narrar
Con Kubrick hay que estar más que
agradecidos.
De alguna u otra manera, sus películas
quedan insertadas en nuestro imaginario, no solo cinematográfico, sino también
vital.
No creo que pueda conocer persona alguna
que pase por alto la primera vez que vio La
naranja mecánica o El resplandor.
Así es, la primera vez. La primera vez
que se vio una película de Kubrick.
Yo aún recuerdo cuando vi La naranja mecánica en la Filmoteca de
Lima, cuando esta quedaba en el Museo de Arte. Era un perdido sábado de junio
de 1999 y aún siento la fuerza y la furia que no pude amainar en días. Fue una
película que me dinamitó ciertas taras y no pocos prejuicios.
Pero Kubrick no solo es un grande a
partir de sus trabajos consagratorios. También lo fue desde sus comienzos, en
esas películas aparentemente lineales y que no provocaban un mero análisis más
allá de lo previsible. Felizmente, las cosas están cambiando.
Debemos volver a la semilla de las
poéticas.
Eso es lo que me pasó hace poco con El beso del asesino (1955). Llevaba días
pensando en los narradores, no solo literarios, también cinematográficos. Y también
musicales.
Me fue imposible no buscar esta
película. Al principio creí que no la volvería a ver, simplemente no la
encontraba, pero la encontré con ayuda de Silvestre, mi gato salvaje, que no
dudó en meterse entre mis anaqueles de películas.
No sé por qué pensaba en El beso del asesino. Pero pensaba en
esta película. Era momento de someterla a un caprichoso escrutinio.
Y vaya que sí pasó la prueba.
Se trata de una película demasiado
fresca, vigente, contra lo que muchos
podrían pensar.
Un boxeador venido a menos. Una mujer irracional,
y como tal, fatal. Un mandamás mafioso. El hilo conductor: la enajenación
emocional y hormonal. Porque eso es lo que genera Gloria (Irene Kane), y por
ella sufren Davy Gordon (Gloria Price) y Vicent Rapallo (Frank Silvera).
El desamor y el afecto por interés.
Como todo maestro, Kubrick saca provecho
de sus personajes. En especial a Rapallo. ¿Qué hombre puede soportar las
humillaciones ante una mujer que no lo ama y que cuando se ve sin salida, esta
misma mujer le promete toda la fidelidad y una vida juntos que hasta hace no
mucho rechazaba porque era un “viejo que olía mal”?
Es que la película yace en la actuación
de Silvera, no en la parejita que sella la historia con un beso, en un cantado
final feliz.
Kubrick la hace linda.
No experimenta.
Es más lineal de lo que podríamos
pensar. Más de uno ha dicho que esta película era no más que un simple
ejercicio del cineasta. A lo mejor. Pero en ese supuesto ejercicio y en la
simpleza de su ejecución demostró que hasta para las historias más sencillas
había que saber narrar. Conocer los secretos de la narración, partir de la
médula, ir paso a paso, dominar lo básico que se enseña para después alterar el
registro.
2 Comentarios:
Más que La naranja mecánica y la extraordinaria 2001, Odisea del espacio, Kubrick amó por sobre todos sus otros filmes, Barry Lyndon, película en la que centró su mayor ambición artística, según su propia declaración, y con la que perdió mucho dinero.
por supuesto, "BL" es quizá lo mejor de SK.
G
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