Lo mejor del 2010
El pasado viernes 31, en el diario La República, Javier Ágreda nos presentó su recuento literario del 2010.
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El acontecimiento literario fue, sin lugar a dudas, el Premio Nobel otorgado a Mario Vargas Llosa, en el mes de octubre, tras largos años de injusta postergación. Coincidió este galardón con el lanzamiento de la novela El sueño del celta (Alfaguara), el relato de la vida del irlandés Roger Casement (1864-1916), que sin ser de las mejores obras de MVLL se convirtió en el libro más importante del 2010.
Por su parte Rodrigo Núñez, tras varios intentos, logró en la novela Sueños bárbaros (Peisa) recrear todo el mundo de escritores, intelectuales y artistas limeños que él conoce desde dentro. Lo hizo con una narración de largo aliento (casi 500 páginas), que conjuga lo ameno y cotidiano con episodios trágicos en los que encontramos a personajes tan entrañables como José Watanabe o Juan Bullita.
También merece mencionarse la novela El anticuario (Peisa), el debut narrativo del conocido crítico y bloguero Gustavo Faverón. Se trata de un relato policial “intelectual”, bien escrito y con diversos niveles de lecturas, aunque tal vez excesivamente recargado de temas y vueltas de la trama. Otro relato policial de buena factura fue La venganza del silencio (Planeta) de Alonso Cueto, que ratificó la madurez alcanzada por este autor de ya larga trayectoria.
Entre las “nuevas voces” de la narrativa habría que destacar a la cusqueña Karina Pacheco, que con la novela La sangre, el polvo, la nieve (San Marcos) y los cuentos de Alma alga (Borrador) se consolidó como una de las más importantes escritoras peruanas. Además, los premios literarios permitieron descubrir a narradores como Javier Pizarro (La vereda más larga del mundo, Premio Nacional PUCP) y Giancarlo Poma (Sonata para kamikazes. Premio BCR). Y no se puede dejar de mencionar la reedición de La violencia del tiempo (Alfaguara), la gran saga narrativa de Miguel Gutiérrez
POESÍA
Con más de 30 años de dedicación constante a la creación poética, Carlos López Degregori por fin está alcanzando el reconocimiento que merece. Su libro Una mesa en la espesura del bosque (Peisa) es el poemario que más y mayores elogios ha tenido de parte de la crítica en este año. Sin dejar de lado la compleja simbología de sus obras anteriores, Una mesa… nos muestra a un López incursionando en terrenos poéticos más accesibles para los lectores no especializados.
La muerte de un burgués (Álbum del Universo Bakterial), tercer poemario de Jerónimo Pimentel, significó la confirmación de su autor como el más importante de la llamada generación post 2000. Lejos de las rigideces estructurales y temáticas de sus anteriores libros, Pimentel nos entrega poemas más personales e intimistas, con diversos registros y técnicas. También dio un giro a su obra el arequipeño Oswaldo Chanove, poeta emblemático de la generación del 80, quien en Plexo solar (Aquelarre) ironiza sobre los discursos científicos vigentes en la actualidad.
Entre las nuevas voces, destacó la poeta Maoli Mao, quien en su primer libro Ceguera emocional (Bisagra)incursionó en la temática erótico-amorosa, pero tomando distancia de la violenta poesía femenina peruana de las décadas pasadas. Se trata de una lírica fresca y original, que une los recursos más clásicos del género con desenfadados toques de modernidad. Otro buen “debutante” fue el conocido periodista Eloy Jáuregui, quien en Profundo vello (Bisagra) reunió lo mejor de su producción poética, mostrando un desconocido lado libresco de su personalidad.
Otros poemarios de interés y ampliamente comentados fueron Morir es un arte (Tranvías) de Mariela Dreyfus y Moridor (Pakarina) de Willy Gómez Migliaro, intensas reflexiones sobre el siempre presente tema de la muerte; mientras que Juan de la Fuente, en La belleza no es un lugar (Carpe diem) asume una posición más vitalista y estética. Mención especial merece La resurrección del los muertos (Asamblea Nacional de Rectores), una gran obra póstuma de Gamaliel Churata (1897-1969), recuperada por el peruanista italiano Ricardo Badini.
ENSAYO
El mayor aporte en el campo del ensayo fue el del sociólogo Gonzalo Portocarrero, quien nos entregó en Oído en el silencio (Ed. Red para el desarrollo de las Ciencias Sociales) el fruto de cinco años de reflexiones sobre la literatura, el cine, el arte y la sociedad peruana. En el ámbito más propiamente literario, el crítico Camilo Fernández continuó con su labor de análisis de los principales poetas peruanos del siglo XX, esta vez con Casa, cuerpo. La poesía de Blanca Varela frente al espejo (Universidad San Ignacio de Loyola). Otros libros de interés fueron La estación de los encuentros (Peisa) de Peter Elmore, Espejos de la modernidad, Vanguardia, experiencia y cine en 5 metros de poemas de Selenco Vega, La intertextualidad en la poesía de Emilio Adolfo Westphalen, de Mauro Jiménez y la reedición de La imaginación crítica de Julio Ortega.
2 Comentarios:
Al ojo, ¿cuántos libros de narrativa local crees que se publiquen al año?
Saludos.
No más de 400, creo
G
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