Eielson, la sencillez del grande
Siento un apego muy
especial por la entrevistas de largo aliento. Y cada día estoy seguro que estas
deben ser consideradas como un género literario. Podríamos reforzar esta idea
con las entrevistas de The Paris Review, históricas y legendarias, por decir lo
menos.
Hace media hora terminé
de leer El diálogo infinito
(Sibilina, 2011), un extraordinario libro de entrevistas en donde Martha L. Canfield
aborda al gran Jorge Eduardo Eielson. Eielson, bien sabemos, es a la fecha no
solo uno de los poetas peruanos más estudiados, sino que su influencia se deja
ver también en los nuevos poetas, y no solo en los de estas dachas. Ni hablemos
de sus otras facetas, en narrativa, por ejemplo, nos entregó una novela que es
una maravilla, en todo el sentido de la palabra: El cuerpo de Giulia-no.
La publicación consta
de tres entrevistas, realizadas en 1990, 1995 y 2006 respectivamente. En cada
una de ellas tenemos a un Eielson en estado de gracia, en los que nos relata
sus inicios, peculiares anotemos, como artista, sus intereses y sobre su
constante voluntad de cambio. Queda claro que reducirlo solo como poeta sería
un error, y como bien escuché alguna vez, haríamos bien en referirnos a él como
un artista integral.
Eielson habla de todo.
Canfield, aparte de ser una de las conocedoras más solventes de su obra, fue
una de sus amigas más cercanas. Esta confianza permite que el autor sea
generoso en sus respuestas, explique puntos que, a lo mejor ante otra persona,
hayan quedado en la nebulosa. Me llama
la atención cuando el autor habla de creación, puesto que le es indesligable
verlo como un todo, en donde no existe un punto central de concentración, sino
que la concibe como una fuerza centrípeta, en donde juegan sus roles la lectura, la naturaleza, los mitos y la
cultura precolombina. A más de uno le sorprendería su soltura para con el
proceso creativo, en ningún momento dice que haya atravesado momentos de
crisis, algún tipo de bloqueo, dando a entender que jamás ha dejado de ser una
máquina de crear. Me pongo a pensar en las respuestas de Eielson, que sin proponérselo,
son una cachetada a esas asociaciones de tragedia y desdicha que dizque adornan
el imaginario de la mayoría de artistas. En este sentido, el budismo zen ha
devenido en un factor determinante, sea en su poética y su vida. Y mediante este
es que forjó una actitud de calmada espera, que le permitió experimentar sin ningún
tipo de apremio, de allí que en las parcelas literarias, veamos, se dio
licencias de ser plástico en poesía y no lineal en narrativa.
La entrevista de 2006
resulta más que reveladora. Canfield sabe que su amigo está sufriendo –no hacía
mucho había fallecido su pareja Michelle Mulas- e hilvana sus preguntas con la
suficiente fineza que llevan a Eielson a revelar aspectos que en distintas
circunstancias no las hubiera dicho; además, se muestra lleno de esperanza en
pos de un espíritu de tolerancia entre Oriente y Occidente.
Estas respuestas de
Eielson son una prueba fehaciente de su sencillez, la sencillez del grande, de
su inteligencia espontánea. Son también aleccionadoras, nos guían a lo que en
realidad nos debería importar.
1 Comentarios:
Hola, conseguiste el libro en Lima?? Yo lo busqué hace mucho pero nunca lo encontré, gracias por la info, abrazo
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