Voltaje lírico
Escribir sobre poesía,
así sea en un minúsculo espacio como lo es este blog, puede generar más de una
incomodidad. Los terrenos poéticos en Perú están minados de toda clase de
intereses, favores, mentiras y canalladas. A lo bestia más de uno quiere ser
considerado el poeta más representativo. Conozco a más de un poeta peruano,
mayor, de esos que ya han pasado el medio siglo de vida, que se encuentra
jugando sus descuentos, temiéndole al pitazo final y, aunque digan que el
ejercicio de la poesía es ante todo una comunión con la palabra y que por lo
tanto el reconocimiento no les interesa, es capaz de cualquier cosa con tal
de insertarse de una buena vez en el canon poético peruano, que no es poca
cosa. Esto ya lo sabemos y porque lo sabemos entendemos las razones detrás de
sus campañas: arman antologías, encuestas, encuentros, homenajes, se valen de
críticos de cierto alcance académico… A muchos de estos poetas mayores los
conozco, a algunos los estimo; pero antes de quedar bien con ellos, prefiero
quedar bien con mi conciencia y, muy en especial, con la poesía.
En el marco de la
última Feria Internacional del Libro, se presentó la edición definitiva de Tromba de agosto (Lustra) de Jorge
Pimentel. Esa noche, lo recuerdo bien porque estuve de paso, entré a la sala y no
pude avanzar debido a la cantidad de asistentes, la mayoría jóvenes, que
legitimaron con su presencia la vigencia del poeta. Pues bien, desde la
presentación hasta hace algunas horas, he leído y releído este poemario que
confirma, una vez y sin ayuda, a Pimentel como uno de los más grandes vates
latinoamericanos en actividad.
Leer estos poemas me
acerca a lo que siempre he buscado en poesía, a esa instancia que no la puedo
entender pero sí sentir, que me remueve y cuestiona, a la mirada que disecciona
los detalles de la vida que se me pasan, al torrente verbal que me deja sin
aliento y fuerza, a ese diálogo con el mal que solo puede llevarse a cabo bajo
la creación de un nuevo discurso, a la universalidad que en poesía estoy
leyendo cada vez menos.
De la producción del autor hay
dos poemarios que me significan más de lo que podría pensar: Ave Soul y Primera muchacha. Pero en Tromba
de agosto se nos presentan aspectos que solo he podido notar en los
verdaderos grandes, en él es patente una voluntad de riesgo, de cambio de
registro en tópico y forma; Pimentel pudo seguir el derrotero de su bien ganado
prestigio, pero no quiso, no le dio la gana, decidió coger otra autopista,
llena de peligros, los cuales sortea con suma facilidad. Esta decisión no
obedeció a una búsqueda arbitraria de la dificultad, sino a una genuina
necesidad expresiva que amplía aún más la fuerza y verdad de su envidiable
voltaje lírico.
No me sorprendería que
a medida que pase el tiempo, Tromba de
Agosto sea considerado el mejor poemario de Pimentel.
1 Comentarios:
Se puede conseguir el poemario en México? Saludos de Arturo Alvar.
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