles de personajes famosos a los que en realidad no conocíamos tanto como creíamos, Talese es capaz de mostrarnos siempre el detalle invisible que nos revela los secretos, de introducirnos en la escena como si la estuviéramos presenciando, de hacernos partícipes de los momentos más inaccesibles.
Iconos de la cultura como Frank Sinatra, Ernest Hemingway o Peter O'Toole, de la política como Kennedy o Fidel Castro, o del deporte como Joe DiMaggio, Muhammad Alí o Joe Louis, se alternan en estas páginas con entrañables recuerdos familiares o los humildes inicios del autor en el mundo del periodismo. El nexo de unión es siempre el mismo: el inigualable estilo de Talese.
«Cada pieza está marcada con el elegante estilo de Talese, su exhaustiva investigación, su hábil uso de los diálogos, su característica construcción por escenas y, sobre todo, su infalible ojo para el detalle revelador. Lo que distingue a Talese, lo que él hace mejor que nadie es sencillamente dejarse caer por la escena, observar y escuchar... Es cierto que siempre ha sido un reportero, pero también que tiene la vista y el oído de un artista. Esta antología le devuelve el brillo al término Nuevo Periodismo.» Los Angeles Times Book Review
«En este libro encontrará un buen ejemplo de la mejor prosa norteamericana de la segunda mitad del siglo xx.» The Atlantic Monthly
«Una excelente introducción a la obra de Talese, un autor de múltiples talentos.» Booklist
«Los textos que aparecen en esta esperada y maravillosa recopilación son brillantes ejemplos de una época de la historia del periodismo en la que publicar en determinadas revistas era una forma de arte y Talese su Miguel Ángel. Este libro merece ser leído una y otra vez.» Publishers Weekly
«Algunos de los reportajes más memorables del último medio siglo periodístico. Un clásico moderno.» Babelia

Nueva York, ciudad de cosas inadvertidas
Nueva York es una ciudad de cosas inadvertidas. Es una ciudad de gatos que dormitan debajo de los coches aparcados, de dos armadillos de piedra que trepan la catedral de San Patricio y de millares de hormigas que reptan por la azotea del Empire State. Las hormigas probablemente fueron llevadas hasta allí por el viento o las aves, pero nadie está seguro; nadie en Nueva York sabe más sobre esas hormigas que sobre el mendigo que toma taxis para ir hasta el barrio del Bowery, o el atildado caballero que hurga en los cubos de la basura de la Sexta Avenida, o la médium de los alrededores de la calle 70 Oeste que afirma: ««Soy clarividente, clariaudiente y clarisensual».
Nueva York es una ciudad para los excéntricos y una fuente de datos curiosos. Los neoyorquinos parpadean veintiocho veces por minuto, pero cuarenta si están tensos. La mayoría de quienes comen palomitas de maíz en el Yankee Stadium deja de masticar por un instante antes del lanzamiento. Los mascadores de chicle en las escaleras mecánicas de Macy's dejan de mascar por un instante antes de apearse: se concentran en el último peldaño. Monedas, clips, bolígrafos y carteritas de niña son encontrados por los trabajadores que limpian el estanque de los leones marinos en el zoológico del Bronx.
Los neoyorquinos se tragan cada día 460.000 galones de cerveza, devoran 3.500.000 libras de carne y se pasan por los dientes 34 kilómetros de seda dental. Todos los días mueren en Nueva York unas 250 personas, nacen 460 y 150.000 deambulan por la ciudad con ojos de vidrio o plástico.
Un portero de Park Avenue tiene fragmentos de tres balas en la cabeza, enquistadas allí desde la Primera Guerra Mundial. Varias jovencitas gitanas, influenciadas por la televisión y la educación, escapan de sus casas porque no quieren terminar ejerciendo de adivinas. Cada mes se despachan cien mil libras de pelo a Louis Feder, en el 545 de la Quinta Avenida, donde se elaboran pelucas rubias con cabellos de mujeres alemanas, pelucas castañas con cabellos de francesas e italianas, pero ninguna con cabellos de norteamericanas, ya que son, según el señor Feder, endebles por los frecuentes enjuagues y champús.
Entre los hombres mejor informados de Nueva York están los ascensoristas, que rara vez conversan porque siempre están a la escucha; igual que los porteros. El portero del restaurante Sardi's oye los comentarios sobre algún estreno que hacen los asistentes cuando salen de la función. Oye con atención. Pone cuidado. A diez minutos de caer el telón ya te podrá decir qué espectáculos van a fracasar y cuáles serán un éxito.
Al caer la noche en Broadway un gran Rolls-Royce de 1948 oscuro se detiene y salta afuera una dama diminuta armada de una Biblia y un letrero que dice: «Los Condenados habrán de Perecer». Se planta entonces en la esquina y vocifera a las multitudes pecadoras de Broadway hasta las 3 a.m., cuando el Rolls-Royce y su chófer la recogen para llevarla de regreso a Westchester.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Ruiz Ortega :
El periodismo no es literatura. Otra cosa es que Talese utilize recursos de la literatura para hacer algo mas que una simple información.
Ya tu pata, Leonardo Aguirre dijo que discrepaba del periodismo como género literario y le doy la razón.
Edgardo Pallarderi

11:39 a.m.  
Blogger Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Un ejemplo antojadizo: si estás teniendo sexo con una chica que te gusta, ¿en dónde está tu mente?, en ella, ¿no? Disfrutas porque te gusta lo que estás haciendo, no te preguntas si la chica es casada, si es una narcotraficante o una serial killer. Lo mismo pasa con la literatura, si lees un texto que te engancha, no lo vas a socavar bajo la inquietud de en qué género lo vas ubicar. En el "algo más" de los escritos es donde podemos ver su dimensión estética y artística, no interesa si su procedencia es un hecho real o una mentira.
Por cierto, qué será la vida de L. Aguirre, hace siglos que no sé nada de él.
G.

11:47 a.m.  
Blogger Enrique Hormigos dijo...

Muchas gracias por el post.

Ando documentándome para trabajar en una ilustración sobre esta obra de Talese, y tu blog me ha venido de perlas.

Un saludo desde España :)

p.d. Y para que no se diga, me voy a papear el libro en cuanto tenga ocasión (ya sé que queda más profesional leer el libro y DESPUÉS trabajar la ilustración, pero me acaban de enviar la reseña y el trabajo sale este domingo). Espero que Santillana os lo deje caer pronto por allí.

12:14 p.m.  

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