Esperamos mucho
Termino de releer Oblómov. Qué novela, carajo. Sin embargo, la vuelta a sus páginas
ha llevado a que postergue algunas reseñas de publicaciones peruanas recientes.
Prendo un Pall Mall rojo, miro mi
ejemplar de la novela de Goncharov. Pienso que no sería mala idea cerrar la
librería e irme a mi casa a dormir y ponerme a ver películas y picar libros
entre sueño y sueño. Sí, eso es lo que haré.
Alisto mis cosas, pero recibo la visita
de El nazi del pantano.
El nazi del pantano es un no tan joven
escritor peruano. Lo suyo es la narrativa fantástica y de ciencia ficción. Es
bueno (hay que leerlo). Lo saludo, pero lo noto decaído. “Nazi, ¿qué pasa?”, le
pregunto. El Nazi del pantano me mira, se acomoda los lentes. Respira hondo y
queda en silencio durante algunos segundos. Segundos que son interminables y
algo muy dentro de mí me dice que tengo que olvidarme de mi súbito día
consagrado al ocio.
“G… Puta madre, amigo. Me siento hasta
las huevas”, dice el visitante. Del USB salen cinco temas al hilo de
Jamiroquai, precedidos por esa Just a Man
de Faith no More. “Quiero irme de viaje, aunque sea algunos días fuera de
Lima, con mi esposa y mi hija. Algo corto nomás, pero he gastado mi plata en
huevadas. Nada de lo que compré en la FIL ha valido la pena”.
En mis contadas incursiones en la última
FIL, me crucé varias veces con El nazi del pantano. Lo notaba animado y siempre
cargando bolsas nutridas de libros. Conociendo sus gustos, pensé que en esas
bolsas había joyitas, títulos con los que completaría su buena colección de
narrativa fantástica y de ciencia ficción. “Oye, pero creí que compraste buenas
cosas”, le dije mientras respondía una llamada.
El nazi del pantano es mi amigo. Pero
luego de escuchar la cantidad de dinero que gastó exclusivamente en nuevas
publicaciones peruanas, con la intención de ayudar a los nuevos sellos, y creyendo
también que encontraría aunque sea cinco de valor que justifiquen la inversión,
pensé seriamente en pedirle que se largue.
O sea, no es que en la última FIL haya
habido maravillas, no, en realidad no hubo maravillas. Salvando algunos stands,
más parecía una feria de ofertas de huesos. “Nazi, ¿por qué gastaste tanto en
libros peruanos? Puta, Nazi, buscando bien podías encontrar interesantes. Hay
que sumergirse, huaquear. Tú sabes, pues, ya no hay libreros que orienten, solo
meros vendedores/mercachifles. Fíjate en el personal de Época y Crisol.
Los ojos del Nazi, desorbitados y algo
acuosos. “Me dejé engañar. Decían que eran buenos libros, G”.
“¿Decían, quiénes decían que eran buenos
libros? Ojo, Nazi, no digo que lo que se publica en Perú sea una cagada, pero no
podemos creernos toda esa sarta de estupideces que vemos en Face, ni hablar,
hombre. Hay cosas interesantes y buenas, por supuesto. Es que estamos viendo a
la literatura peruana última como si fuera la selección de fútbol, es decir, como
algo que no es. Esperamos mucho de nada. Aquí el problema no son las mafias,
menos los cambalaches feriales, ni la inoperancia de las páginas culturales y
demás. Nazi, el problema de fondo es que no hay poemarios, cuentarios y novelas
que podamos asumir como literatura. No incomodan, ni siquiera agradan. Ese es
el punto de fondo. Ya sabes: no hay que quedar mal con nadie”.
El Nazi asiente. Permanece callado y me
pregunta por la nueva novela de Marito. No puedo responder. Solo he leído el adelanto
que apareció el domingo. Y lo que leí es bien pero bien tela, pero con el
suficiente poder de llevarse de encuentro a todo lo que se ha publicado en
estos lares en lo que va del año.
1 Comentarios:
Y por qué no publicas algo tú, que te computas el master of the universe de la literatura nacional..
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