martes, febrero 22, 2011

Cómo convertir una gran novela americana en la Gran Novela Americana

A veces pasa. Una novela opaca a la otra no por buena o superior. Tal y como ha ocurrido entre FREEDOM de Jonathan Franzen y THE COOKBOOK COLLECTOR de Allegra Goodman.
Más allá de los balances, es un categórico triunfo, una vez más, del realismo, y claro, también del legado de la novela decimonónica.
El texto viene por cuenta de Gabriel Brownstein. Publicado en Revista Ñ.

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Dos novelas parecidas, ambas excelentes, fueron publicadas en los Estados Unidos en el verano del 2010: Freedom de Jonathan Franzen y The Cookbook Collector (El coleccionador de libros de recetas) de Allegra Goodman. Ambos son libros ambiciosos que analizan a los Estados Unidos antes y después del 11 de septiembre del 2001; y ambos son narraciones cómicas familiares modeladas en las grandes ficciones del Siglo XIX. Franzen invoca a Tolstoi, mientras que Goodman libremente estructura su libro sobre la base de Sentido y sensibilidad de Jane Austen.
Los protagonistas de ambos libros están obsesionados con la ecología. En Freedom, Walter Berguld protege pájaros. En El coleccionador…, Jessamine Bach salva a los árboles secoya. En ambos, un personaje secundario exponen sobre la estética: Richard Katz (un músico) de Freedom y George Friedman (un anticuario) de The Cookbook Collector tienen largos discursos sobre la belleza como producto cultural. Y en ambos libros hay un hombre joven que se mete en líos por malos negocios relacionados con Bush hijo: en Freedom, aprovechando las guerras y en The Cookbook Collector, la vigilancia de estado. Ambas son novelas grandes, sueltas, con grandes panoramas y vistas que son abordados por los autores con gran destreza. Ambos son lecturas adictivas. Ambos libros tuvieron una buena recepción crítica.
Los críticos de The Cookbook Collector lo llamaron, “un festín de amor que nos hace involucrarnos.” Los críticos de Freedom estaban divididos, pero a los que le gustó les gustó de sobremanera. Lo llamaron, “un retrato indeleble de nuestros tiempos” y “la Gran Novela Americana”. Pero mientras que el libro de Franzen se vendió como “la Gran Novela Americana”, The Cookbook Collector era (supongo) simplemente otra buena novela de Allegra Goodman.
¿Por qué tanta diferencia en la recepción? En parte, estoy seguro, tiene que ver con el género de cada escritor. Es tan imposible imaginarse a Goodman en la tapa de la revista Time cómo lo es imaginarse a Jonathan Franzen siendo descripto como “cálido y sensual.” Pero hay un subtexto en las elogios para The Cookbook Collector; es que Allegra escribe como un a chica. Pero la diferencia también esta en los libros mismos, en la manera en la cual se acercan a sus lectores y a sus temáticas.
El libro de Franzen es magnánimo y demanda la respuesta que ha recibido. Su título, sus 561 páginas y su vasto panorama lo proclaman cómo una Novela Importante. Freedom es una gran performance, pero a veces resulta molesta, como un tipo en una fiesta que no para de gritar. Menciona La guerra y la paz tantas veces que tendrías que ser un necio para no percatarte de las ambiciones tolstianas del autor. Como escribió Charles Baxter en The New York Review of Books, “La ambición de Freedom es ser el tipo de novela que resume una época y que contiene todo de esa época.”
Mientras tanto, por más ambiciosa que sea, The Cookbook Collector se presenta modestamente. Como dijo Charles Rosen en The Washington Post: “Goodman es una escritora fantásticamente fluida, y sin embargo, a pesar de todo su talento, ella es humilde y transparente.” La elegancia de The Cookbook Collector es parte de lo que hizo invisible el libro a un público más amplio, mientras que el rugido de Franzen es parte de lo que lo convirtió en un éxito.
Cuando la gente tiene sexo en Freedom la cabecera retumba contra la pared. En The Cookbook Collector es un dedo sobre un pecho y fadeout. Hay grandes vuelos de imaginación en The Cookbook Collector, pero no hay nada en esa novela que se parezca a la escena de Freedom en la cual un marido busca en el inodoro su alianza, que tragó y supuestamente defecó. Goodman es liviana, en el mejor sentido de la palabra, mientras que Franzen siempre esta demostrando su talento.
Hace veinte años, David Foster Wallace escribió un ensayo en el cual se preocupaba por la trampa que se había tendido su generación de postmodernistas al escribir, que el designaba la ironía de lo “televisual.” O sea la mirada de la chica que esta bailando contigo pero quiere estar bailando con otro. Allegra Goodman no esta en peligro de caer en esa trampa irónica. Su ficción existe en un mundo estable, con sentido. Mientras tanto, la carrera entera de Franzen ha consistido en una lucha por escapar a la ironía.
Uno siente esta lucha en Freedom. Franzen esta bailando contigo, seguramente, y con sus personajes, pero sus personajes —justamente— son opacados por la gloria de su prosa. Su libro no se dirige a un lector íntimo. Más bien esta dirigido a jueces y a multitudes.
Foster Wallace tuvo problemas con la “ironía televisual,” pero tomó nota de cuan bien vende. Medio año después de su edición, The Cookbook Collector casi no se encuentra en librerías. Mientras tanto, Freedom sigue en las listas best-seller. ¡Qué triunfo!

2 Comentarios:

Blogger Miroslav Panciutti dijo...

La verdad son un poco pesaditos los estadounidenses con su obsesión por "la gran novela americana" (y el "complejo Tolstoi"). Me parecen bastante pertinentes los comentarios que transcribes en este post y la comparación entre ambas novelas resulta muy didáctica. Desde luego, sin haber leído ninguna de ellas (de Franzen he leído un par de obras y de Goodman nada) estoy bastante convencido de que, efectivamente, mucha de la tan diversa valoración crítica tiene que ver con el sexo de los autores. La necesidad de hacer algo importante, no sólo en literatura, con su consecuente tendencia a lo ampuloso, es una nota frecuente del comportamiento masculino. Más nos convendría a todos feminizarnos un tantito. Me alegro, en cualquier caso, de haberme topado con tu blog (y desde el Perú, con lo especial que es para mí) pues así me he enterado del libro de la Goodman, que me han dado ganas de leerlo (el de Franzen ya lo tenía fichado). Ahora bien, ¿estará en castellano?

Saluos

1:31 a.m.  
Blogger Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Ambas novelas aún no se traducen al castellano. A seguir esperando
Ss
Gabriel

1:33 a.m.  

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