domingo, octubre 21, 2012

Voltaje lírico

 
 
Escribir sobre poesía, así sea en un minúsculo espacio como lo es este blog, puede generar más de una incomodidad. Los terrenos poéticos en Perú están minados de toda clase de intereses, favores, mentiras y canalladas. A lo bestia más de uno quiere ser considerado el poeta más representativo. Conozco a más de un poeta peruano, mayor, de esos que ya han pasado el medio siglo de vida, que se encuentra jugando sus descuentos, temiéndole al pitazo final y, aunque digan que el ejercicio de la poesía es ante todo una comunión con la palabra y que por lo tanto el reconocimiento no les interesa, es capaz de cualquier cosa con tal de insertarse de una buena vez en el canon poético peruano, que no es poca cosa. Esto ya lo sabemos y porque lo sabemos entendemos las razones detrás de sus campañas: arman antologías, encuestas, encuentros, homenajes, se valen de críticos de cierto alcance académico… A muchos de estos poetas mayores los conozco, a algunos los estimo; pero antes de quedar bien con ellos, prefiero quedar bien con mi conciencia y, muy en especial, con la poesía.
En el marco de la última Feria Internacional del Libro, se presentó la edición definitiva de Tromba de agosto (Lustra) de Jorge Pimentel. Esa noche, lo recuerdo bien porque estuve de paso, entré a la sala y no pude avanzar debido a la cantidad de asistentes, la mayoría jóvenes, que legitimaron con su presencia la vigencia del poeta. Pues bien, desde la presentación hasta hace algunas horas, he leído y releído este poemario que confirma, una vez y sin ayuda, a Pimentel como uno de los más grandes vates latinoamericanos en actividad.
Leer estos poemas me acerca a lo que siempre he buscado en poesía, a esa instancia que no la puedo entender pero sí sentir, que me remueve y cuestiona, a la mirada que disecciona los detalles de la vida que se me pasan, al torrente verbal que me deja sin aliento y fuerza, a ese diálogo con el mal que solo puede llevarse a cabo bajo la creación de un nuevo discurso, a la universalidad que en poesía estoy leyendo cada vez menos.
De la producción del autor hay dos poemarios que me significan más de lo que podría pensar: Ave Soul y Primera muchacha. Pero en Tromba de agosto se nos presentan aspectos que solo he podido notar en los verdaderos grandes, en él es patente una voluntad de riesgo, de cambio de registro en tópico y forma; Pimentel pudo seguir el derrotero de su bien ganado prestigio, pero no quiso, no le dio la gana, decidió coger otra autopista, llena de peligros, los cuales sortea con suma facilidad. Esta decisión no obedeció a una búsqueda arbitraria de la dificultad, sino a una genuina necesidad expresiva que amplía aún más la fuerza y verdad de su envidiable voltaje lírico.
No me sorprendería que a medida que pase el tiempo, Tromba de Agosto sea considerado el mejor poemario de Pimentel.

1 Comentarios:

Blogger Arturo Álvar dijo...

Se puede conseguir el poemario en México? Saludos de Arturo Alvar.

11:14 a.m.  

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