viernes, junio 24, 2011

"Comer animales"


Mediante el Boomerang me entero de la nueva publicación del excelente narrador Jonathan Safran Foer, "Comer animales", editado por Seix Barral.
Algunas páginas del libro, aquí.

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Cuando Jonathan Safran Foer iba a convertirse en padre empezó a preocuparse por la forma más responsable de alimentar a su hijo. ¿Cuáles son las consecuencias de comer animales para la salud? ¿Cuáles los efectos económicos, sociales y ambientales de hacerlo? Mezclando con maestría filosofía, literatura, ciencia y la narración de sus propias aventuras detectivescas, Comer animales explora el origen de nuestros hábitos alimenticios: desde las costumbres nacionales a las tradiciones familiares, pasando por una atroz falta de información. Con una profunda perspicacia, un equilibrado sentido ético y una creatividad desbordante, Safran Foer revela la espeluznante verdad sobre el precio pagado por el medio ambiente, el Tercer Mundo y los animales para que podamos tener carne en nuestras mesas.
Con una profunda perspicacia, un equilibrado sentido ético y una creatividad desbordante, Safran Foer revela la espeluznante verdad sobre el precio pagado por el medio ambiente, el Tercer Mundo y los animales para que podamos tener carne en nuestras mesas.
Comer animales ha sido un éxito que ha despertado las pasiones y los debates más encendidos en Estados Unidos, Italia, Francia o Alemania. Éste no es sólo un libro sobre qué comemos: el sorprendente talento de Safran Foer apela a nuestra moral y responsabilidad como individuos y a nuestras esperanzas como sociedad. Pocas veces un libro ha dado tanto que hablar.
«No es sólo un libro contra el consumo de animales, sino también contra la represión. Un alegato a favor de repensar la civilización: no como un dominio de los fuertes sobre los débiles, sino como la capacidad intelectual para superar la barbarie en favor de la empatía», Frankfurter Rundschau.
«Formidablemente documentado, feroz y a la vez admirablemente lúcido; destruye las inconsistencias e hipocresías sociales», Times.
«Safran Foer demuestra su talento para plasmar, en pequeños fragmentos de vida, las corrientes emotivas fundamentales entre los seres humanos», La Repubblica.
«Añade a las preguntas de un pensador el estilo de un gran escritor», Le Point.
«Un emocionante documento sobre la búsqueda de una vida mejor», Der Spiegel.
«Un libro de un impacto enorme. Y que produce una matanza. De lugares comunes», L'Espresso.
«Merece un lugar en la mesa con los filósofos más grandes», Los Angeles Times.
«Safran Foer despliega un extraordinario talento, calidad, valor y compasión en su asombrosa investigación sobre la ética, los horrores y peligros de la industria cárnica. Un libro inolvidable que llega a muy diversa audiencia y profundiza en la polémica sobre cómo vivir mejor en un planeta que cambia rápidamente», Booklist.
Posible de nuevo
Unos impulsos inesperados me asaltaron cuando descubrí que iba a ser padre. Empecé a ordenar la casa, a cambiar bombillas que llevaban tiempo difuntas, a limpiar ventanas y a archivar documentos. Me gradué la vista, compré una docena de pares de calcetines blancos, instalé una baca en el techo del coche y un panel divisorio en la parte trasera, me sometí al primer chequeo en media década... y decidí escribir un libro sobre comer animales.
La paternidad fue el empuje inmediato para emprender el viaje del que saldría este libro, pero lo cierto es que llevaba la mayor parte de mi vida haciendo esas maletas.
A los dos años, los héroes de todos mis cuentos eran animales. A los cuatro, adoptamos al perro de un primo durante un verano. Yo le di un puntapié. Mi padre me dijo que a los animales no se los patea. Con siete años, lloré la muerte de mi pez. Me enteré de que mi padre lo había tirado por el retrete. Le dije a mi padre, con palabras menos educadas, que a los animales no se los tira por el retrete. Cuando tenía nueve años, tuve una canguro que no quería hacerle daño a nada. Lo expresó así cuando le pregunté por qué no comía pollo, como hacíamos mi hermano mayor y yo: «No quiero hacerle daño a nada.»
-¿Hacer daño? -pregunté.
-Sabes que el pollo es pollo, ¿no?
Frank me lanzó una mirada: «¿Mamá y papá han confiado sus preciosos retoños a esta imbécil?»
Ignoro si su intención era o no convertirnos al vegetarianismo -el hecho de que las conversaciones sobre carne tiendan a hacer sentir incómoda a la gente no significa que todos los vegetarianos se dediquen al proselitismo-, pero como ella era aún una adolescente, carecía de esos frenos que a menudo nos impiden entrar en ciertos temas. Sin dramatismos ni retóricas, compartió su opinión con nosotros.   

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