Votantes solapa de última hora
De los artículos sobre este nefasto contexto electoral, el que leí de Mirko Lauer fue el que más luces ofreció. En La República de ayer miércoles.
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La comparación entre diversas formas de sondeo en la última encuesta Ipsos-Apoyo revela que es Ollanta Humala quien tiene algo más de voto escondido en la contienda. Es decir gente que no quiere revelar que votará por él. No aparecen tantos como para poner a Humala a la delantera, pero estrechan todavía más el empate técnico con Keiko Fujimori.
En base a la misma medición Fujimori también tiene voto escondido, pero menos. Debemos imaginar que hay situaciones o lugares donde decirle a una encuestadora que se va a votar por uno u otro candidato es un problema, o gente que opina lo que siente que le gustaría al encuestador. Procesos mentales complicados, pero reales.
Los encuestadores persiguen la última verdad estadística mediante diversos tipos de repreguntas. Por ejemplo sobre si el interrogado ya decidió firmemente por quién votar, o si todavía podría cambiar su voto, o simulando un acto de votación. Es allí donde aparecen las pequeñas pero sintomáticas diferencias.
Pero pequeñas diferencias es de lo que parece tratar esta elección. A los márgenes de insinceridad estadística, voluntaria o no, se suma el hecho sabido de que muchos deciden su voto en el último tramo de la campaña, algunos incluso en los tensos minutos dentro de la cabina de votación. No quiere decir que necesariamente lo cambien, solo lo deciden.
¿Cuán largo es el salto entre uno y otro candidato? A primera vista, no mucho: ambos traen una aureola autoritaria, ambos son impredecibles. Los vaticinios catastrofistas que aparecen en los medios contra uno u otro candidato no parecen hacer mucha mella en ninguno. Más parecen estar pesando los factores impalpables.
Aunque Elmer Cuba, de Macroconsult, tiene otra hipótesis: la votación de primera vuelta muestra que, distrito por distrito, hay una relación entre nivel económico y simpatía por determinado candidato. Como que la lucha de clases se ha trasladado al sistema electoral. Algo de esto aparece en las encuestas, aunque ambos candidatos intentan disimularlo.
Por eso quizás se viene sosteniendo que el pequeño bolsón decisivo de votos está en algún lugar del medio: ni holgados ni miserables, y en esa medida más sensibles a los contenidos de la publicidad o de la ideología que a sus intereses más inmediatos. Faltaría saber si estos son precisamente los que se deciden en el último minuto.
Todo lo anterior sugiere que las encuestas finales (al menos las serias) que se vienen este domingo no van a revelar mucho en términos de desenlace, sino una prolongación del famoso empate técnico. Probablemente no se separa nada hasta que no lleguen a la ONPE los votos de las localidades rurales más remotas.
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