Edítate
Leo un recomendable libro de ensayos de
Jonathan Franzen, Más afuera. Lo leo
despacio y en algunos tramos anotando. Estamos pues ante una voz privilegiada,
que exhibe una visión de la literatura y el mundo, que muchos podrían calificar
de desfasada, muy necesaria hoy en día. Es que Franzen es lo que podríamos
llamar un escritor comprometido.
Pero mi lectura se ve interrumpida por
la llegada de El Pupilo.
Estamos ante un joven escritor inédito,
su talento ya se hizo presente ocupando un honroso segundo puesto en un
concurso local. Además, es un lector voraz y cuando le ha tocado hacerla de
crítico, ha sido pues muy duro y objetivo. No se casa con nadie.
El Pupilo quiere publicar su libro. Me
dice que ya se sentó a hablar con algunos dizques editores y todos ellos, a los
diez minutos de conversación, sacaban la calculadora y una hojita en blanco.
Esta hojita en blanco era el contrato. Estos impresores al vuelo, sin haber
leído el manuscrito, se ponen a hablar del tipo de papel, del diseño de la
portada, de la distribución y de la prensa. Se portan como encantadores de
serpientes. Le pregunto al Pupilo qué es lo que hizo. Y él hizo lo que toda
persona decente y con amor propio haría. Pararse e irse.
Es que la movida editorial peruana aún
sigue en pañales. Muchos de los nuevos y no tan nuevos sellos editoriales viven
de lo que el autor, si es desconocido mejor, pueda pagar por su edición. Por
ejemplo, el 90 % de los nuevos narradores y poetas peruanos se ha dado a
conocer de esta manera. No es el mejor de los escenarios, pero sin duda se
puede mejorar.
Lo que sí me extraña son un par de
aspectos, Pupilo. Apunta en tu cuaderno Loro: 1) Hay pues una mescolanza, hace
falta un filtro. Los editores decentes se confunden entre pendejos que se hacen
llamar editores, que no son más que payasos impresores cabeceros, payasos
impresores cabeceros del Scorza High School, que ojalá fueran solo de Lima,
pero no, hay Scorza Kids en el interior del país (ya ubiqué a uno en Arequipa).
En este circuito más de uno tiene miedo a quedar mal, a levantar el dedo
acusador. Uno los ve felices, juntos y revueltos, chupando en el barcito de
turno, son los hermanitos de sangre, pero separados y recuperados de la
borrachera se indignan de los delitos del mal colega de oficio. Es que no se
denuncian por estrategia, todos tienen intereses comunes. No quieren poner en
peligro su carrera ferial (en estos momentos hay un silencioso fuego cruzado
por cogerse del estribo de la Feria del Libro de Guadalajara), sus posibles
contratos con gobiernos regionales para enyucarles el tan codiciado plan
lector. Es que necesitan platita, la carencia de chibilines los convierte en
vendedores de sebo de culebra. No se ponen a editar por amor a la literatura,
sino para ver si de esa manera obtienen ingresos rápidos. Por eso, desde hace
un tiempo soy de la idea de que necesitamos gente culta y solvente que se ponga
a editar. Quien piense que se gana al toque editando libros, está equivocado.
Obvio, sí se gana dinero editando libros, pero con el tiempo, a los cuatro
años, mínimo. Y 2) me sorprende e
indigna el bajísimo nivel cultural de la gran mayoría de nuestros editores. No
leen. No leen. No leen. No leen ni mierda. Es debido a su incapacidad lectora,
a sus afanes por llenar el chanchito, que tenemos cuentarios, poemarios y
novelas que no son más que pésimas bromas, y encima, sus desubicados autores se
alucinan el nuevo Vargas Llosa, la nueva Blanca Varela, el hijo perdido de
Martín Adán, el entenado de César Calvo. Nos topamos con estos engendros
gracias al enamoramiento de estos dizques editores, que les han hecho creer lo
que no son, dizques editores que se desaparecen durante meses ni bien reciben
las primeras 1500 maracas del proceso de edición.
El Púpilo me pregunta qué hacer ante
este panorama desolador.
Respondo.
Si fueras poeta, te recomendaría que
vayas donde Juan Pablo Mejía y Víctor Ruiz, “Kevin Arnold”. Mi recomendación no
es gratuita. Me consta, los dos son muy buenos lectores y solo por ese detalle
es que te los recomiendo. Pero eres narrador, Pupilo, a quién recomendarte.
Conozco a más de un editor responsable que también lee, pero será difícil que
apueste por ti. No eres conocido. Ningún
editor va a leer tu manuscrito a menos que le des un adelanto luego de que te
comunique que sí ha leído tu manuscrito y que quiere sentarse a conversar
contigo. Pero no todo está perdido. Escucha: arma tu editorial y edítate tú
mismo. Busca un corrector de estilo (conozco uno muy bueno que cobra baratito),
a un diseñador y te pones a cargar tus rollos de papel, ponte a maniobrar esa
máquina de la imprenta del Jirón Callao, aprende a cortar las solapas. Métete a
talleres de edición con editores de verdad. Hay talleres con editores de
verdad. Pupilo, suda tu libro. Pupilo, no le des tu plata al que se la va a
chupar.
7 Comentarios:
Si usted, amigo Gabriel, iniciara un sello editorial, muchos autores se sentirían –al menos– "recompensados" moralmente por el filtro que deberían pasar. Espero (aunque ya debe haberlo hecho) que sopese esta sugerencia...
Gabriel, ¿por qué no das nombres, aunque sea de uno de esos imbéciles editores del medio? NO te chupes. ¿Por qué no mencionar, por ejemplo, a álvaro lasso y su estruendomudo, que, a través de su engendro "Help!", ha editado el bodrio del año, el libro de aquella perruncha de Combate, alejandra baigorria?
Saludos,
Jorge
Jorge, creo que deberías conocer más este blog. en más de una ocasión he dicho nombres de estos supuestos editores, a sabiendas de sus reacciones. Pero el punto del post no es ese, sino alertar a los potenciales nuevos narradores de aquellos mercachifles de las ediciones y, en especial, alentarlos en que saquen sus libros por su propios medios.
El caso de Lasso no es ajeno. Ya sea en mi face o este blog, he dejado por sentado mis diferencias con él, reconociendo siempre su capacidad para los negocios pero también su pésima conducta con los autores a los que hasta hoy no les paga y, ahora hago hincapié, en el dinero que le cabeceó a mi amigo Manuel A. Pues bien, no conozco las razones de la colección Help, y sé que no hay nada de malo en ganar dinero con temas que tengan un mayor alcance de público, pero de allí a publicar a Baigorria hay pues un descenso del que no hay justificación alguna. Ese es su Waterloo para este criollazo Napoleón que con sus acciones corrobora lo que sospechaba: a las justas ha leído 20 libros en su vida y que es su equipo de lectores el que le ha forjado el catálogo en em.
Saludos. G
¿Ubicas quién es el espécimen que escribió en una novelita o cuento que el pacae es un fruto no muy común del que se come lo negro que tiene adentro después de botar el algodón blanco que lo rodea? Es obvio que esta disparatada aseveración estaba animada por el inauténtico deseo de rellenar líneas a como diera lugar. No sé en cual editorial se publicó esto y de repente es Estruendomudo, no lo sé. Y de repente también, este ciudadano es tu pata y pasas por alto su crimen de lesa masticación.
Así es, los lectores editoriales somos, en realidad, los que hacemos la chamba de escogencia y recomendación para que al final estos editores se lleven los créditos. Saludos.
la verdad que no recuerdo quién pudo escribir esa frase, y si es mi amigo o no, hay en ello algo de especulación.
Y al último anónimo, "escogencia" es una palabra muy usada por mí, cuidado ahí.
saludos
G
editarse uno mismo, formar una editorial, toda esa chamba, al comienzo será de corazón, pero al final la gran mayoría se convertirá en un mal remedo de tanto seudo editor que existe en el medio. siempre pensé que editarse uno mismo, claro, contratando gente experta en cada área (diseño, diagramación, corrección, etc), es la mejor salida, pero no sé que tan buena podría resultar ser para el lanzamiento de un novel escritor.
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