"Pedrito y la feria del libro 2.0"
Había una vez un narrador peruano
llamado Pedrito.
Pedrito quería ser el más grande
narrador latinoamericano de todos los tiempos.
Gracias a una muy buena estrategia de
autopromoción, logró forjarse un nombre entre los nuevos narradores en castellano.
No soportaba que no se hablara de él, si un evento literario de importancia no
contaba con su presencia, no servía para nada, no estaba llamado a quedar.
Nuestro pequeño protagonista no
desaprovechaba la oportunidad de integrar cuanta causa justa surgiera, siempre
y cuando, cómo no, esta causa llamara la atención de la prensa. “Sin prensa en
lo que hago y me meto”, decía, “no vale la pena vivir”.
Es así que Pedrito firmó una carta
colectiva contra el gran Lobo Malo que organizaba la Feria Internacional del Libro.
Los motivos que se exponían se centraban en el homenaje que se pretendía hacer
a un nefasto para la cultura y el pensamiento de Perú. Era una carta saludable,
sí, firmada por más de 200 escribas peruanos.
La carta colectiva apareció en varios
medios de comunicación y Pedrito se hacía pasar como uno de los importantes
gestores de la misma y aprovechaba cada espacio de difusión para granputear al
gran Lobo Malo. “Lobo puto, malo, malo, lobo puto”, decía.
A medida que los días de feria se
acercaban, algunos firmantes, en especial los que más propaganda hicieron de la
referida misiva, decidieron no participar de aquello que consideraban toda una
farsa cultural. Más de uno pensó que Pedrito no participaría, pero Pedrito participó
y juró públicamente en su Facebook que haría sonar su voz de protesta contra la
política ferial del Lobo Malo, protestaría en cada una de sus seis intervenciones,
en especial en la presentación de una canónica antología peruana de ciencia
ficción, uno de los platos fuertes de la feria, presentación a la que no pocos
le vaticinaron un lleno total.
Entre sus participaciones en la feria,
estaba la de la presentación de la edición definitiva de su primer libro de
cuentos. Un día antes a la esperada presentación, Pedrito visitó todas las iglesias
de Lima. Pedrito ayunó y le rezó a todos los santos habidos y por haber. No era
para menos, la vida le estaba ofreciendo una segunda oportunidad ante los lectores
limeños. Él no podía olvidar a las dos decenas de puntas que el año pasado, en
pleno contexto ferial, fueron a la presentación de la reedición de su primera
novela.
“¿Qué hice mal ahora?”, se preguntó
Pedrito horas después de la presentación de la edición definitiva de su primer
libro de cuentos. “¿Qué hice mal, si invoqué a todos los santitos y virgencitas
de Limonta?, ¿Acaso quebré mi promesa de ayuno por ese sanguchón en El Chinito?
¿O fue el tricolor que me empujé en el mercado de Surquillo? ¿O fue el tacu
tacu? Sí, fue el tacu tacu. Maldito tacu tacu”, decía para sí.
Algo no iba bien en nuestro pequeño protagonista.
Las actividades feriales que aún le faltaban las llevó a cabo con el ego dinamitado.
Varios amigos suyos miraban con preocupación su alicaído estado emocional, que
él mismo se encargaba de camuflar. “No, todo va bien. Qué hablas, estoy bien”,
decía.
Los días transcurrieron y llegó el último
día de la feria.
La editorial moqueguana que editó la
edición definitiva de su primer cuentario había programado una firma de libros.
Era pues el día para Pedrito, el del todo o nada.
En su casa, ante la pantalla de la pc,
Pedrito bebía un anís tibio. Respiraba hondo. Debía estar lo más sosegado
posible. Era un frío domingo de agosto y en un papel amarillo a rayas ensayaba
los insultos que daría en los siguientes minutos en su Face. Su objetivo seguía
siendo el Lobo Malo de la feria del libro. Para él no había nada mejor, nada
más saludable, nada más poético, que programar la espontaneidad.
Antes de salir, entró al muro de su Face
e hizo un anuncio festivo de la firma de libros que ofrecería en el stand de la
editorial limeña Todos los fuegos el
fuego. “Sí, ahora sí”, decía mientras chupaba un caramelo de menta. Pedrito
sonrío al ver más de 500 Likes en su
reciente estado virtual. “Si van aunque sea 150, me doy por bien servido”,
pensó.
Pedrito llegó a la feria con el editor y
gestor cultural Kevin A.
Juntos caminan hasta el stand de Todos los fuegos el fuego. Allí, en una
esquina y sentado en un par de cajas de libros, el editor moqueguano Jean
Vallejos resuelve el crucigrama del Trome.
Pedrito: Listo, Jean. Aquí me tienes.
Jean levanta la mirada, achina los ojos.
Jean: Ah, verdad, la firma.
Kevin A: Así es, la firma, la firma.
Pedrito: Jean, no veo mis libros
exhibidos.
En el rostro de Pedrito, una inesperada
alegría.
Pedrito: Lo sabía, lo sabía. Hay que
hacer ya una reimpresión, otra presentación en dos semanas estaría pajita.
En la cabeza de nuestro pequeño personaje
bullían las ideas. “¿Qué pondré en mi estado de Facebook? … Queridos amigos,
quiero pedir disculpas a los que fueron a la firma de mi libro. Mi editor me
confirmó que agotamos existencia. Reimpresión ya”, pensaba.
Jean: No, Pedrito. ¿Qué hablas? ¿Te la
has pegado? Tus libros están aquí.
El editor moqueguano se pone de pie y
con la filuda uña del pulgar de su mano derecha corta uno de los bordes de la
caja en la que había estado sentado.
Jean: Aquí están tus libros. Ahora los
acomodo para la firma.
Pedrito: ¿Qué?
Jean: Así es. Al toque lo hago.
Pedrito: ¿Qué?
Kevin A: Jean, ¿qué ha pasado? ¿Por qué
no has estado exhibiendo los libros de Pedrito?
Jean: Nadie los compra. Además, tenía
que exhibir la colección de poesía de mi editorial.
Pedrito: ¿Qué?
Kevin A: Jean, sé más serio. ¿Por qué no
has estado exhibiendo los libros? ¿Eres suicida acaso?
Pedrito: J… Je… Jea… Jean
Jean:
P… Pe… Ped… Pedr… Pedri… Pedrit… Pedrito… Oe, habla bien
pes. Jajaja.
Kevin A: No es para reírse, Jean. Más
respeto con un autor de la trayectoria de Pedrito.
Jean: Pedrito, tranquilo. No hagas
berrinche que este stand no es mío.
Pedrito: Jean, ¿qué has hecho?
Jean: Estimado, entiende, ¿qué
esperabas? Soy editor, hago libros. No soy mago, no hago milagros. ¿Qué
esperabas que hiciera si en la presentación del libro fueron 14 puntas y se
vendieron a las justas 15 libros? Con toda la prensa que manejas juraba que
llenarías esa pequeñita sala que te asignaron. Esto ha sido peor que el año
pasado.
Pedrito: Noooooo…. Nooooo… No digas eso.
Jean: Mira, Pedrito, toma asiento, aquí,
aquí en la caja que aún no saco los brolis.
Pedrito retira de su hombro el brazo de
Jean.
Kevin A: Pedrito, no te pongas rebelde.
Haz caso.
Pedrito toma asiento. Sus pies bailan de
rabia en el aire.
Jean se arrodilla ante Pedrito. Con
ambas manos le agarra la cabeza.
Jean: Pedrito. Mírame. No te sulfures.
Repite conmigo: encerar, pulir, encerar, pulir…
Pedrito: Enceeeeeeeerar, puuuuulir. Ence…
Kevin A: ¿Y ahora qué haremos?
Jean: Estos limeños son la cagá. Todo
tiene solución.
Kevin A: ¿Hay solución para esto? ¿Crees
que se venderán estos libros si en toda la feria no se ha vendido casi nada?
Jean: Positivo, Brother, positivo.
Jean se acerca al editor Tony S, que
también es gerente del stand Todos los
fuegos el fuego.
Ríen.
Jean regresa donde Pedrito.
Jean: Levántate.
Jean empieza a sacar los libros de las
cajas. Tony S. retira de la mesa de exhibición algunos libros de su editorial.
Jean piensa colocar dos rumas de los libros de la edición definitiva del
cuentario de Pedrito.
Pedrito: ¿Qué?
Kevin A: ¿Jean, qué haces?
Jean: ¿Qué hago? Poniendo los libros
pes.
Pedrito: ¿Qué?
Jean: ¿Qué pasa?
Pedrito: Quiero una mesa. Quiero una
mesa. Quiero una mesa. Quiero una mesa. Quiero una mesa…
Kevin A: Jean, necesitamos una mesa para
la firma.
Tony S. interviene.
Tony S: Jean, Kevin A. tiene razón.
Debes traer una mesa.
Kevin A: Necesitamos una mesa. Faltan
diez minutos para la firma. Y tienes que hacer que porifoneen la firma.
Jean: Estos limeños, carajo. Eticosos de
mierda, carajo… Ya, ya, ya. Voy a traer una mesa. ¿A quién le pido la mesa?
Tony S: Se la tienes que pedir a Lady D.
Kevin A: ¿A Lady D?
Tony S: Así es. Ella es la que manda
aquí.
Jean: Bah. Voy por la mesa. Y también
voy a hacer que porifoneen la firma. Tranquilo, Pedrito, ya verás que la firma
saldrá de la refurifunflais. Ya vuelvo.
Pedrito: Jean, ¿me prometes que todo
saldrá bien? He anunciado la firma en mi Face y nadie viene, nadie me mira.
Responde, por fis, ¿me prometes que todo saldrá bien?
Jean tranquiliza a Pedrito con una leve
cachetada.
Jean: Positivo, Brother, positivo.
Jean cruza el corredor central del
recinto ferial en busca de Lady D. Camina silbando un no tan antiguo reguetón
de moda. “El gato volador”… “El gato volador” … “El gato volador”.
No encuentra a Lady D. ¿En dónde estará
la china?, se pregunta.
Cuando estaba por tirar la toalla, ve a
Lady D dando instructivas a las chicas encargadas de la sala más grande de la
feria. Se le acerca, sus pasos obedecen el ritmo de “El gato volador”.
Jean: Hey, Mushasha. ¿Quihubo?
Lady D mira a Jean. Lo barre con la
mirada.
Lady
D: Oye, tú, engendro. ¿Cómo me has llamado?
Jean se asusta. Los ojos orientales de
la mujer le aplican el juicio universal.
Jean: Qui… Qui… Querida Lady D, ¿cómo
está?, eso es lo que le dije.
Lady D: Oye, insecto. Tú no me has
llamado así. Repite ahora mismo lo que me has dicho. ¡REPÍTELO!
Hasta ese momento lo único que ha hecho
Jean en la feria es caminar y estar sentado, pero el grito de la mujer de ojos
orientales le ha hecho sudar.
Lady D: REPÍTELO.
Jean: Di… Di… Di… Dije, “hey, mushasha,
¿quihubo?”
Lady D: Yo no permito que nadie me falte
el respeto así en MI FERIA. ¿Qué te has creído? Pídeme perdón o llamo a los
Vip´s.
Jean: Noooo… Nooo… No llame a los Vip´s,
por favor, no llame a los Vip´s… Perdón por mi malcriadez, Lady D, perdón.
Entre Lady D y Jean transcurren 30
segundos de silencio.
Lady D: Escucha bien. Ni tú ni ningún
hombre me va a faltar el respeto en MI FERIA. ESTA ES MI FERIA Y AQUÍ YO
HAGO LO QUE QUIERO.
Jean: Sí, Lady D. Perdone mi insolencia.
Lady D: No llores. Te perdono.
Jean: Gracias.
Lady D: ¿Qué se te ofrece?
Jean: Nada. Nada. Nada. Perdone, tengo
que regresar.
Lady D: Te hice una pregunta y me la
respondes ahora mismo.
Jean: Este… este… Le quería preguntar si
nos puede proporcionar una mesa para una firma de libros.
Lady D: ¿Quién es el autor?
Jean: Mario Vargas Llosa.
Lady D: ¿Cómo?
Jean: Paul Auster.
Lady D: ¿Qué cosa?
Jean: Murakami.
Lady D: ¿Perdón?
Jean: Javier Marías.
Lady D extrae del bolsillo de su casaca
un celular. “Por favor, mándenme un agente Vip que aquí hay un payaso”.
Jean: Ya, ya, ya, ya, se lo voy a decir.
Lady D: Ahora estamos bien. ¿Quién es el
autor?
Jean: Es Pedrito. Pedrito es el autor.
La cólera desaparece del rostro de Lady
D. Si alguien la viera en esos instantes, podría pensar que la mujer está
viviendo un inesperado estado de paz.
Lady D sonríe. Mira a Jean.
Lady D: Así que Pedrito va a firmar su
libro en mi feria. Qué interesante.
Jean: Sí, patroncita.
Lady D: Qué curioso. Hago una fiesta, la
anuncio con bombos y platillos y este hombrecito no hace otra cosa que andar
diciendo que mi fiesta es una mierda, una porquería, encima, mira tú, participa
en mi fiesta hasta comerse el ají de gallina.
Jean: ¿Quién entiende a los escritores?
Lady D: Hay que quererse un poco más,
¿no crees? Si le dices a todo el mundo que MI FERIA es una cojudez, para qué
vienes, y si vienes no esperes que te mire bonito.
Jean: Sí, mi señora, muy mal, muy mal
esa conducta. Ahora, ¿nos presta una mesa para la firmita?
Lady D: Jajajajaja. Jajajaja. Jajajaja.
Jajajaja. Lo que debería hacer es censurarlo, vetarlos, censurarlos y vetarlos a
él y a todos sus amigos. Jajajaja. Jajajaja. Jajajaja. Que haga lo quiera.
Jean: Pero, mi señora, ¿y la mesita?
Lady D: Desaparece de mi vista.
Jean regresa corriendo.
Al llegar al stand de Todos los fuegos el fuego, nota que la
actividad es de la más normal. Se ofrecen y venden libros como suele hacerse en
una feria. Kevin A. y Pedrito no están, ni el más mínimo rastro de ellos. “¿Dónde
están Batman y Robin?”, se pregunta Jean. “¿Dónde?”
Jean prende su celular y llama a Tony
S., quien tampoco está en el stand.
Jean: Hey, Tony, ¿has visto a Pedrito y
Kevin A.?
Tony S: No sé. No me hables que estoy
presentando un libro. Llámame luego.
Jean:
Oye, Tony…
Tony S: Búscalos en los baños. Creo que
a Pedrito le dio un ataque de pánico.
Jean: Miedo escénico, dirás.
Tony S: ¿Qué miedo escénico, oe? Ataque
de pánico porque nadie ha preguntado por su libro.
Jean corta la conversación. Camina en
dirección a los pestilentes baños de la feria. Pero en el trayecto se encuentra
con Pedrito y Kevin A.
A diferencia de hace algunos minutos,
Pedrito se muestra seguro de sí mismo.
Jean: Señores, nos han vetado. No nos
quieren dar una mesa. Sin mesa no hay firma.
Pedrito arquea las cejas.
Pedrito: ¿No nos quieren dar una mesa
para la firma de la edición definitiva de mi libro de cuentos?
Jean: Así es, Pedrito. Pero podemos
hacer lo siguiente: te hago una silla de cartón, la relleno con los ejemplares
de tu libro que no he sacado y…
Pedrito: ¿Qué hablas, huevón? Esto es un
ataque a la integridad artística de un creador como yo. Esto es una venganza
por todas mis denuncias que día a día, noche a noche, he estado haciendo desde
mi Face contra esta feria inmoral, contra toda esta farsa.
Kevin A: Pero Pedrito, la idea no es
mala.
Pedrito: Cállate. No me discutas.
Jean: ¿Qué hacemos entonces?
Pedrito: Tú no harás nada. Has
demostrado ser un inútil. Regresa a tus labores feriales.
Kevin A: ¿Qué piensas hacer, Pedrito?
Pedrito: Lo que haremos será largarnos
al toque de este corral. Saca tu BB y reporta lo que ha ocurrido. Este veto lo
debe saber todo el mundo. No quedará impune.
Kevin A: A mí me apagaron el micrófono ayer
en una presentación.
Pedrito: Pero tú eres tú, yo soy yo.
Kevin A: ¿Qué has dicho?
Pedrito: Disculpa, Kevin. ¿No te das
cuenta que estoy pensando? No me interrumpas cuando pienso.
Kevin A: ¿Qué haremos?
Pedrito: Lo que haré… Lo que haremos
será lanzar una bomba. Esto no pasará desapercibido.
10 Comentarios:
Demasiada mala leche junta
Muy buena y divertida, es verdad hay bastante mala leche pero también creatividad y pericia literaria. Saludos GG.
Quisiera saber quien es el infame pedrito
el infame pedrito, aunque más de uno puede intuir quién es, decir su nombre haría que el post pierda su gracia. aún así, este sujeto que da vida y alma a Pedrito anda escondido como una rata, cuando lo que debería hacer, y ya, es pedirle disculpas, y de la misma maneta que lo hizo, a la señora que difamó y calumnió en estos últimos días. estas cosas pasan cuando se es irremediablemente todo un huevón y preso de unas ansias de figuración realmente enfermizas. G
Deja trankilo al pobre de Chibolín... jajaja. Está más asustado que perro en moto después de la carta de la China 'Tupoesíamedejajato'.
Me he cagado de risa por las bronkitas cojudas de nuestra fauna literaria.
ET
más asustado que perro en moto jajajajajajaja
como te arde el enano
Definitivamente... igualito a Puerto El Hueco. Qué buena, csm!
Eter K
Es cierto, hay muchas coincidencias con 'Puerto el hueco'. Harta mala leche, una lectura que desborda chispa y, principalmente, es evidente la ojeriza personal o anticuchos previos.
Saludos,
E
bueno, no pensé que con el relato iban a aparecer los teóricos de peh
saludos
G
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