miércoles, octubre 23, 2013

Distancia

Uno de los libros que desde hace tiempo quiero recomendar y que por esas cosas de los apuros cotidianos no he podido hacerlo es, sin duda alguna, El segundo avión (Anagrama, 2009) de Martin Amis. La recomendación obedece a ciertas lecturas de ensayo que vengo abrigando de un tiempo a esta parte, como, por ejemplo, todo lo que escribió Hitchens. Esta preferencia yace en mi atracción por el pensamiento disidente de la opinión y del supuesto sentido comunes.
Pues bien, aparte de ser uno de los mejores narradores ingleses contemporáneos, Amis es también un estupendo pensador a quien le importa muy poco las más feroces reacciones que puedan generar sus opiniones (y si gustas, léete la monumental Experiencia, una de las autobiografías más letales de los últimos lustros). Amis es de los que disfrutan pergeñando argumentos provocadores, de los que prefieren quedar bien con su conciencia y ética a ser visto como un caballero de la diplomacia o una personalidad a la que todos quieren y estiman por el sencillo hecho de no meterse con nadie.
El terrorismo islámico es el eje temático de El segundo avión. Para más señas, el primero de los artículos fue publicado a los días del atentado a las Torres Gemelas, el 11 de setiembre de 2001. O sea: el autor de Dinero se la tomó las cosas en serio desde esta catastrófica fecha, haciendo uso de todos sus recursos literarios e intelectuales. Pues bien, una empresa como esta suele traer muchos peligros, sobre todo cuando la llevas a cabo en la inmediatez, inmediatez que no tarda en tachonar de prejuicios la postura hasta del más pintado en los terrenos de la argumentación. Amis lo sabe pero no duda en seguir y arremeter contra el islamismo (no te confundas con el Islam), tomando partido por la franja de poder que buscaba poner un alto a su avance y responder como se debe a los que osaron amenazar a occidente.
La capacidad expositiva del autor es no menos que impecable/brillante. Creo que en mi vida muy pocos libros de ensayos y artículos han generado por igual un sentimiento de admiración y rechazo. Este es uno de ellos, definitivamente. Ni hablar de los dos cuentos/cuentazos, “En el Palacio del Fin” y “Los últimos días de Mohamed Atta”, que se incluyen, a lo mejor con la idea de aplacar en algo la lluvia de críticas que finalmente tuvo la publicación.
Sin embargo, si ampliamos nuestra mirada, saliéndonos del encontronazo occidente-oriente, podríamos decir que una lectura como esta ayudaría a ampliar el panorama de aquellos narradores e intelectuales que escriben sobre la violencia política latinoamericana. Lo que deja esta colección es lo que se puede llegar a pensar y canibalizar cuando careces de distancia, cuando tomas partido sin conocer a fondo de aquello por lo que se apuesta ya sea en ficción y en ensayo, en especial, muy en especial, cuando el punto nutricio es uno tan llamativo como el terrorismo. 
En Latinoamérica hemos vivido/vivimos más de una clase de terrorismo y se ha escrito y publicado demasiado al respecto, sin encontrar, ahora en lo que concierne a la ficción, una obra que podamos tildar de maestra. A lo mejor la maestría pueda verse o intuirse en lo que los chilenos vienen escribiendo “hoy en día” de la aberrante dictadura que les tocó vivir. Han procesado, pues.

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